Las madres de familia festejaron el 10 de mayo acompañadas por amigas y familiares en restaurantes y tiendas del Centro Histórico, así como en Garibaldi, donde coincidieron en que lo importante fue la convivencia y la compañía.

Antes del mediodía llegaron al primer cuadro para tener tiempo de caminar, hacer compras y evitar aglomeraciones y la lluvia.

Como ocurre en los festejos, fueron muchos los que buscaban de último minuto un regalo, para el que destinaron desde 450 pesos hasta los que no repararon en erogar 12 mil.

Los ramos de flores fueron lo más recurrente, a pesar de que se incrementó en más del doble su precio. En el corredor peatonal Madero, Marcos Becerril, quien vendía la docena en 250 pesos, dijo que este día todo se vende; hace dos semanas las daba a menos de la mitad, pero las rosas son de San Martín Texmelucan, Puebla, y son más bonitas.

A las 11 llegaron a Garibaldi Olga, de 74 años, con sus dos hijas y su nieta Valeria, desde Gustavo A. Madero, quienes complacieron a la septuagenaria el deseo de escuchar al mariachi en vida: ¿para qué me lo llevan cuando ya no lo pueda disfrutar?

Algunos músicos excedieron los precios, cobraban 500 pesos por una canción; al final, un joven en situación vulnerable entonó Cielo rojo, Como quien pierde una estrella y Nuestro juramento por 100 pesos.

Felicitas y su amiga Gloria, residentes de la zona del Ajusco, decidieron llegar temprano para comprarse un regalo. A esa hora pensaban caminar al mercado de Mixcalco en busca de una blusa y unos aretes.

Omar visitó una tienda departamental para obsequiar a su mamá una cafetera de 4 mil pesos, y antes ya había comprado un collar que sumaba 12 mil pesos. Me molesta la gente que regala planchas y estufas; al final no es para que trabajen, sino para que ellas disfruten el regalo. Sé que una cafetera es algo que le va a gustar, mi madre ama el café.

Llamó a los hijos a no ser codos, al final madre nada más tenemos una y luego ahí andamos chillando por no haberle dado lo que le tenemos que dar en vida.

En el Zócalo, las madres decidieron llegar antes del mediodía, como Verónica y Araceli Miguelina, desde Coacalco y Tultitlán, para alcanzar un buen lugar para el concierto de Lupita D’Alessio.

En otro rumbo, minutos antes de la una de la tarde, hora de la comida en los establecimientos, las puertas de los restaurantes de la plaza Mítikah registraron largas filas en busca de un lugar, porque en esta ocasión, comentó Raquel, no hubo reservaciones.

Para los meseros, el 10 de mayo es insuperable, porque es el día de todo el año en que más clientes reciben.