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Por qué dejar atrás el fundamentalismo de mercado en energía
L

a reforma a las industrias estratégicas, en la que se recuperará el carácter de empresas estratégicas y públicas de CFE y Pemex, se definirá el acceso a la electricidad como un derecho humano y se establecerá la soberanía energética como objetivo fundamental de la planeación y política energética, probablemente se estará discutiendo o votándose cuando el presente artículo se publique. Es fundamental su aprobación, ya que redefine los objetivos principales que debe perseguir la política energética y reconfigura el sector para lograrlos.

El modelo impuesto tras las reformas de 2013 tiene como objetivo principal proteger el mercado y sus intereses, argumentando que sólo así se lograrían mejores servicios. Se prometía que la energía sería mas barata, limpia, de mejor calidad y en general un sistema mas eficiente y robusto. Esto ha demostrado ser totalmente falso en el mundo donde se han implementado modelos similares; mercantilizar la energía tiene los efectos contrarios.

Primero hay que entender que el mercado no es algo abstracto, está compuesto de participantes que, de modo legal y contractual, están obligados a maximizar ganancias (responsabilidad fiduciaria de los directivos de empresas privadas) y la dirección que toma depende mucho de la dinámica de poder que hay en ellos. En mercados tradicionales existen dos tipos de dinámicas, cuando los compradores ostentan el poder (MC) o cuando los vendedores lo hacen (MV). Esta dinámica determina en qué dirección se moverán los precios en dicho mercado. Si es un MC, los precios tenderán a la baja, pues está en los intereses de los compradores pagar lo menos posible por un bien; si es un MV, los precios tenderán al alza, pues está en los intereses de los vendedores maximizar las ganancias. En mercados tradicionales las dinámicas pueden fluctuar, pero en mercados de bienes esenciales fungibles y que tienen monopolios naturales, como lo es el eléctrico, siempre será un MV. Esta tendencia aumenta si la visión de política pública no contempla la soberanía energética, dejando al mercado encontrar los suministros, como si la producción de energía no implicara fuertes sumas de capital y procesos complejos de planeación y construcción. De hecho, el incentivo principal de maximizar las ganancias, limita las inversiones a futuro. La escasez de generación o de trasmisión aumenta los precios a corto plazo, aumentando las ganancias de los generadores, como pasó en Europa. Abatir esos altos precios conlleva realizar erogaciones hoy para que mañana se deprima el nivel de ganancia que se puede obtener. Totalmente en contra de la lógica de mercado, pero dentro de los intereses de cualquier política energética. Eso se observa en varios de los mercados maduros del mundo, precios más altos que donde no hay mercado.

Dejemos la teoría por ahora y veamos los datos. Los proponentes del modelo de mercado argumentan que lo que falta es tiempo, mayor maduración y mayor integración de los mercados regionales para que se observen todos los beneficios de dicho modelo. Están equivocados. Los resultados, de acuerdo con la Agencia Internacional de la Energía (AIE), nos confirman esto. Recordemos que en la UE es donde más maduros e integrados están los mercados energéticos con más de 40 años de experimento y un mercado integrado regional. Dentro de la UE se observa que Reino Unido (RU) y Alemania, dos de los mayores proponentes de ese modelo, tienen precios residenciales dos veces más altos que Francia, que tiene una empresa estatal mayoritaria y política de soberanía energética. Comparando con otras regiones, el patrón se repite. El precio de la electricidad residencial de RU es cuatro veces más alto que el de Corea, que también cuenta con empresa estatal mayoritaria y una fuerte política de soberanía energética. La electricidad para usos industriales es 40 por ciento más cara en RU que en el promedio de la AIE. Estos datos no son poca cosa, ya que RU y Alemania llevan más de 40 años de liberalización y lo que observamos son grandes ganancias para las empresas, pero subinversión, altos costos y derivado de eso, desindustrialización y pérdida de competitividad.

De igual manera, vemos que la UE, de acuerdo con la Comisión Europea, en su conjunto tiene precios industriales de la electricidad 158 por ciento más altos que EU y que China, países con una fuerte política de soberanía e independencia energética nacional. Al contrario de lo que se puede pensar, EU no tiene un mercado eléctrico único, la realidad es que tiene diversas regiones; en algunas operan mercados eléctricos y en otras operan empresas de propiedad pública verticalmente integradas sin búsqueda de lucro. De acuerdo con la American Public Power Association, los usuarios de las compañías públicas pagan 9 por ciento menos y observan 3 horas menos de interrupción del servicio eléctrico en el año que aquellas que operan bajo lógica de mercado, además de tener en promedio 40 por ciento de energía libre de emisiones.

Como vemos, los resultados en el mundo indican que el rumbo es claro, debemos alejarnos del fundamentalismo de mercado en el sector energético y elevar a rango constitucional la lógica de servicio público y de soberanía energética. La energía debe verse como habilitador de inversiones y derechos, no como mercancía.

X: @aloyub