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Criaturas asombrosas
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▲ Fotograma de la película del francés Thomas Cailley
U

n virus extraño, responsable de las súbitas mutaciones de seres humanos en animales antropomórficos, es detectado en Francia. Su evolución es lenta, se sospecha que es contagioso y sus primeras víctimas se encuentran ya confinadas en reclusorios sanitarios. Algunos híbridos monstruosos andan, sin embargo, sueltos en una pequeña ciudad de provincia, despertando las alarmas de los lugareños y una carga de delirio paranoico que pronto exacerbará el odio a lo diferente y desatará una persecución feroz. Es la Francia de un hipotético futuro próximo, en los linderos de la fantasía futurista y la metáfora social más cruda. Referencia a la vez a los terrores suscitados por la reciente pandemia del covid, o a la carga de estigmatización que antes había suscitado el sida, o de modo más general, a la vocación catastrofista que caracteriza al pensamiento de las extremas derechas hoy globalizadas. En Criaturas asombrosas (Le règne animal, 2023), del realizador francés Thomas Cailley (Los combatientes, 2014 –filme aún inédito en México), este panorama sombrío es la realidad que viven François Marindaze (Romain Duris) y su hijo adolescente Émile (Paul Kircher), luego de la desaparición de Lana (Florence Deretz), la esposa infectada, transformada en híbrido simiesco, la cual ha encontrado refugio en un bosque cercano al lado de otras bestezuelas perseguidas por el ejército y una turba temerosa y enfurecida.

La gran diferencia entre esta cinta de Cailley y tantos otros productos de entretenimiento apocalíptico, en particular las innumerables secuelas Marvel, es su buen manejo del suspenso, más próximo al cine del afroamericano Jordan Peele (¡Huye!, 2017; Nosotros, 2019), el nulo engolosinamiento con escenas sensacionalistas y el recurso, de inicio a fin, a una ambigüedad deliberada que autoriza todo tipo de interpretaciones al no ofrecer un contexto social más preciso (¿cómo da inicio la epidemia, qué avances hay para su control, qué poblaciones son más vulnerables, qué sucede fuera del microcosmos rural descrito?). Todo está aquí envuelto de un misterio insondable, encaminado a un desenlace abierto aún más perturbador. Sin embargo, no todo el mecanismo narrativo funciona de modo plausible. Hay un desequilibrio entre la propuesta de cine fantástico (las múltiples posibilidades que sugieren el género y la trama propuesta parecen al final un tanto desaprovechadas) y el amplio espacio que la cinta dedica a la exploración del vínculo afectivo entre padre e hijo, a veces en plano de comedia, otras en un registro dramático convencional o ingenuo. Por momentos el personaje de Fix (Tom Mercier), un monstruo plumífero incapaz de volar, sugiere incluso un burdo mensaje de superación personal. No obstante estos mínimos reparos, Criaturas asombrosas va más allá de lo que comúnmente propone un thriller comercial futurista. Expone en sordina un clima social de intolerancia provocado por la aversión a lo diferente, con adolescentes tempranamente inclinados a la crueldad y al prejuicio, y una población que con presteza asimila a los monstruos con los gitanos en un reflejo racista desacomplejado. Nada en absoluto alejado a la realidad de nuestros días. No es un azar que este año, en la entrega de los premios César (equivalente francés del Óscar hollywoodense), la película de Thomas Cailley haya obtenido más nominaciones que Anatomía de una caída, de Justine Triet, la cinta finalmente ganadora.

Se exhibe en la sala 4 de la Cineteca de las Artes (Churubusco) a las 14:20 y 18:40 horas.