lgunos profesores de economía heterodoxa –la de políticas públicas alternativas– nos recuerdan que en 2019 Jan Kregel del Levy Economic Institute retoma notas de Hyman Minsky del año 1994, en las que analiza el dinero y su manejo alternativo.
Según Kregel ( MMT: the wrong answer to the wrong question, 2019) para Minsky el keynesianismo “no sólo es una teoría que valida la ‘gestión de la demanda’ mediante la política fiscal”, ni una defensa del gasto público financiado con deuda o del dinero fácil, como políticas adecuadas durante una depresión. Es también una teoría del dinero que el mismo Minsky, Paul Davidson y otros postkeynesianos han tratado de resucitar. ¿Por qué? Porque Keynes –aseguran– además del manejo teórico de la demanda efectiva ofrece un manejo alternativo del dinero.
Esta visión de los postkeynesianos es un antecedente importante para que varios autores ofrezcan una alternativa a la conceptualización y el manejo del dinero. Sí, la Teoría Monetaria Moderna (TMM), postulada y defendida por Randall Wray ( Modern Money Theory, Palgrave Macmillan 2015), William Mitchel, Martin Watts ( Macroeconomics, con Randal Wray, Macmillan 2019). Según Kregel, los promotores de esta teoría enfrentan el desafío de mostrar una base analítica más sólida para justificar el gasto deficitario del gobierno.
Por lo demás, en contra del mainstream, el del equilibrio fiscal y del férreo control del endeudamiento público. Ese mismo mainstream que, por cierto, ni lamenta ni se queja del endeudamiento global de hasta cuatro veces el producto en múltiples países desarrollados. Ni de la exacerbación del endeudamiento público para rescatar empresas. El mainstream que –a través de las calificadoras– obliga a los países en desarrollo a subordinar el gasto público al ingreso monetario. Y –acaso y eventualmente– permite un margen muy limitado de déficit.
Alternativamente la Teoría Monetaria Moderna sostiene la posibilidad –incluso la necesidad– de ampliar el volumen de endeudamiento público y el déficit fiscal. Siempre, por cierto, con la finalidad de contar con recursos para solventar una depresión como la que registramos desde 2008-2009, proporcionar empleo de último recurso y garantizar estabilidad de precios.
Son objetivos esenciales de la TMM, pero no nos engañemos, muchos autores –incluso heterodoxos– ven esta TMM como una política populista, derrochadora, de imprimir y gastar
, que inevitablemente conduciría a déficits excesivos e inflación galopante. No obstante, reconocen que de las cuatro instituciones sociales básicas (empresas no financieras y financieras, hogares y gobiernos) la única que tiene el monopolio de la emisión de moneda es la gubernamental. Y puede y debe aprovecharlo, contratando deuda en su propia moneda para respaldar esos dos objetivos fundamentales, sobre todo en momentos depresivos.
Estas ideas conducen a autores tanto de la teoría monetaria keynesianacomo de la TMM a situar el dinero en el centro del análisis. Y a destacar la importancia del papel económico del Estado en una economía de mercado monetario en la que el pleno empleo no es ni la norma ni el centro de gravedad ( A monetary Keynesian view of modern monetary theory, Sebastian Dullien and Silke Tober, RePEc 2022).
Para Kregel, la pregunta relevante de hoy es cómo financiar el gasto gubernamental para combatir desigualdad, miseria, desempleo, inseguridad, catástrofe climática. Y proporcionar empleo de calidad, educación, salud, vivienda, transporte limpio, seguridad social… Según él, la interrogante esencial sigue siendo la disponibilidad de recursos apropiados. Y el proceso social y las políticas a impulsar para obtenerlos.
Son preocupaciones que en el México de hoy se plantean a propósito de la evaluación del gobierno que sale y las perspectivas del que entra. De veras.
NB: Muchos profesores de la Facultad de Economía de nuestra UNAM tenemos el ánimo de alentar al máximo en ella y en toda escuela pública de economía, la reflexión del pensamiento heterodoxo: postkeynesiano, marxista, institucionalista, economía ecológica, economía feminista, al menos. Esto supone impulsar al máximo la actualización de profesores. En eso estamos. ¡De veras!