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Compre en Chapultepec Heights y el bosque será su jardín
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sí se anunciaba el flamante fraccionamiento que hoy conocemos como Las Lomas de Chapultepec, que en 1921 crearon inversionistas mexicanos y extranjeros por medio de Chapultepec Heights Company.

Compraron una enorme fracción de la Hacienda de Los Morales, propiedad de la familia Cuevas. Los terrenos originalmente pertenecieron a Isabel de Moctezuma, la célebre Tecuichpo, hija favorita del gran tlatoani a quien Hernán Cortés prometió proteger y... lo hizo, pues le dio de las mejores tierras de la cuenca.

Contrataron al arquitecto José Luis Cuevas, de quien hemos hablado porque diseñó las colonias Hipódromo-Condesa y Polanco. Egresado de la Universidad de Oxford, Inglaterra, propuso crear el nuevo fraccionamiento con la idea de la garden city (ciudad jardín), diseño urbano desarrollado en ese país.

Ideó un modelo de calles onduladas con banquetas muy amplias, jardinadas, lotes grandes, con la restricción de guardar una distancia con las construcciones de los predios colindantes y el alineamiento. Cuarenta por ciento del total de la superficie eran calles, parques y jardines, y el ancho de las primeras era de 20, 30 y algunas hasta 40 metros, algo que hasta la fecha no se ha vuelto a ver en ningún desarrollo urbano –en el supuestamente lujoso Santa Fe, prácticamente no hay aceras.

También se establecía en las escrituras que las casas no deberían tener bardas, sino setos, con una altura máxima de un metro; esta restricción, totalmente ajena a nuestro país, poco tiempo fue respetada. Actualmente una de las características de las casonas de las Lomas son sus grandes bardas.

El negocio fue muy exitoso, lo único que les salió mal, especialmente a los socios estadunidenses e ingleses, es que el presidente Plutarco Elías Calles exigió en 1924 que se cambiara el nombre en inglés de la colonia, aduciendo que estaba prohibido el uso de palabras extranjeras en rótulos, y lo tuvieron que cambiar de Chapultepec Heights a Lomas de Chapultepec.

Entre los primeros en comprar un terreno estuvieron el arquitecto Antonio Rivas Mercado, quien diseñó la Columna de la Independencia y padre de la famosa Antonieta –culta mecenas de la cultura–, de quien se dice que ayudó a escoger los nombres de las calles. Otro famoso fue Martín Luis Guzmán, el destacado escritor, periodista y diplomático mexicano dueño de El Mundo, quien negoció pagar el predio la mitad en efectivo y la otra anunciando los terrenos en su periódico. También el arquitecto José Luis Cuevas quiso disfrutar de su creación.

Como no había ninguna restricción en los estilos arquitectónicos, los compradores construyeron en el que mejor les placía; así aparecieron castillitos franceses, bungalows estadunidenses, villas italianas y, sobre todo, el estilo colonial californiano.

Muchas aún se conservan, y esa mezcolanza continúa hasta la fecha en que se suman casas modernistas, contemporáneas y una que otra que quiere volver al estilo afrancesado del porfiriato.

En ese entonces, la Ciudad de México contaba con 906 mil habitantes e iniciaba un periodo de crecimiento después de la conflictiva década revolucionaria.

Esa incipiente bonanza fue muy conveniente para los socios de la Chapultepec Heights Company; con buenas relaciones con la gente en el poder obtuvieron muchos beneficios, entre otros, vender los lotes a precios muy altos gracias, entre otras cosas, a que contaban con los mejores servicios públicos, ya que el ayuntamiento los proporcionó con gran celeridad, por encima de colonias más pobres, porque consideraban que los fraccionamientos para las personas de dinero recuperaban mucho más rápido lo que se había invertido.

Y ahora vámonos a La Lanterna, el restaurante italiano que estuvo desde su creación, en 1966, en el Paseo de la Reforma, junto al Seguro Social.

Ahora estrena nueva sede, precisamente en Las Lomas de Chapultepec, en avenida Las Palmas 275. Tiene el mismo ambiente acogedor, pero más luminoso y con la misma atención personal de su dueño y chef, Mario Petterino.

La comida es la de siempre y mis favoritos siguen siendo la ensalada de alcachofa cruda y el filete al burro nero. Es muy agradable para una cenita de buena pasta con un vino italiano.