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Contra cualquier fascismo de ayer y hoy
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sí reza la pancarta de los estudiantes antifascistas italianos en una manifestación en Roma con motivo del 80 aniversario del Día de la Liberación (25 /4/ 43). Para la primera ministra Giorgia Meloni, estos 25 de abril que conmemoran la derrota del fascismo suelen ser momentos incómodos. Como nos recuerda Daniel Verdún, “la fiesta nunca ha gustado a la derecha italiana. El propio Berlusconi, ex primer ministro (segundo periodo, de 2001 a 2006), estuvo ausente durante años de dicha celebración institucional (…) El gobierno de Giorgia Meloni, lideresa de Hermanos de Italia, un partido surgido de los rescoldos del posfascismo, vuelve a enfangarse con la cuestión” ( El País, 25/5/23) . Un punto de fricción es el uso de la palabra antifascista. Meloni señaló en esta ocasión que el fin del fascismo sentó las bases para el retorno de la democracia, pero se resiste a utilizar la palabra antifascismo, así, con esa claridad.

Mientras el presidente francés Macron, representando a la asfixiante mediocridad del liderato político europeo, insiste en crear tensiones belicistas innecesarias para llevar a Europa a una guerra contra Rusia ( sic), el presidente Vladimir Putin insistió en entrevista con la agencia Xinhua, antes de su visita a China para entrevistarse con el presidente Xi Jinping, en que la crisis ucrania sólo tendrá solución si se propician negociaciones que involucren a todas las partes del conflicto y que no desestimen los intereses de Moscú. (Sputnik, 14 /4/24).

A 79 años del Día de la Victoria y de la Gran Guerra Patriótica que en Rusia conmemora el fin del régimen nazi con el sacrificio de 27 millones de muertos a manos del ejército nazi, un triunfo militar extraordinario del Ejército Rojo fútilmente escamoteado desde Hollywood y la gran prensa occidental al servicio del poder, el mundo vuelve a estar en una coyuntura crítica que nos retrotrae a ese inicio del siglo XX que, saliendo de la devastadora Primera Guerra Mundial en medio de la euforia, caía en una crisis financiera que no tenía precedentes y se preparaba para una confrontación aún mas salvaje. Frente a las evidentes contradicciones de un capitalismo buitre, depredador y criminal y las guerras en curso, la espantosa matanza que perpetra el gobierno sionista de Israel le ha devuelto a la discusión sobre el genocidio la calidad de crímenes contra la humanidad. Como bien señala Marcos Roitman, “estremece ver al Congreso estadunidense erigirse como el mayor patrocinador de la violencia colectiva y organizada del planeta….” (Patrocinadores de la guerra y sepultureros de la paz, La Jornada, 9/5/24))

Luca Celada, de Il Manifesto, hablando sobre la represión a las protestas estudiantiles, los cientos de arrestos, de despidos de maestros solidarios con sus alumnos y la criminalización de una protesta liderada por un fuerte componente de jóvenes judíos, como explica una de las estudiantes arrestadas y suspendidas: La protesta pacífica es parte de la tradición judía de solidaridad y liberación, nos habla de Estados Unidos como un país dividido, afectado por las consecuencias de una política de apoyo a la masacre interminable que tiene lugar en Gaza.

Estamos consternados por cómo se explota el antisemitismo y se utiliza como pretexto para reprimir la libertad académica, el pensamiento crítico y el debate abierto al que deberían dedicarse las universidades estadunidenses, dijo Mariann Hirsch, profesora de estudios del Holocausto e hija de sobrevivientes del mismo. Toda una atmósfera macartista. (25/4/24).

Alemania, segundo suministrador de armamento a Ucrania después de Estados Unidos, marcha en esa misma dirección, persiguiendo a quienes protesten por el genocidio en Palestina y cancelando a personalidades críticas. Tal es el caso de la célebre filósofa Nancy Fraser, quien iba a impartir la cátedra Albertus Magnus de la Universidad de Colonia este mes, y fue abruptamente desinvitada por el rector de la universidad por haber firmado una carta de solidaridad propalestina el pasado otoño.

En entrevista con Hanno Hausenstein, de la revista Jacobin (10/4/24), señala que es especialmente preocupante que una institución alemana cancele a un miembro del profesorado de la New School (NYC) que no sólo rescató a académicos alemanes que huían del fascismo como individuos, sino que también creó un espacio para continuar el cuerpo de teoría crítica que había sido aniquilado en Alemania. Esto es un insulto tanto a mí como a la New School. Y una violación de las normas de libertad académica,.

Paradójicamente, se están recuperando la voces críticas y los espacios como el voto de 143 países por darle un asiento en Naciones Unidas al Estado de Palestina (nueve en contra y 25 abstenciones) y con las propuestas de China y Rusia por recuperar el derecho internacional, y una seguridad igualitaria, sostenible tanto a nivel global como regional con la coordinación de la ONU, como apuntó Putin.

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