Opinión
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Ciudad perdida

De nuevo, otro debate perdido

C

opia fiel del primer intento, el encuentro entre quienes pretenden gobernar la Ciudad de México fue como alguna vez el agua: inoloro, insaboro e incoloro.

Otra vez el insulto, otra vez la ocurrencia, otra vez el sopor que provoca la falta de talento político y la pregunta que no se aguanta: ¿esto es lo que merecemos en la ciudad?

Sin mayores posibilidades, según las encuestas, Salomón Chertorivski propuso y propuso, a fin de cuentas nada tiene qué cumplir, pero tal vez por eso mismo, o por la experiencia –fue secretario de Salud durante un año, pero además actuó como diputado federal y secretario de Economía durante la administración de Miguel Ángel Mancera–, puso sobre la mesa de debates una serie de ideas que parecían sólidas y congruentes.

La candidata Brugada inició el debate, el reclamo y la agresión. Taboada, desde luego, respondió y de ahí en adelante nos hablaron de que la capital de México está llena de funcionarios corruptos, de una ciudad en la que se vive casi de milagro por la perversidad de sus gobernantes. Verdades que no estaban muy alejadas de la realidad, pero que de muchas maneras la torcían.

Taboada cargó, sin remedio, el mal del llamado cártel inmobiliario tanto en el tema del agua como en el de la corrupción, pero, por ejemplo, en el caso del agua habló de lo mismo que se ha repetido una y otra vez desde todos los frentes.

Lanzó acusaciones sin mayores pruebas, mostraba una sonrisa que lo proyectaba más como el fiscal duro que como el joven pícaro, cínico, al que no le dolían las verdades y se exponía, una y otra vez, a las respuestas de Brugada y Chertorivski.

Por ejemplo, dijo y mostró dos pares de frascos que según él pertenecían a lo que circula por las tuberías de otras tantas alcaldías. No dijo quien certificó que eran muestras de esos lugares; tampoco expuso el nombre de los laboratorios o las empresas investigadoras que señalaran qué elementos contaminaron el líquido, pero culpó al gobierno de tal situación.

Clara Brugada acusó a Taboada de mentiroso y corrupto; Taboada acusó a Brugada de mentirosa y corrupta, y el chapulín Chertorivski –ha ido de un partido a otro para conseguir el poder– mostraba colmillo y lanzaba ideas que sonaban congruentes, como aquellas de revivir ríos y atacar la corrupción desde las ventanillas de atención a la gente.

Ya es hora de obligar a los contendientes a decir la verdad y para eso el IECM debería tener algún grupo de analistas que observen cada una de las palabras, de las acusaciones, y luego le digan a la gente quién miente más. Eso no sería nada malo y nos daría mucha seguridad y menos show en estos menesteres.

Total, si resulta necesario declarar a uno que no salió despostillado en el encontronazo, ese fue Salomón, el de MC, que ha hecho y dicho cosas diferentes, no necesariamente buenas ni posibles.

Así fue el segundo debate entre quienes pretenden la jefatura de Gobierno, pero usted que nos lee, no se angustie, aún nos falta un tercer debate.

De pasadita

Al finalizar, los candidatos hicieron declaraciones en los patios de las instalaciones para repetir lo ya dicho y declararse –como el librito manda– triunfadores, pero eso no era lo que proyectaban sus equipos.

Taboada salió acompañado de Alito, el priísta. Su sonrisa y sus gestos –a lo mejor no entendió nada– contrastaba con la sonrisa amarga de Santiago y los rostros sombríos de su comitiva.

En el equipo de Brugada se mostraba un silencio de preocupación. Sí, se decían triunfadores, pero no se les borraba el gesto de preocupación.

Al candidato de Movimiento Ciudadano seguramente no le importaba anunciarse como el triunfador del debate, pero se le veía, en algunos momentos de la entrevista postrera, alegre, burlón. Total, nada qué perder.