Debido a las presiones de vecinos y comerciantes, a algunos conflictos entre éstos y los extranjeros, así como por las actividades de Semana Santa en la zona, las personas migrantes que por más de seis meses han acampado en la Plaza de la Soledad, en La Merced, fueron reubicadas a la plaza El Caballito, afuera del Metro Candelaria.

La mayoría de ellos esperan la cita CBP One para solicitar asilo en Estados Unidos, se mudaron hace dos semanas con todo y sus casas de campaña y las pocas prendas con que cuentan. Estamos mejor, más tranquilos, porque allá (en La Soledad) era la peleadera por el agua; con los vecinos; con haitianos había grescas todos los días, se pelean por los hijos, coinciden migrantes consultados por La Jornada.

María, una joven hondureña que migra con sus dos hijos pequeños, de cuatro y ocho años de edad, y cursa un embarazo de casi siete meses, cuenta: vino gente, al parecer de la alcaldía, y nos dijeron que nos viniéramos para acá, dijeron que era por la feria que se puso por la Semana Santa. Acá está mejor. Allá (en la Plaza de la Soledad) teníamos que pagar hasta 20 pesos para bañarnos, luego no tienes con qué pagar, y pasas hasta tres días sin bañarte.

Agrega que en este nuevo lugar tampoco hay desavenencias, porque se organizaron mejor, aunque lamenta que su carpa cada vez esté más maltratada por las veces que debe levantarla y volver a armarla. A la sombra de algunos árboles, junto con otra compatriota instalaron un anafre en el que cocinan quemando trozos de madera.

Espera la cita CBP One, ya voy a cumplir un mes de estar pidiéndola, y aún no me sale y dice no estar tan segura de quedarme aquí hasta que me salga, porque miro que muchos se están yendo en el tren. Hoy se fueron un montón.

José, ecuatoriano, refiere que en el desalojo del campamento de la Plaza de la Soledad llegó personal de la alcaldía y elementos de la policía capitalina. Nos dijeron que nos teníamos que venir para acá, llegaron en camiones.

Considera que la reubicación está mejor. Aquí estamos más tranquilos, cada quien se puso donde se quería ver mejor; hay haitianos, venezolanos, hondureños, de Guatemala, de todos los países, hasta mexicanos indigentes.

Lleva 15 días acampando en su casa de campaña, reforzada con plásticos. Estoy con una prima y una amiga. Como ya no tienen dinero se emplean en trabajos informales en el mercado, en ferreterías, en construcción y han venido por nosotros hasta los chinos, trabajamos con ellos en locales, vendiendo ropa, zapatos en el centro. Nos pagaron mil 800 pesos a la semana.

El Grupo de Monitoreo Frontera Centro, conformado por Cafemin, Servicio Jesuita a Refugiados, entre otros, estima que hay más de 2 mil 500 personas viviendo en campamentos irregulares en la Ciudad de México.

Benito Torres, párroco del templo Santa Cruz y la Soledad, estima que en las áreas aledañas hay unos 600 migrantes. La mayoría se concentra en La Merced, en el Centro y en Tepito porque hay trabajo para ellos, aunque la mano de obra es barata. Así ganan algo de dinero para seguir.

Señala que los extranjeros están viviendo en las calles porque no hay suficientes albergues y al gobierno le falta tener programas o algo muy específico para nuestros hermanos migrantes. Hay acciones, pero son muy intermitentes.

Menciona que debido a la cantidad de personas en contexto de movilidad que se encontraban en su albergue tuvo que cerrarlo por tres semanas, y también por las actividades de Semana Santa. De por sí hay roces entre vecinos y migrantes, no los quisiera con los comerciantes, sería un problema más grande.