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Depositan en el Instituto Cervantes el legado del editor Juan Grijalbo

En México forjó gran parte de su carrera // Descubrió para los lectores en español obras como Lolita

Corresponsal
Periódico La Jornada
Martes 23 de enero de 2024, p. 5

Madrid. Juan Grijalbo fue un editor visionario y un personaje que encarnó en su biografía las turbulencias políticas del siglo XX: fue perseguido por el fascismo debido a sus ideas, después pasó al exilio, en México, donde forjó la mayor parte de su carrera profesional, y, finalmente, recibió homena-jes y reconocimientos por su lucha por la libertad y la democracia. Casi 22 años después de su fallecimiento, el Instituto Cervantes recibió un legado suyo en la caja acorazada de su sede central, en la que su hija y también editora, Poppy Grijalbo, depositó una selección de algunos de los libros que su padre descubrió para los lectores en español, entre ellos El padrino, de Mario Puzo; Lolita, de Vladimir Novokov, y El alma y las formas: La teoría de la novela, del filósofo húngaro Gyöirgy Lukács.

El director del Instituto Cervantes, el poeta granadino Luis García Montero, explicó los motivos para acoger en la caja acorazada una parte del legado del exitoso editor y fundador de Grijalbo, uno de los sellos más importantes en nuestro país en el siglo XX.

Montero señaló que Juan Grijalbo es historia de la edición en España, pero también es memoria de una forma abierta y generosa de entender la cultura, una personalidad que combinó la divulgación con la alta literatura, además de tener la habilidad de crear diálogos y puentes con sus sellos entre España y América Latina.

Corazón y acción

Además, explicó que considerado a sí mismo tan mexicano como español, Juan Grijalbo fundó una editorial que enraizó en toda América. Hoy nos referimos a la palabra panhispanismo, una comunidad que nos hace más fuertes, si vamos juntos. Grijalbo fue uno de los primeros en ser panhispanista de corazón y acción. Corazón y acción, ese es el legado que hoy recibimos.

Entre las obras incluidas, que fueron depositadas en la caja número 1211, se encuentran los títulos El país y los habitantes, de Leonardo Martín Echeverría; La vida de un rey: Memorias del duque de Windsor, escritas por el propio aristócrata; El padrino, de Mario Puzo, que publicó en 1972 y que revolucionó el mundo editorial. Además de otras como ¿De dónde venimos?, de Peter Mayle, que fue a su vez el primer libro de educación sexual infantil en España; Tus zonas erróneas, obra de crecimiento personal del pensador Wayne Dyer; Lolita, de Vladimir Nabokov, y Una aventura de Astérix, Obélix y compañía, de Rene Goscinny y Albert Uderzo.

Poppy Grijalbo también eligió para guardar en la caja y pasar a la posteridad dos dibujos, uno realizado por Francisco Ibáñez y dedicado al editor cuando crearon la revista GUAI!, y otro elaborado en México en el que aparece él mismo junto con personajes de sus libros más importantes en tanto editor.

Asimismo, sus memorias, recogidas en el libro La última palabra y el Gran diccionario enciclopédico Grijalbo, entre objetos personales que marcaron su vida, como el pañuelo de seda que siempre llevaba en el bolsillo de su saco y dos cortapuros, junto al Premio Nacional Juan Pablos al mérito editorial y la Gran Cruz de la Orden de Isabel la Católica.

Durante su vida, Juan Grijalbo fundó sellos como Atlante, en México, que luego se llamó Editorial Grijalbo. Más tarde, creó con colaboradores el sello Crítica, y en 1991, Serrés, dedicado a la literatura infantil y juvenil.

Su hija explicó durante la entrega que su padre, además de editor visionario, también tuvo coraje político para desafiar las convenciones del franquismo con la publicación de libros que incomodaban a la moral de la época, como cuando difundió textos de educación sexual o de contenido político, como los títulos más importantes de pensadores, entre ellos Karl Marx o Federico Engels.