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Tasas de interés, utilidades bancarias y distribución del ingreso 
L

os banqueros mexicanos y sobre todo extranjeros están de plácemes. Este 2023 sus empresas tuvieron utilidades que marcan un récord histórico. El dato a noviembre registra utilidades por 248 mil 23 millones de pesos, incremento de 12.6 por ciento respecto al mismo periodo de 2022. El dato para 2023, que se conocerá a principios de febrero, será superior 60 por ciento al de 2022. La explicación de este resultado está en el margen financiero, que es la diferencia entre los intereses cobrados menos los intereses pagados, es decir, entre lo que ganan los bancos al cobrar intereses por los créditos que otorgan y lo que pagan a sus ahorradores.

Este margen se ha incrementado debido a las decisiones de política monetaria del Banco de México. Ante una subida del nivel general de precios en el mundo y en México, en junio de 2021 la Junta de Gobierno de Banxico decidió incrementar la tasa de interés de referencia. En ese momento pasó de 4 a 4.25 por ciento anual. Para fin de ese año la llevó a 5.5. Seis meses después fue de 7.75. Al cierre de 2022 la fijó en 10.5 por ciento. Los primeros meses de 2023 siguió incrementándola hasta llegar a 11.25 por ciento en marzo. Desde ese mes hasta este momento ha permanecido en ese 11.25 por ciento y es probable que la mantenga en ese nivel otros tres meses. Estos aumentos se traducen en incremento a los intereses que se pagan por cualquier tipo de crédito.

Estas sucesivas decisiones tuvieron como explicación una inflación que se fue incrementando en todo el mundo. En abril de 2020, en México el registro anual de inflación fue de 2.15 por ciento, en agosto subió a 4.05. En abril de 2021 llegó a 6.08 y en noviembre fue de 7.37 por ciento. En agosto de 2022 era de 8.7 y siguió creciendo ese año. Los bancos centrales de muchos países decidieron incrementar significativamente sus tasas de referencia buscando contener el incremento mundial de precios. Estas decisiones se fundamentaban en que las políticas fiscales de los gobiernos estimularon la demanda y había que frenarla aumentando el costo del dinero.

Este razonamiento ha sido fuertemente discutido y hay razones para sostener que era incorrecto. Sin embargo, lo que no se discute es que el endurecimiento de la política monetaria beneficia a ciertos actores económicos y perjudica a otros. Es evidente que los bancos privados se han beneficiado. Pero no de igual manera en todos los países. En México el negocio bancario resultó muy favorecido. A cada aumento de tasa de interés decidido por Banxico, los bancos aumentaron los intereses que cobran y también aumentaron los intereses que pagan, pero en menor medida.

No debe olvidarse que en México el negocio bancario se vio afectado por la pandemia, pero esta afectación no significó que hubiera pérdidas. El impacto fue en que las utilidades de los bancos se redujeran respecto al año anterior. En 2020 los bancos privados que operan en México tuvieron utilidades de 102 mil millones de pesos cuando un año antes había ganado 163 mil millones. El mundo se detuvo y muchas empresas cerraron, millones de trabajadores perdieron sus empleos, pero los bancos simplemente ganaron menos. No perdieron, redujeron sus utilidades lo que en ese contexto crítico resulta escandaloso.

En 2021, todavía en pandemia, se recuperaron. Sus utilidades crecieron 65.7 por ciento para llegar a 182 mil millones de pesos. En 2022, con incrementos mayores en las tasas de interés, las utilidades bancarias volvieron a aumentar llegando a 236 mil 743 millones de pesos. Y en 2023 con tasas de referencia del 11.25 por ciento los bancos llegarán a un récord: utilidades que superarán los 270 mil millones. Así que estas empresas ganaron. Estas utilidades las lograron porque aumentaron mucho más las tasas que cobraron en sus diferentes instrumentos crediticios respecto a las que pagaron en sus instrumentos de inversión.

A sus deudores les cobraron más por sus créditos: por el saldo en la tarjeta de crédito, por créditos de nómina, hipotecarios, por créditos para capital de trabajo, etcétera. Este enorme grupo de mexicanos tuvo que entregar una parte creciente de su ingreso a los bancos para pagar sus créditos. Les transfirieron parte de sus entradas. Hubo una redistribución del ingreso desde los acreditados bancarios hacia esas empresas bancarias. Este amplio grupo de mexicanos, con actividades empresariales o asalariados, perdió y los bancos ganaron.

Este hecho no puede pensarse como un logro de la política económica. Es una consecuencia perversa de la política monetaria decidida por la Junta de Gobierno del Banco de México, en la que predominan los miembros nombrados por la 4T. De modo que con sus decisiones no lograron detener la inflación, pero si redistribuyeron en ingreso nacional a favor de ciertos empresarios bancarios.