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Bajo la lupa

Fracasó el sionismo, evolución natural del nazismo, según el historiador israelí Moshe Zimmermann

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▲ Pro palestinos festejan tras una reunión de la Junta de Supervisores de San Francisco, ayer, cuando se aprobó una resolución que pide un alto el fuego en Gaza.Foto Ap
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a guerra de Israel contra Hamas en Gaza también constituye un campo de las ideas detrás de sus actores. Llamó la atención la luminosa entrevista del connotado historiador israelí Moshe Zimmermann –con doble n, ya que los yekkes, judíos germanoparlantes suelen eliminar una n para diferenciarse de la población autóctona–, profesor emérito de la Universidad Hebrea de Jerusalén y experto en la historia de los judíos en Alemania (https://bit.ly/4aMLIeL). En su perturbadora entrevista con Ofer Aderet, del rotativo anti-Netanyahu Haaretz, Zimmermann, de 80 años, demuestra la involutiva convergencia natural entre nazismo y sionismo.

Más allá del pogromo (https://bit.ly/48uugdA), supuestamente perpetrado por Hamas el icónico 7 de octubre –existen datos ahora de que se trató de una Directiva Hanibal del ejército israelí (https://bit.ly/4aBO5B4)–, que acepta implícitamente, Zimmermann deduce el fracaso del Estado sionista y del sionismo y juzga que el 7 de octubre fue un punto de inflexión.

Zimmermann sentencia que “la solución sionista no es realmente una solución. Llegamos a una situación en que el pueblo judío en Sion (https://bit.ly/4aSjwHe) vive en una condición de inseguridad total”, mientras Israel provoca una reducción en la seguridad de los judíos de la diáspora. Así que la solución sionista es muy deficiente. Desde su natural solipsismo israelí, Zimmermann explaya que la nación judía en la tierra de Israel pasó a través de un proceso de nacionalismo, racismo (sic) y etnocentrismo. Creó una situación de ser incapaz de alcanzar un modus vivendi con el mundo de sus vecinos, en contraste a los primeros sionistas que buscaron un Estado binacional (sic), en lugar de su presente guerra eterna.

Se pronuncia en favor de la muy utópica solución de dos estados, con una federación laica al estilo europeo –reconoce que en los mundos musulmán y judío la religión se ha vuelto influyente y fundamentalista–, y rememora que hace ocho años Netanyahu enunció que Israel iba a vivir siempre (¡megasic!) con la espada desenvainada. Desglosa su fortaleza conceptual como investigador de la evolución del nazismo desde la República de Weimar, donde la democracia fue puesta en peligro por fuerzas autoritarias, nacionalistas, racistas y revisionistas, cuya calendarización se sincroniza con el Israel de 2023, que hoy epitomiza una caquistocracia ( gobierno de los peores). Fustiga el golpe de Estado desde arriba que describe exquisitamente la situación en Israel, donde están en peligro la separación de poderes, la independencia judicial y los derechos de los individuos.

Aderet revela que el historiador realiza un nuevo proyecto de investigación: el estudio de los países que enloquecieron (¡megasic!), lo cual explica cómo los países se desvían de su curso y se vuelven extremistas.

Así, según Zimmermann, la ocupación en Alemania que enloqueció en 1933 hasta que decretó su autodestrucción (sic), y la ocupación con desarrollos asombrosos en la sociedad judía (sic) e israelí (sic), me llevaron a tratar con este fenómeno transhumano (¡megasic): las sociedades que en un cierto punto se descarrilan o simplemente enloquecen. ¡Luminoso concepto! Zimmermann aduce que “Israel enloqueció a inicios de 1967 cuando la idea del territorio bíblico lo empezó a dominar políticamente. La historia del gran Israel y los asentamientos neocoloniales es la historia de una sociedad que se vuelve rehén de su romanticismo bíblico que arrastra a la sociedad entera a su perdición”. Zimmermann se pregunta: ¿Cómo pueden estas sociedades, educadas y racionales, ser barridas en actos colectivos de locura?

No lo dice, pero es el común denominador, a mi humilde juicio, del comediante jázaro (https://bit.ly/3QqemJr) Zelenski –de una microminoría ucraniana y su “gran Israel (https://bit.ly/3MZYCMb)”, manipulada por rusófobos intereses geopolíticos foráneos–, del premier Netanyahu, y del desaforado presidente argentino Milei: los tres zelotes de la secta cabalística jázara Lubavitch/Chabad (http://bit.ly/48u972B).

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