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Decenas madrugan y hacen historia en el primer viaje del Tren Maya
Enviado
Periódico La Jornada
Domingo 17 de diciembre de 2023, p. 5

Cancún, QR., Los primeros rayos del sol aún no asomaban y decenas de personas ya hacían fila. Visiblemente ansiosos y emocionados, aguardaban el momento en que se les permitiera el paso. El frío –acompañado de una intensa lluvia– con que amaneció esta ciudad no amainó su energía. Sentían que en pocos minutos protagonizarían un hecho histórico: ser los primeros pasajeros que pagaron boleto para viajar en el Tren Maya.

La ansiedad provocó que algunos no pudieran dormir la noche previa. Los pensamientos –señalaron– iban y venían: desde la emoción por subirse a un tren por primera vez hasta la angustia de que el sueño los venciera y no despertaran a tiempo.

La Jornada documentó la salida del primer tren de pasajeros con la corrida Cancún-Campeche, que se puso en marcha a las 7:23 de la mañana; 23 minutos después de lo programado, lapso demasiado largo para la estricta puntualidad en los sistemas ferroviarios mundiales, aunque nada grave en la cultura nacional.

Sin embargo, no todo fue alegría. Testigos reportaron que la segunda corrida del día desde este punto del Caribe mexicano, programada para las 11 de la mañana, tuvo un retraso de más de tres horas.

Funcionarios de la empresa Tren Maya, a cargo de la Secretaría de la Defensa Nacional, informaron a este diario que se trató de “una falla en el sistema, un tema de Alstom –empresa que fabrica los trenes–, y nos provocó un retraso de tres horas”. Una vez resuelto, dijeron, el convoy partió rumbo a Campeche.

A las 7:10 comenzó el abordaje del primer tren. Hilda Ramírez fue una de las primeras en ocupar uno de los espacios reservados para personas con algún tipo de discapacidad, pues usa silla de ruedas. Acompañada por sus hijas –sólo una viajó con ella–, abordó el convoy con el apoyo del personal de vigilancia del Tren Maya. Compramos (los boletos) por la emoción de ser los primeros (en usar el nuevo ferrocarril). Fue la curiosidad, dijo minutos antes de abordar.

Hilda fue de aquellos que pasaron la noche en vela. Pensaba que sería la primera ocasión en sus más de 60 años en que se subiría a un tren y no quería perdérselo. Se levantó a las 4 de la mañana y una hora después estaba lista para salir de casa.

Originaria de Oaxaca, pero residente en Cancún, esta pasajera fue sin duda la que más llamó la atención: llevaba consigo una gran Bandera nacional y en innumerables ocasiones lanzaba el grito: ¡México, México, México!.

Entre los consabidos cánticos, no quedó fuera el reconocimiento de los usuarios para el presidente Andrés Manuel López Obrador, sabedores de que fue suya la decisión de retomar el tren de pasajeros. Entre el alboroto y el júbilo por que serían los primeros en usar este moderno tren, al que ya todos han adoptado como El Jaguar Rodante, la mayoría coreó: ¡Es un honor estar con Obrador.

Irma y Enrique, una pareja de sesentones, consideraron que los trenes de pasajeros deben regresar a todo el territorio nacional y no quedarse sólo en el sureste. Ayudaría mucho.

Desde que el mandatario anunció el proyecto y comenzaron las obras, esperaban el día para adquirir sus boletos. Así, el primero de diciembre, fecha en que se abrió la venta, no lo dudaron y de inmediato los compraron vía Internet para ser de los primeros y hacer historia. Hace mucho que queríamos ir a Campeche, pero manejando se nos hacía muy lejos. Ahora con el tren pensamos que es más fácil para nosotros.

Aunque la cita era poco antes de las 7 de la mañana, la gran mayoría hizo lo posible para llegar con mucha anticipación. La familia González-Torres salió a las 5 de la madrugada de su casa, en Playa del Carmen, a una hora de Cancún. La suerte parecía jugar en su contra: a mitad del camino se les ponchó una llanta. El haber tomado las precauciones de tiempo fue un factor para que llegaran a tiempo.

El primer convoy con rumbo a Campeche arrancó llevando a decenas de pasajeros –no se llenó– y al final del andén, sobre la vía, se escuchó su pitido mientras, a lo lejos, familiares de los viajeros los despedían con los brazos en alto.