Opinión
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Desde el otro lado

Debates vergonzosos

E

s curioso, un poco absurdo y vergonzoso el comportamiento de los cuatro precandidatos del partido republicano a la presidencia. En el más reciente debate se dedicaron a atacarse mutuamente olvidando que Donald Trump, con su característica soberbia, no quiso participar por considerarlos contrincantes menores. Pareciera que su máxima aspiración es un segundo lugar dando por sentado que Trump será el candidato; en otras palabras, quizá esperan un premio de consolación como la vicepresidencia o algún puesto en el gabinete del que pretende ser el próximo presidente de Estados Unidos.

Fue insólito que en el debate evitaran referirse a los grandes traspiés de Trump cuando fue presidente, a los 91 cargos que enfrenta en varios tribunales por delitos de toda índole y a los estridentes discursos que anuncian venganzas y amenazas, con las que a diario descalifica las bases de la democracia estadunidense. No hay duda de que temen la respuesta de Trump y la de sus aún cientos de miles de fanáticos que lo apoyan. Faltan unas cuantas semanas para que se efectúe el primer evento mediante el cual los republicanos comienzan sus elecciones primarias en Iowa. El proceso continuará a lo largo de seis meses en todos los estados y culminará en la convención republicana en Wisconsin en julio.

Es mucho tiempo y muchas cosas pueden suceder, pero de continuar ignorando las trapacerías de Trump y rebajar el debate con insultos poca tela habrá de dónde cortar para que los electores se formen una idea más o menos clara de las intenciones y planes que cada precandidato ofrece; también existe el peligro de que los ataques personales se multipliquen. Cuando la convención republicana se celebre, lo más probable es que se convierta en un herradero en el que el ganador será quien tenga más habilidades histriónicas. La esencia de la política será una vez más desplazada por la mercadotecnia y el circo; en las redes sociales la desinformación y la vulgaridad orientarán la opinión de la gente.

Mientras tanto, Biden se debate en las exigencias de una política externa que los republicanos han convertido en una disyuntiva de difícil solución para el presidente con miras a su relección: apoyo a Ucrania e Israel sí, pero, a cambio, no de una reforma migratoria justa, sino de medidas draconianas.

Tal como se plantea esta situación, la mezquindad será la sustancia en una sociedad cada vez más polarizada.