Mucho se ha reflexionado y escrito sobre Francisco Villa (1878-1923) como uno de los principales brazos armados de la Revolución Mexicana, pero poco se ha documentado sobre un Villa íntimo y cotidiano, es por ello se inaugurará la exposiciones Memorias de familia, para la cual se han seleccionado una serie de objetos personales, documentos e imágenes, que de manera paralela dialogan con otra muestra, Villa en la lente de Casasola, integrada por fotografías capturadas por Agustín Víctor Casasola (1874-1938).

Ambas exhibiciones, que podrán ser apreciadas en el Centro Cultural Casa Talavera, tienen como propósito humanizar a la leyenda, explicaron a La Jornada Emma Messeguer, directora de dicho centro cultural, así como la curadora María García Acosta, Adrián Casasola, bisnieto del reconocido fotógrafo, y Francisco Villa Betancur, nieto de Villa.

La idea es ofrecer una mirada distinta, más cotidiana e íntima, sobre la vida de un personaje histórico tan singular, reiteró Messenger.

Para Memorias de familia se seleccionaron piezas del acervo del Museo Itinerante General Francisco Villa. En la muestra se pueden ver desde telegramas de guerra, billetes de la época, revólveres que usó cuando estaba en su fase de justiciero social y un documento original que enlista las cosas que portaba Villa en el momento de su asesinato, manchado con la sangre de Villa. Son objetos que han sido conservados por cuatro generaciones de la familia, comentó la curadora.

Hay billetes de la época como testimonio de un Villa coleccionista. Éstos aparecieron en un momento histórico en el que Venustiano Carranza está molesto porque la Revolución acuñó su propia moneda. “Villa entonces hizo lo propio con sus billetes. Guardó unos cuantos junto con un periódico en el que se anuncia que Carranza iba a emitir un billete ‘infalsificable’ y Villa sacó entonces los suyos”, explicó García Acosta.

La muestra da cuenta del hombre civil que disfrutaba jugar rebote a mano, montar motocicletas y tocar la guitarra; un hombre joven que a sus 45 años marcó con tinta indeleble la historia de México. No se minimiza al militar que fue, pero también se quiere dar testimonio de su cotidianidad.

También se encuentran originales de cables de guerra. Por ejemplo, hay un telegrama encriptado en el que Villa le da instrucciones a Felipe Ángeles de ingresar a una determinada región.

Hay un maletín donde el general guardaba su correspondencia, espuelas y herraduras; incluso, unas que le regaló Zapata. Se muestran también cuellos de camisa, un modesto y austero jarrito “que siempre usaba para beber, pues se cuidaba de no ser envenenado”.

Como parte de las actividades paralelas, se presentará el libro El Villa que me contaron, escrito por Francisco Villa Betancourt, nieto del revolucionario, el próximo lunes a las 16 horas en el Centro Cultural Talavera (Talavera 20, casi esquina con avenida Circunvalación, Centro Histórico). Ese mismo día se inauguran Memorias de familia y Villa en la lente de Casasola.