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Reseña

Mahler con la Ofunam

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▲ Panorámica de la sala Nezahualcóyotl, sede de la Ofunam.Foto Pablo Espinosa
L

a Orquesta Filarmónica de la Universidad Nacional Autónoma de México (Ofunam) confirmó el fin de semana su condición como la mejor del país gracias a su calidad interpretativa y el elevado nivel de interés musicológico y para el público de sus programaciones. Su distintivo mayor: la capacidad de tocar en conjunto, quedó demostrada en un programa enfocado en Viena, con las Siete canciones juveniles del austriaco Alban Berg y la Cuarta sinfonía de su paisano Gustav Mahler.

La estrella de la sesión fue la soprano alemana Sarah Maria Sun, porque engarzó con nitidez el espíritu romántico de las canciones alemanas de Alban Berg, con el espíritu romántico de las canciones alemanas originales del Des Knaben Wunderhorn (El corno mágico del joven) que usó Mahler en su Cuarta sinfonía, coronación de su ciclo de sinfonías Wunderhorn.

El género lieder (máxima expresión del canto) vertebró la sesión sinfónico-vocal, con su manantial de poesía: Alban Berg, autor de partituras exquisitas, abrevó de Rainer Maria Rilke y de Nikolaus Lenau, Theodor Storm, Johannes Schlaf, Erich Hartleben y Paul Hohenberg. Lo que escuchamos fue una magistral sesión del mejor canto y la mejor orquestación, con prosodia perfecta a cargo de la soprano alemana, y rendimiento interpretativo de primer nivel, tanto de la soprano como de la orquesta, dirigida por la otra estrella de la sesión: Iván López Reynoso, consolidado a su vez como el gran director de orquesta que siempre ha demostrado ser.

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▲ El director mexicano Iván López Reynoso con la soprano alemana Sarah Maria Sun.Foto Pablo Espinosa

Las manos desnudas del director sobre el podio dibujaron el mapa propicio para lograr una atmósfera de encantamiento.

En la segunda parte del programa sonó la Cuarta de Mahler y sucedió algo inédito: luego de rendir una jornada entera de perfección canora, la soprano Sarah Maria Sun desplegó sus asombrosas capacidades dramatúrgicas cuando enalteció la parte final de la obra. Al pronunciar el verso: No hay en la Tierra música más bella que la nuestra y seguir narrando La vida celestial (como se conoce a la cuarta parte de la Cuarta de Mahler), donde las 11 mil vírgenes bailan, Santa Úrsula sonríe, el vino es gratis y la alegría es compartida, ella, la soprano, inclinó la cabeza e hizo un gesto en el rostro en sintonía con su gesto canoro de tal forma que la atmósfera se hizo por completo mágica y comenzaron a rodar lágrimas de felicidad en mi rostro.

Casi cuatro décadas escuchando la Cuarta y por fin llega una soprano que entiende a cabalidad de qué trata todo: esta sinfonía es considerada alegre cuando –ella lo demostró– en realidad es sublime.

La transparencia del sonido se debió a las manos del director López Reynoso, la gran calidad técnica de todos los integrantes de la Ofunam, pero, sobre todo, a la dramaturgia del canto de la soprano Sarah Maria Sun, quien nos condujo al paraíso.