as que fueran tierras agrícolas entre Chapultepec y las haciendas de la Teja y la Condesa, en el siglo XX comenzaron a poblarse siguiendo el desarrollo urbano que había empezado a mediados del siglo XIX hacía el poniente.
A fines de esa centuria, alrededor del pueblo de San Miguel Chapultepec, con orígenes en el siglo XVI, se inició una desordenada urbanización sin un plan y escasos servicios. Los terrenos pertenecían a Rafael Martínez de la Torre, quien consiguió la autorización para fraccionar el gran predio, pero no se preocupó del trazo de las calles, los servicios ni la construcción de infraestructura.
Al igual que sucedió con otras como Santa María la Ribera, esas obras se realizaron paulatinamente y las costeaban los compradores de los lotes, por lo cual su desarrollo se hizo con lentitud. Sin embargo, en 1913 consiguió que se le otorgara el título de colonia, junto con la Escandón y San Pedro de los Pinos.
Su excelente ubicación resultó atractiva para una heterogénea población que se inspiró en las nuevas tendencias arquitectónicas como el estilo art déco, neocolonial y funcionalista. Estas construcciones convivían con antiguas casas de campo de familias ricas, algunas de las cuales todavía podemos ver ya sin sus huertas, jardines ni caballerizas. Ahora los ocupan una variedad de edificaciones que constantemente se renuevan y han dado paso a edificios y casas modernas.
Una de las pocas mansiones porfiristas que sobreviven es propiedad de la Universidad Autónoma Metropolitana, que la dedica a actividades culturales. En la llamada Casa del Tiempo, donde vivió muchos años Ezequiel Padilla, quien durante varias décadas fue un influyente funcionario público de altos vuelos, entre otros cargos fue titular de la Secretaría de Educación Pública.
San Miguel Chapultepec tiene mucho de barrio, lo que le brinda encanto con su trazo irregular, calles arboladas, la miscelánea que convive con el cafecito gourmet, la casita modesta estilo los años cincuenta junto a la vistosa construcción contemporánea.
Por algo se han establecido varias de las galerías de más prestigio de México, entre otras, la de Arte Mexicano que fundó Inés Amor en 1935, que se considera la primera que se estableció en la Ciudad de México. Amiga de los grandes artistas de la época, sus exposiciones eran con pinturas de Diego Rivera, José Clemente Orozco y Rufino Tamayo, entre muchos otros que habrían de volverse grandes figuras internacionales.
También están varias de las que se consideran entre las más destacadas en la actualidad: Kurimanzutto, Enrique Guerrero, Patricia Conde y RGR Art, por mencionar algunas.
Como todo barrio de prosapia, San Miguel Chapultepec tiene su mercado: El Chorrito. Contra lo que puede pensarse el apelativo nada tiene qué ver con la canción de Cri-Cri. Hay varias versiones de su origen, una dice que en los viejos tiempos de la colonia la falta de agua orillaba a los vecinos a hacer agujeros en las tuberías para abastecerse, aunque fuera de un chorrito.
Otra es que durante la construcción del mercado en 1955 un trabajador rompió una tubería y un chorrito de agua salió y salió durante varios días. Se supone que el mercado se llama Plutarco Elías Calles, pero como suele suceder, la gente bautiza los lugares como les acomoda y ese nombre permanece, sea cual fuere el oficial.
El Chorrito se quedó y el lugar es parte importante no sólo del abasto de la colonia, es sitio de encuentro y tiene un lugar destacado como centro culinario. Es el preferido de un gran número de vecinos y trabajadores del rumbo para comer y desayunar.
Tiene una enorme cantidad de fonditas, cafeterías, comedores, antojerías y en prácticamente todos se come muy bien, ya que la competencia es fuerte; sin embargo, los habituales tienen sus favoritos.
La oferta es inacabable: barbacoa, flautas, tacos de lo que se le ocurra, tortas, antojitos, comida corrida; las enchiladas verdes y de mole en el comedor Lupita son únicas, así como el consomé con mollejas e higaditos. Si está en la onda de la comida sana, hay lugares que ofrecen apetitosas ensaladas, jugos o algún snack saludable.
Como todo buen mercado, tiene sus establecimientos especiales como la mercería especializada en botones de don Cuauhtémoc Lozano, que ofrece más de 800 modelos muy bien acomodados en frascos de Gerber.