"La Jornada del Campo"
Número 193 Suplemento Informativo de La Jornada Directora General: Carmen Lira Saade Director Fundador: Carlos Payán Velver
Sembrando vidas 2
Julio César Gerónimo Castillo. Cortesía Secretaría del BienestarJulio César Gerónimo Castillo.Cortesía Secretaría del Bienestar

Un Programa público inspirado en el modo de vida campesino

Lorena Paz Paredes y Enrique Pérez  

Un enfoque de trabajo desde la Unidad familiar campesina

Lo que es más significativo del PSV, lo que más llama la atención son los grandes aportes derivados de adoptar una perspectiva integral centrada en la unidad familiar campesina donde se consideran todos sus elementos, por lo que el Programa no sólo atiende la pura producción, no solo ve cómo mejorar los rendimientos del café, el cacao, la milpa; nos importa el cafetalero, el milpero y su familia. Para mi éste es un aporte central: enfocar el trabajo del Programa hacia esta célula, a la unidad campesina familiar, donde lo productivo es un elemento más junto a otros de carácter social, económico, ambiental.

Reforestación productiva y sustentable

A mí me toca la instrumentación de programas de agroforestería, una de las ramas del PSV, y me parece que lo que estamos haciendo es el segundo gran aporte del Programa. Se trata de la reforestación más importante en la historia del país. No hay hoy una reforestación más grande en el mundo que la del PSV. Además, la nuestra es una reforestación agroforestal y productiva, que tampoco existe en el planeta con estas características. Es un modelo innovador y una política pública inédita. Aunque en el manual de la Comisión Nacional Forestal (CONAFOR) del 2010, ya se contempla este tipo de reforestación, además de la urbana y rural.

En el pasado hubo sistemas agroforestales provenientes de nuestra riqueza cultural indígena. Desde los mayas, los aztecas, los toltecas, en la cultura madre de los olmecas ya manejaban estos sistemas con otros nombres. Y en el PVS reconocemos esta herencia y la hemos venido aprovechando.

Sistemas agroforestales diversificados

Los Sistemas agroforestales (SAF) que estamos impulsando, los adoptamos porque su diversidad productiva representa un incentivo para las familias sembradoras; les permite tener alimentos en el corto plazo, ingresos por productos de distinto tipo en el mediano y largo plazo, y un patrimonio de ahorro o de jubilación a largo plazo con los recursos forestales. Y estamos trabajando con las unidades campesinas más vulnerables, clasificadas en los estratos más bajos de la pobreza, aquellas que han sido históricamente relegadas del desarrollo, trabajamos con las comunidades indígenas más inaccesibles, que están pegadas al recurso forestal natural y que para sobrevivir lo han impactado y degradado.

Cuando hablamos de un sistema agroforestal, nos referimos a la reconversión de áreas que ya fueron taladas, ya están degradadas, que están ociosas o en desuso. Y en el PSV iniciamos con los sembradores y sembradoras un proceso para agregar cobertura vegetal, con el fin de que sus unidades familiares puedan vivir de ese SAF. Un sistema que ellos y ellas aprenden a procurar, pues lo cuidan, lo protegen, un sistema que no se aprovecha por única vez, si es un sistema agroforestal cafetalero o cacaotero, mínimo les va a durar 30 años, que es la vida productiva optima más sana de un SAF de este tipo.

Tenemos dos grandes ambientes. El primero son los recursos naturales, cuya pérdida es alarmante por diferentes razones: incendios, tala ilegal, avance de la frontera agrícola, ganadería. Por todo ello año con año se ha venido perdiendo muy drásticamente la cobertura vegetal. Con los sistemas agroforestales marcamos un alto, y si las unidades de producción campesina los cuidan, pueden vivir de ellos y proveer de alimentos y bienes maderables a la sociedad.

Hoy la frontera agrícola rebasa los 26 millones de hectáreas, nosotros estamos trabajando en un millón, apenas el 4%. Pero es un paso que vale la pena dar. Incrementar y extender los sistemas agroforestales bajo este modelo puede ayudar a alimentar a la población además de a los poseedores directos que le den un manejo adecuado.

Un SAF que se trabaja y se cuida va a permanecer. Si le faltan recursos a la familia se eliminen uno o dos elementos, o lo que se necesite, pero al mismo tiempo se incorporan nuevos, y se garantiza la cosecha cuando los árboles llegan a su turno…

En una plantación forestal comercial, el bosque se ve muy bonito, pero a la hora del aprovechamiento ‘le doy mataraza’, todo se va al aprovechamiento y la vegetación o sea la biodiversidad animal y vegetal generada, acaba por perderse. En cambio, el modelo del SAF permite recuperar y mantener esa riqueza. Este es el otro gran aporte.

En la historia del país no ha habido nunca una política pública que haya impulsado sistemas agroforestales, aunque si plantaciones forestales homogéneas.

Cierto que en el mundo hay reforestaciones importantes, pero no bajo este modelo, simplemente se planta el arbolito y ahí lo dejan; incluso la normativa de la CONAFOR es nomás de restauración. En este caso se trata de una reforestación agroforestal con fines productivos y sustentables, no es nomás tiras y cosechas, es parte del manejo y trabajo.

Agroecología como política pública

Otro elemento novedoso es el impulso de la agroecología como política pública. No hay precedentes en esto. Aunque la agroecología ha existido desde hace muchos años, nunca se había promovido a esta escala ni como política de gobierno. En el PSV se manejan más de 15 mil biofábricas que arrojan beneficios importantes; sobre todo con la intención de recuperar el conocimiento de las semillas y de nuestras especies locales. Las Comunidades de Aprendizaje Campesino (CAC) hacen colectas de semillas y las reproducen de acuerdo a las condiciones de su región; algunas son alimentos animales o para las abejas, energéticas para leña, o maderables. Otras están rescatándose y volviéndose a sembrar, pues estaban perdiéndose. Es parte de ese sentimiento de recuperación de la vida, donde los y las participantes están produciendo sus propios bioinsumos. En esta tarea el equipo técnico ha aportado y también las y los sembradores traen mucho conocimiento, y se han permeado los saberes de unos y otros. Y hoy están produciendo fertilizantes sólidos, compostas bocashi, bioles, biopreparados para control de plagas y enfermedades, uso de plantas como abonos verdes para recuperación de suelos, nutrientes del aire, nitrógeno a través de la asociación de bacterias.

En el PSV la parte ecológica ha ido avanzando ligada a los beneficios ambientales y a la recuperación de saberes. El enfoque de la agroecología nos está permitiendo trabajar de una manera diferente. Las cantidades y volúmenes de bioinsumos que se producen en las biofábricas, es impresionante. Ahí estamos sustituyendo los fertilizantes con materiales naturales y orgánicos, y reduciendo así huella ecológica que implica el uso de agroquímicos. La planta necesita 16 elementos, el nitrógeno es uno de ellos, es el central, y lo estamos sustituyendo por elementos naturales, también el potasio y otros, a través de prácticas agroecológicas que recuperan el suelo, la vida. Con los fertilizantes sucede como con la penicilina, que cuando queremos combatir al patógeno ya generó resistencia, y quiere otra diferente o más de lo mismo. En la agricultura es similar, se hace dependencia a esos paquetes de agroquímicos

Beneficios del Sistema MIAF

Con el sistema Milpa con frutales intercalados (MIAF) se hace agricultura de ladera, curvas de nivel, barreras, presas filtrantes para que el agua corra pero que no se lleve los suelos, recuperación de las semillas, cuidado del ambiente ligado a los ecosistemas. Lo que se ha generado es una concepción, más cercana a un modo de vida que a un modelo de negocios. Como pasó con la agricultura orgánica que nace igual; se forman certificadoras que validan la calidad del producto pensando en el consumidor, pero luego se transforman en un modelo de negocios y al final se mercantiliza todo. Grandes empresas como Bayer dominan hoy la industria química, tienen patentes, y ya están en el mercado vendiendo sus paquetes tecnológicos orgánicos. Quizá es bueno para la salud del consumidor, pero finalmente se trata de un negocio ganancioso donde los recursos naturales son vistos como materia prima para ese fin.

Por eso cuando hablamos de unidad de producción campesina, pensando en la riqueza del concepto campesino; vemos a un sujeto que ama y quiere a su tierra no como un recurso material, vemos un modo de vida, más que una unidad mercantil.

No imposición ni transferencia tecnológica sino Diálogo de saberes

La cuarta aportación del PSV es el diálogo de saberes que nos ayuda a recuperar nuestra historia, nuestras culturas. Lo que ha pasado con los modelos de desarrollo impulsados en los últimos años, es que los ‘expertos’ los hacen desde el escritorio. Ellos dicen saber todo sin conocer realmente la riqueza multicultural y ambiental que tenemos, ni lo que significa nuestra realidad mexicana. Quienes conocemos la historia fallida de los muchos programas rurales, creemos que ese desconocimiento es parte de los errores y fracasos en el campo.

En SV esa riqueza es la que queremos recuperar en diálogo con las y los sembradores, lo que vale es el saber del campesino, aunque no haya ido a la escuela, él conoce mejor su tierra, su sistema productivo. Buscamos con él, un diálogo de saberes. Y es difícil, porque nuestra base técnica no ha nacido en esta ideología, viene de procesos formativos derivados de la revolución verde; y aquí estamos haciendo un cambio de paradigma, lo que implica un encontronazo con el pasado extensionista.

El PSV promueve cosas interesantes, novedosas y fuertes. Reconocemos y buscamos el diálogo. Cierto que hay mucha riqueza en las universidades, en las escuelas, pero el conocimiento técnico no es el único, no alcanza ni manda por sí solo, como lo decretaron gobiernos anteriores. En el diálogo con el campesino hay un reconocimiento cultural, de saberes ancestrales, con eso queremos dialogar.

Nuestros jóvenes técnicos y becarios llevan nuevas tecnologías, la internet, conocen las normas del Programa, pero el sembrador tiene el conocimiento de su región, del clima, de los ciclos productivos, de las especies vegetales, de cómo se manejan. Y vemos el resultado. Se ha hablado mucho de la transferencia tecnológica, y ahora creemos que no hay tal transferencia, o no debe haberla, y eso lo estamos transformando en diálogo de saberes, en acompañamiento y aprendizaje, es lo que nos fortalece en el día a día con las y los sembradores.

Lecciones, aprendizajes y tareas por hacer

Debemos mantener y reforzar los aprendizajes derivados del enfoque integral de la Unidad de Producción Campesina (UPC). Esta perspectiva es fundamental, no solo ver el ambiente, lo productivo, o lo familiar, sino adoptar una visión de conjunto. También debe mantenerse el acompañamiento técnico de modo permanente y el trabajo con los sembradores, pues es una estructura muy funcional y parte del éxito del Programa.

Las bases se han sentado, los primeros pilares están ahí, ya se cambió el paradigma, ahora hay que terminar la obra. La inició nuestro presidente, y tuvimos que picar piedra, fue arduo construir y coordinar un equipo en territorio y oficinas.

Necesitamos reforzar el trabajo de comunidad con la perspectiva de comunalidad, hacer ordenamientos territoriales, pues hay un gran desorden de esquemas y modelos productivos en el campo, se siembra donde no debe sembrarse, y derrochamos nuestros reservorios de agua.

Y como vivimos en un mundo globalizado, debemos ligar este proceso nuestro a los mercados, encadenarlo a la comercialización sea el modelo comercial que sea. En el medio rural vive como el 25% de la población mexicana, y creemos que las ciudades tienen que alimentarse con productos sanos que debe abastecer nuestro campo. Necesitamos sustituir importaciones, desarrollar nuestros propios productos bajo este modelo de cuidado a la naturaleza, de trabajo local, de comunidad campesina.

No podemos entrar fácilmente al mercado; ya hay cadenas, ya está ocupado por empresas, etc. Entonces ¿cómo insertar este sistema nuestro? implica un doble trabajo, primero con el consumidor ofreciéndole alimentos sanos, empezando con nuestros propios mercados, y en segundo lugar incrementando la frontera agrícola del 4% al 10%, para recuperar con los SAF áreas degradadas, ociosas. Entendiendo que lo que aporta el PSV no es un subsidio sino una inversión para el futuro del campo y el país. •