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A 50 años de la ignominia
Manuel Mejido, el único reportero que consiguió evadir la censura militar chilena

El periodista veracruzano se encontraba en Santiago cuando ocurrió el derrocamiento del gobierno democrático de Allende // Durante 15 días logró sacar la información desde la embajada

 
Periódico La Jornada
Sábado 9 de septiembre de 2023, p. 3

Durante el golpe de Estado en Chile, en 1973, el mexicano Manuel Mejido (Tierra Blanca, Veracruz, 1933-Ciudad de México, 2021) fue el único periodista de todo el mundo que logró sortear la censura militar durante semanas para narrar el proceso de la instalación del dictador Augusto Pinochet.

De forma inesperada, el reportero se encontró en medio de la sublevación armada y pudo enviar durante 15 días consecutivos sus despachos desde Santiago gracias a que logró conservar abierta una línea telefónica en la embajada de México en la capital chilena.

El registro de los hechos ocurrido desde aquel 11 de septiembre y durante el tiempo que duró la cobertura de Mejido se reunieron y publicaron al año siguiente en el libro Esto pasó en Chile (Editorial Extemporáneos); hoy es una publicación que buscan con afán coleccionistas e interesados en el tema.

En las primeras páginas, el periodista Manuel Becerra Acosta escribió que “si la oportunidad y la objetividad fueron las condiciones que permitieron a Manuel Mejido dar cumplimiento a su cometido de informador en el acontecimiento más patético en muchos años –un suceso negro en la nigérrima historia iberoamericana–, su tarea de reportero tuvo cabal apoyo en la investigación, en el conocimiento del medio, en la comprensión de la peculiaridad social de Chile y de su circunstancia político-económica”.

En el libro también se explica que al inicio de la sublevación, el diario chileno La Tercera de la Hora, uno de los únicos autorizados por la dictadura para continuar su labor, difundía que los uniformados combatían a civiles armados y resguardaban a la ciudadanía, o que el bombardeo de 15 minutos contra La Moneda era un ejercicio de aviación. No había muertos en esas crónicas.

Experiencia como corresponsal de guerra

Mejido había sido corresponsal de guerra en Argelia, Vietnam y el Medio Oriente, y luego columnista. Un día de septiembre de 1973, mientras desayunaba con su esposa en un restaurante de la capital chilena, se enteró de que había caído el presidente Salvador Allende, e inmediatamente intentó llegar a la sede presidencial en un país que ya enfrentaba el caos por la huelga de transportistas.

Un coronel lo transportó hacia el Palacio de La Moneda, donde pudo obtener información acerca de la realidad del enfrentamiento. Intentó entonces comunicar lo recabado al exterior por medio del teletipo de la embajada de México en Chile. No funcionaba.

En 2019, el periodista veracruzano narró a La Jornada aquellos momentos, cuando solicitó ayuda al embajador de México en Chile, Gonzalo Martínez Corbalá.

“–Gonzalo –dije al embajador–, ¿qué hago para enviar información?

“–Pues nada –respondió–. Están bloqueadas las comunicaciones. Lo primero que hacen los golpistas es desconectar a su país del mundo; ya aislaron a Chile. Van a masacrar.”

Al poco tiempo, continuó contando Mejido, sonó un teléfono en la representación diplomática y al descolgar le explicaron que hablaban de la agencia argentina Télam.

“Me identifiqué, le dije que era Mejido, reportero de Excélsior, de México, que tenía 40 cuartillas de lo sucedido y las quería trasmitir a mi periódico.”

Foto
▲ El libro Esto pasó en Chile reúne el registro de los hechos ocurridos desde aquel 11 de septiembre de 1973 y durante el tiempo que duró la cobertura de Mejido. Las imágenes corresponden a una entrevista que otorgó el periodista a La Jornada en 2019.Foto José Antonio López

Después de asegurarse de que le harían llegar la información a su diario, solicitó dos secretarias permanentes para que recibieran información en cualquier momento, y sólo entonces empezó a dictar sus notas.

Así hizo llegar una entrevista exclusiva con la ya entonces viuda de Allende, Hortensia Bussi.

El primer capítulo de Esto pasó en Chile habla del inicio de ese 11 de septiembre, principalmente desde el bando presidencial. Las medidas inmediatas que tomó Allende, las reuniones con su gabinete y las traiciones que se confirmaron en esas horas.

Se detalla el ánimo del mandatario socialista y las exiguas fuerzas de defensa de La Moneda: El presidente, 23 miembros de su escolta personal, los llamados GAP, y 7 detectives todavía leales. Ni un solo uniformado. Afuera, 300 soldados de infantería y 10 tanques se preparaban a un asalto masivo.

Mejido también consignó la respuesta tajante de Allende a un Pinochet que le ofrecía abandonar el país: Yo no hago tratos con traidores.

Otros capítulos del texto pleno de información se titulan: Tomás Moro: la angustia de no saber, Santiago: bombas sobre los obreros, Chile: operación Centauro, Toque de queda: Neruda muere de pena, El golpe: su estrategia, Allende: constitución frente a bayonetas, Principio del fin: golpear al golpe, Embajadas: puertas de escape y La Junta: ¿hasta cuándo?

Ahí están las crónicas de los últimos días y las exequias de Pablo Neruda: “Neftalí Reyes, conocido en el mundo como el poeta del Premio Nobel, había caído en cama víctima de una vieja enfermedad agravada por la tristeza que le causó la muerte de su amigo Salvador Allende (…)

“El poeta murió de pena. El 23 de septiembre su casa fue saqueada (…) El día de sus funerales se formó un cortejo de aproximadamente mil personas, casi todas buscadas por la justicia militar. Los que usaban barba se la habían cortado; los que nunca usaban gafas, ese día lo hicieron para disimular su rostro.”

Mejido inauguró la reseña de los asesinados en los combates de toda la ciudad: En ningún caso pudo comprobarse la cantidad de víctimas que arrojaron las batallas que se libraron en Santiago, porque únicamente vehículos y ambulancias del ejército y carabineros estaban autorizados para levantar los heridos o los muertos. Esta tónica se continúo durante días.

Son sobrecogedores los relatos de los ataques y batallas contra quienes no se plegaron al golpe de Estado y mantuvieron la defensa de la Unidad Popular en las principales ciudades de Chile: millares de obreros organizados, el ataque a un buque de transporte cubano, los miristas en acción, consignados en los textos Santiago: bombas sobre los obreros y Chile: operación Centauro.

El libro y la labor de Manuel Mejido representan un extenso registro de la destrucción de una nación y la imposición armada contra un pueblo.