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Paula Markovitch propone hacer un cine descolonizado que trate los problemas de AL

La directora participará en el ciclo de conversaciones con realizadores, que se efectúa en la Cineteca

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▲ Markovitch, durante uno de los rodajes de sus películas.Foto cortesía de la cineasta
 
Periódico La Jornada
Jueves 3 de agosto de 2023, p. 7

La voz creativa de la cineasta, guionista y escritora Paula Markovitch es contestataria, arriesgada y poco convencional.

Su búsqueda en el séptimo arte se ha centrado en el retrato del momento vivo, ya sea a través de la improvisación y el trabajo con actores no profesionales, como en la libertad en los movimientos de cámara: una cámara que imita la frescura de una pincelada.

Lo anterior se lee en un comunicado que sirve para ofrecer una monografía sintetizada de una creadora orgánica y profunda con perennes ánimos de indagación.

Markovitch, nacida en Buenos Aires en 1968, pero quien a los 22 años llegó a vivir en México, será la próxima protagonista del ciclo Conversando con nuestros cineastas, que se realiza en la Cineteca Nacional, donde los asistentes podrán sumergirse en la propuesta de una artista fiel a sí misma, a su libertad, a su postura crítica acerca del estado del cine latinoamericano actual, en el que muchas veces se retrata la miseria, la violencia y la sordidez, desde el prejuicio y el privilegio.

Asimismo, a partir del 10 agosto, día en el que estará frente al público de la Cineteca, se comenzará a exhibir parte de su obra cada jueves del mes.

Paula Markovitch, hay que decirlo, construye personajes multifacéticos y, en cuanto a la puesta en escena, encuentra la belleza en la simplicidad del azar.

La esencia de sus procesos creativos tiene el aroma de estar enfocada, comenta en una charla con La Jornada, a hacer un cine que tenga una perspectiva descolonizada. Quiero presentar en mis obras a personajes que no están definidos por sus circustancias y que son misteriosos, salvajes, inexplicables y únicos; personajes que no son la ilustración de un problema. Siento que a los cineastas latinoamericanos se nos orilla a hablar de temas realistas con problemas sociales. Pero nosotros no sólo somos nuestra problemática; somos mucho más que eso: unos seres singulares, extraños. A veces, el cine europeo o el gringo se permite la creación de historias en las que los personajes no responden a ninguna problemática, sólo son únicos y singulares, y parecería que nosotros, como latinos, tenemos que hablar siempre de nuestros problemas.

Su enfoque como artista, comparte a este medio, es hacer un cine descolonizado que hable de nuestros problemas, pero por medio de personajes únicos. Otro aspecto importante de comentar, recalca, es que el cine actual debe dar espacio a la alegría: cuando más duras son las circustancias, los seres humanos nos aferramos más a la momentánea felicidad.

Markovitch destaca que la sociedad mexicana es muy alegre, con mucha plenitud, y a veces no lo veo reflejado en el cine. Siento que es saludable poner un espejo a esa vitalidad, celebrar que estamos aquí.

La mirada acerca de latinoamérica, insiste, es de una sociedad con muchas problemáticas y quieren ver un cine acerca de ellas. Además, hay una cuestión: que esas problemáticas aquejan a las clases más marginales, pero los cineastas suelen no ser de esa clase social. Entonces, muchas veces hablan de realidades que no conocen en carne propia y eso generalmente es una perspectiva condescendiente.

“Trato –habla teóricamente la realizadora– de que en mis obras se busque la vitalidad, el misterio, crear seres inexplicables.”

Markovitch aborda sus historias desde un buen cimiento de hormigón fílmico: un buen texto. Asegura que para el cine, en el que se suele llamar guion, yo no lo denomino así, porque se me hace como un instructivo. Para mí, el texto para el séptimo arte es una pieza literaria independiente de su futura realización. Cuando emprendo una obra que deseo poner en escena, yo misma hago un texto poético o dramático que puede tener o no el formato de guion, pero lo importante es que, para mí, es un texto literario dramático. Y con la puesta busco ir al fondo, a través, paradójicamente, de la improvisación. Es decir, que en la puesta en escena no deseo ilustrar con imágenes, sino viajar y vivir el momento dramático.

Trabajo con niños

A la directora le gusta trabajar con niños, y su reciente cinta, Ángeles, la cual está en proceso de posproducción, fue escrita ex profeso para una pequeña de una zona marginal argentina de nombre Ángeles Pradal. Escribí la historia especialmente para esta niña talentosa. Hice un texto dramático con escenas muy claras, pero a la hora del montaje, para aprovechar su frescura, trabajé con improvisaciones. Por un lado me gusta llegar con un texto contundente, y luego una puesta en escena muy libre, y no para alejarnos del texto, sino con el fin de llegar a lo más esencial de éste y no limitarse a ilustrar una narrativa sólo con imágenes.

Su ópera prima, El premio (México-Francia-Alemania-Polonia, 2011), ganadora del Oso de Plata en la Berlinale en 2011, así como del Ariel a mejor película, guion y edición, será el filme de apertura el 10 de agosto. Basada en sus memorias y experiencias de la infancia durante la dictadura argentina, la cinta narra la complejidad emocional de una niña, cuyo padre está en calidad de desaparecido y ella vive oculta con su madre en un poblado de la costa.

Le seguirá El actor principal (México, 2019) el jueves 17, en la que retrata el contraste abismal que experimenta un joven de Iztapalapa cuando participa como no actor en una película de arte y es invitado a un festival. Una vez allí, se siente como pez fuera del agua hasta que conoce a Azra, una mujer de Albania con quien establece un vínculo.

El jueves 24 se presentará El corredor sin huellas, dirigida por Sergio Gurrola y producida por Markovitch, un ensayo visual y experimental que sigue la carrera de un corredor rarámuri.

El jueves 31 culminará este ciclo con la presentación de su libro Cacerías imaginarias, editado por la Escuela Superior de Cine en 2022, en el que el lector encontrará tanto vivencias de infancia y juventud como un manifiesto sobre el poder de las imágenes, del relato y el lenguaje.

Cabe mencionar que Paula Markovitch es guionista de cintas como Sin remitente, Temporada de patos, Lake Tahoe y, recientemente, La caja. También ha publicado el libro de relatos El monstruo.

Encuentros como el que sostendrá con su audiencia son vitales, porque estamos en un periodo de aislamiento, aunque haya mucha comunicación virtual. El aislamiento es ficticio porque cualquier artista está en diálogo con sus contemporáneos. El solo gesto artístico no es unitario, va dirigido a un público, concluye.