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Septiembre en Toluca
E

s 15 de septiembre en Toluca, estado de México. A las 23 horas el gobernador saliente da su último Grito de la Independencia. Una hora después, 12:01 horas, del día 16, la nueva gobernadora rendirá la protesta constitucional.

Los nuevos funcionarios aplauden alegres, pero hay otros asistentes que, desconsolados, sólo simulan tal emoción. Es el vaporoso Grupo Atlacomulco que no entiende por qué ocurrió lo que sucedió ni por qué ya nada será igual. Advierten llegar un futuro incomprensible.

Pareciera que al fácil mecanismo de ganar, siempre ganar, le llegó su fin. Se siente el mensaje: los viejos andamiajes de la corrupción serán desmontados. Otros, menos fatalistas, piensan que los cambios venideros serán sólo una pausa de seis años. Que el grupo regresará reditado, con nuevos bríos y todos sus vicios.

Están desconcertados; sin embargo, piensan ya en lo que creen, el justísimo, inevitable, retorno. Pronto estarán yendo rumbo a casa, se irán meditando cómo regresarán. Retorno idílico como su pasado. En él nunca aceptaron que existiera esa falsa telaraña de corrupción, impunidad y arrogancia hoy imputada.

Fuera de esas fantasías, ante ese ambiguo escenario es cosa de esperar un poco para que se corra el telón de la obra cuya trama se revelará desde el primer acto. La maestra Delfina estará preparando los correspondientes guiones.

Zorra, como es, vivirá trabajando en varias escalas, profundidades y tiempos. Así, sin desestimar los problemas estructurales, le será posible identificar a los que se advierten como inmediatos y riesgosos. Se ubican en cuatro órbitas:

1. Las elecciones locales de junio de 2024, que para el estado significan 75 diputados –toda referencia a diputados es a los elegidos por distrito– y 125 presidencias municipales. Es el Congreso que actuará por los primeros tres años del mandato de Delfina. Debe propiciar su apoyo; de no tenerlo, la nueva administración pasará malos ratos.

2. La elección presidencial, simultánea: tres senadores y 65 diputados federales. Recordar que la diputación mexiquense será la más numerosa e influyente ante el Congreso de la Unión.

3. Asumir plenamente el poder gubernamental entre aguas tormentosas, agitadas a la sorda por el Grupo Atlacomulco operando a su estilo. No se resignarán. Irán a morir tras un nuevo episodio, según ellos muy predecible: seis años.

4. Como común denominador de las órbitas descritas, debe considerarse la quinta columna que los intereses damnificados activarán. Atacarán desde fuera y dentro.

Desde fuera con la prensa billeteada por el grupo; los académicos atrincherados en El Colegio Mexiquense, el clero tan poblado por arzobispos y obispos reaccionarios y sumisos al billete, más, naturalmente, los Alitos y Markos despechados. Vienen intrigas y golpes bajos.

Por dentro será la alta burocracia residual, la creada durante décadas en favor de los intereses de Atlacomulco, ella puede torpedear al nuevo gobierno. Se creen despojados de un legítimo estatus.

Es interesante conocer dos casos de regímenes antagónicos, los salientes y entrantes a las presidencias de Brasil y Colombia.

Los entrantes, Lula da Silva y Gustavo Petro, tienen un gran colmillo político. Son dirigentes de enorme experiencia y prestigio y no la están pasando bien. Los desencuentros han llegado peligrosamente con el Poder Judicial y fuerzas armadas.

La maestra Delfina empezará un gobierno condicionado por intentos de descrédito, divisiones internas en la estructura de gobierno, hasta problemas de aceptación de la autoridad que ejerzan sus colaboradores.

Enfrentamientos entre el clasismo de Toluca sobre el supuesto aldeanismo de Texcoco puede ser extremadamente dañino, podría crear cicatrices de difícil sanación.

La maestra confía en su probada serenidad, cualidad que debe exigir a sus cuadros dirigentes. Encontrarán en Toluca personas resentidas, que creen haber sido traicionadas, que ellos no fracasaron, que no entienden por qué el gobernador no atropelló lo que fuera, por qué no les apoyó, por qué no violó la ley. Simplones, deducirán: ¡Claro, le ofrecieron una embajada!

Los resentidos de alto nivel del grupo no aceptarán ninguna razón. Hay que deshacer la telaraña aplicando el poder del Estado. Nunca entenderán que el mandato moral del nuevo régimen es desmontar la telaraña de intereses corruptos.

Saben bien lo que significa el frío del gobierno, la ausencia de contratos, el cobro de impuestos que se daban por condonados, suspensión de prerrogativas y privilegios. Se quejarán de terrorismo de Estado, ya que dada la longitud de sus corruptas colas no tienen argumentos.

Talento y energía. Evitar un conflicto que nacido sencillo puede crecer hasta ser mayúsculo. Hay que desmontar la red. De no hacerlo, perdería el estado, lo reprobarían sus 19 millones de habitantes. Sobre todo perdería la deseada justicia democracia, que es mucho más que haber ganado una elección.