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La alianza opositora se desdibuja
E

l Frente Amplio por México, reciente nombre con el que se bautizó al proyecto empresarial-partidista encabezado por Claudio X. González, nace en medio de turbulencias e indicios de una pronta disgregación. Un día antes de que se hiciera público el membrete que sucedió a Va por México y se diera a conocer el método con el cual elegirá a su candidato presidencial para 2024, ya se había disuelto el Comité Electoral Ciudadano que iba a organizar las primarias opositoras. Cinco de sus 11 integrantes renunciaron entre señalamientos de que el procedimiento acordado entrega todo el poder decisorio a las cúpulas de los partidos, mientras la sociedad civil organizada se ve relegada a un papel meramente decorativo.

Ese mismo domingo 25 de junio, el senador Germán Martínez y el gobernador de Yucatán, Mauricio Vila, declinaron su participación en el proceso para elegir al representante de las derechas. En días siguientes, se desmarcaron de la contienda las senadoras Lilly Téllez y Claudia Ruiz Massieu, el ex gobernador de Oaxaca Alejandro Murat, y el empresario Gustavo de Hoyos Walther. La baja de la legisladora sonorense fue particularmente sensible por las acres palabras con que acusó la falta de legitimidad de la fórmula establecida para seleccionar al abanderado de la coalición.

Si estas defecciones no fueran suficientes, ayer el senador y ex secretario de Gobernación Miguel Ángel Osorio Chong, sus colegas Claudia Ruiz Massieu, Nuvia Mayorga y Eruviel Ávila (ex gobernador del estado de México y poderoso operador electoral), así como tres centenares de militantes, anunciaron su renuncia al PRI. Los ahora ex priístas lanzaron Congruencia por México, plataforma política que se sumará a la miríada de denominaciones que conforman la oposición, hasta ahora sin mayor trascendencia. Apenas el 21 de junio, el PRI se quedó sin presencia en el Congreso de Hidalgo y sin dirigencia estatal, pues todos sus liderazgos abandonaron la formación en protesta contra el Comité Ejecutivo Nacional. Del tercer miembro de la alianza hay poco que decir: de acuerdo con un ejercicio demoscópico divulgado ayer, el PRD retiene un exiguo 1.5 por ciento de las simpatías ciudadanas.

En este escenario ya convulso, el presidente Andrés Manuel López Obrador provocó un sismo al interior del mermado Frente al asegurar que cuenta con información fidedigna de que la consulta para elegir al responsable nacional para la Construcción del Frente Amplio Opositor es una simulación, pues X. González y sus más cercanos ya ungieron a la senadora Xóchitl Gálvez para ocupar ese cargo. La versión del mandatario coincide con el súbito despliegue propagandístico (lo que en el léxico del priísmo del siglo XX se denominaba cargada) a favor de la ex jefa delegacional de Miguel Hidalgo. En efecto, en los días recientes, los medios de comunicación afectos a la alianza opositora se han sincronizado para difundir una versión según la cual Gálvez es una persona de extracción humilde que conoce bien los problemas de las clases populares, ha forjado su carrera a base de esfuerzo personal, es ajena a las élites, comulga con valores progresistas como la diversidad sexual y el derecho de las mujeres a decidir sobre sus cuerpos y hasta tiene un pasado en agrupaciones de izquierda radical. La construcción de esa figura apunta claramente a disputar a Morena votos de sectores progresistas y de izquierda no necesariamente afiliados a ese partido y a desgastar la mayoría que le otorgan todas las encuestas.

De confirmarse lo dicho por el Presidente, se evidenciaría que la derecha ha aceptado su derrota ideológica y la dilución de su ascendiente sobre las mayorías ciudadanas.

Así, la oligarquía acaudillada por X. González vería como única oportunidad de presentar una alternativa electoral competitiva el mimetizarse con el movimiento obradorista en su progresismo y su cercanía al pueblo. Más allá de si la imagen construida en torno a la senadora Gálvez es un ardid de mercadotecnia, este nuevo camino supone el riesgo de enajenar a las bases más recalcitrantes del panismo, un sector en el que cualquier guiño a la modernidad y a los derechos humanos es anatematizado como un ataque directo a los valores moralinos que le son tan caros.

En suma, el bloque opositor se encuentra en la disyuntiva entre fingir un acercamiento con la izquierda a fin de atraer a ciudadanos moderados, o encerrarse en sus posturas tradicionales para galvanizar el voto conservador. En esta tesitura, los contendientes restantes por la nominación del Frente Amplio habrán de preguntarse si se encuentran en una verdadera disputa o sirven como meras comparsas de una candidata nombrada desde el liderazgo de facto de la coalición.