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Dejar atrás la reforma energética
D

e acuerdo con el más reciente informe de la Comisión Nacional deHidrocarburos (CNH), órgano desconcentrado de la Secretaría de Energía, la declinación en la generación en México se revirtió a partir del año pasado, con incrementos en la producción de aceite, gas y crudo. Adicionalmente, las reservas petroleras del país experimentaron un crecimiento significativo.

Así pues, la política energética en vigor ha logrado sacar a la industria petrolera del desastre en el que la colocó la reforma operada en el sexenio pasado, y posicionarla como un sector en crecimiento, a decir del comisionado de la CNH, Héctor Moreira Rodríguez. Ello se consiguió, por una parte, con el freno al otorgamiento de concesiones y contratos, pero sobre todo, con el incremento de la inversión pública y el combate a la corrupción en Petróleos Mexicanos (Pemex).

No debe ignorarse que, hasta noviembre de 2018, esa empresa productiva del Estado se encontraba encaminada a la quiebra por las disposiciones privatizadoras de la reforma energética peñista y por el saqueo de que fue objeto, del cual son ejemplos ilustrativos el caso de la compra fraudulenta de la planta de Agronitrogenados, la cual se encontraba en calidad de chatarra, al empresario Carlos Ancira, en tiempos en los que Pemex era dirigida por Emilio Lozoya. Sólo esa transacción representó un quebranto a las finanzas de la empresa cercano a 2 mil millones de pesos.

Lo cierto es que, durante los cuatro años en que se operó el desmantelamiento de la industria petrolera nacional (2014-2018), la producción nacional de crudo cayó de 2 millones y medio de barriles a menos de un millón 800 mil barriles, y que las empresas privadas sólo aportaron una fracción insignificante. Desde luego, ese fenómeno se tradujo en una menor contribución de la factura petrolera a las arcas nacionales.

Durante el gobierno de Andrés Manuel López Obrador, esa tendencia se ha revertido y, salvo una caída pronunciada en 2020 debido a la crisis derivada de la pandemia de covid-19, tanto la producción de gas natural como la de crudo se han visto impulsadas por la reconversión de las refinerías ya existentes, la compra de la de Deer Park en Texas y, a partir del año próximo, la entrada en operación de la de Dos Bocas, en Tabasco.

México, en suma, se encuentra muy cerca de alcanzar el objetivo que se propuso la presente administración de estabilizar la producción diaria en 2 millones de barriles a fin de garantizar la autosuficiencia en materia de hidrocarburos.

Estos hechos no sólo demuestran que las críticas a la reforma energética peñista formuladas entre 2012 y 2014 eran acertadas y justas, sino también la pertinencia de propugnar modificaciones para revertir todos los términos introducidos en la Constitución y en las leyes por dicha reforma, y ello debe ser considerado una tarea a realizar en el próximo sexenio.