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Eduardo Llerenas convocó, a través de la música, continentes, culturas y sensibilidades

Familiares y amigos rindieron homenaje al musicólogo, cofundador de Discos Corasón, en el Palacio de Bellas Artes

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▲ Adriana Cao Romero, durante su intervención.Foto Pablo Ramos
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▲ Los Camperos de Valles, con la violinista Guadalupe Fajardo.Foto Pablo Ramos
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▲ Eduardo Llerenas, el 13 de octubre de 2017.Foto José Carlo González
 
Periódico La Jornada
Martes 2 de mayo de 2023, p. 7

A Eduardo Llerenas la música le provocaba un profundo placer, le sorprendía, le alimentaba la imaginación y le daba ganas de vivir; por ella dejó atrás el mundo de la ciencia, que también le había fascinado.

En el Palacio de Bellas Artes, fue recordado el musicólogo fallecido en septiembre pasado, a quien se dedicó el homenaje Para ti, Llerenas la noche del sábado en la Sala Manuel M. Ponce. Ahí surgió la figura del hombre que vivió muchos mundos: en el de las bellas artes y el de las culturas populares, en el de la ciencia pura y en países como Cuba, Malí y México.

Su familia, amigos, colegas, creadores e invitados disfrutaron y gozaron –como lo hubiera hecho Llerenas– con la música de Los Camperos de Valles, a los que se sumó Guadalupe Fajardo (violinista invitada y voz), además de las soneras de Caña Dulce y Caña Brava, Los Guanches (con una filmación en video desde Santiago de Cuba), palabras emotivas del músico Eliades Ochoa (transmitidas en pantalla) y la participación de Evelin Acosta, con su verso y repentismo para improvisar frases.

El tributo, que dirigió Mary Farquharson, viuda del musicólogo y cofundadora de la emblemática Discos Corasón, convocó a amigos y colegas como Hermann Bellinghausen, Soraima Galindo, Daniel Sheehy, Antonio García de León, Ery Camara y Nick Gold, quienes recordaron la personalidad, el trabajo, el buen humor, el rigor profesional, el entusiasmo y generosidad de Llerenas.

También hablaron sobre la grabación y producción del legendario álbum Antología del son de México, referencia fundamental en la historia de la música del país.

Antes de que muriera, pensé que Eduardo era mío, pero cuando falleció me di cuenta de que es de mucha gente; por eso agradezco a Lucina Jiménez (titular del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura) la oportunidad de compartir con ustedes en este icónico recinto, expresó Mary Farquharson.

Esta noche Eduardo ha convocado a músicos maravillosos y agradezco a las adoradas Cañas que hayan venido; hoy logramos cumplir el último deseo: escuchar a Lupita Fajardo tocar con Marcos Hernández y Los Camperos de Valles, agregó.

Entre el cúmulo de emociones, palabras, remembranzas, versos, décimas y música también se escuchó al poeta y periodista Hermann Bellinghausen, quien delineó la trayectoria de Llerenas, el valiente pescador de canciones, sonidos, géneros y agrupaciones: A la orilla del mar y los ríos, en las casas y campos, las plazas y templos populares, los tablados, los fandangos... ningún instrumento se le esconde y las voces cantando agotan cualquier distancia.

La huapanguera Soraima Galindo, una de las primeras mujeres profesionales que lograron un lugar en la tradición huasteca y fundó su grupo en 1995, sostuvo: “Lo primero que puedo decir es ‘gracias, gracias, gracias a Eduardo Llerenas por haber tomado la iniciativa, junto con quien le acompañaba, para hacer ese registro tan importante; lo digo como músico y formadora de la zona huasteca, en Tamaulipas”.

Otro de los momentos cruciales en la trayectoria de Llerenas fue la fundación de Discos Corasón junto con Farquharson, en 1992, el cual se volvió referente importantísimo y, sin duda, lo sigue siendo, afirmó la conductora del acto, Yuriria Contreras, al presentar a Daniel Sheehy, amigo del homenajeado y productor ganador cuatro veces del premio Grammy.

Contrapunto y fuga

Sheehy sostuvo: Eduardo no ha muerto, lo estoy viendo, se siente; vive todavía, pues no se ha olvidado. Recordó que le decía: “‘La música da más vida a la vida’; me quedé pensando sobre algo tan sencillo, pero con tan profundo significado. Nos ha dejado una riqueza tremenda a través de este arte”.

Durante su intervención, Antonio García de León, lingüista, historiador y músico, señaló: Eduardo, no se ha ido, efectivamente está entre nosotros. Enseguida describió: Contrapunto y fuga de Eduardo: Tener un aliado, conservarlo en el recuerdo, seguirlo con la intuición y los sonidos comunes cuando ya permanecen otras vibraciones; buscarlo en la memoria cada vez más diluida cuando sabes que no lo verás más, es lo que materializa su recuerdo, mantiene viva su presencia y recrea los espacios lúdicos que juntos habíamos pensado.

Ambos, añadió, nos reconocíamos como parte de la generación de los años 60 y 70, en la que nos forjamos en medio de rupturas profundas y cambios de paradigmas convergiendo en una nueva modernidad que se abría paso a la violencia.

Ery Camara, restaurador, museógrafo, cómplice y amigo de Llerenas recordó: Me complace participar en el homenaje a un hermano y ángel por toda su capacidad de convocar continentes, culturas y sensibilidades; Eduardo es alguien que al acercanos hace años, junto con Mary, al hablar del proyecto de Discos Corasón, realmente me atrajo por el interés que tenía de acercar a las culturas.

Eso, precisó, era importante para Llerenas, quien rompió muchos mitos, porque quiso que México proyectara su cultura hacia fuera, pero también que recibiera a otras que eran muy estereotipadas en los medios de comunicación. Así nos hicimos hermanos para promover ese acercamiento.

Nick Gold, productor ejecutivo de Buena Vista Social Club y entrañable amigo de Mary y Eduardo, comentó: “Él era una persona que realmente nos sorprendía en las conversaciones, cuando uno le preguntaba sobre un tema, él respondía ‘acabo de encontrar un grupo musical en tal parte del país, con un talento inconfundible’”.

Esa forma tan afable de comenzar podría introducir a algunos aspectos serios y contundentes, pero siempre mantenía la riqueza de la conversación que lo caracterizaba, con todos los principios de un juglar, puntualizó el ganador de dos premios Grammy.

Al final, Mary Farquharson pidió un minuto de silencio para Eduardo, quien siempre buscó la belleza que estaba en lugares inesperados, fue honesto, no hizo concesiones ni buscó favores; era un hombre generoso que no pedía nada a cambio.