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Grandes reconocimientos y la cristalización de un sueño
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ecientemente nos enteramos de que el proyecto de la adecuación y ampliación de los talleres del Anahuacalli, presentado mediante concurso público por el Taller de Arquitectura Mauricio Rocha, quien trabaja en equipo con la talentosa arquitecta Gabriela Carrillo, recibió el importante premio Mies Crown Hall Americas Prize (MCHAP), que otorga el prestigioso Instituto Tecnológico de Illinois, con sede en Chicago, emblemática ciudad que alberga decenas de edificios del gran arquitecto modernista Mies van der Rohe, el último director de la famosa Bauhaus.

Cursé la secundaria técnica en la Escuela Nueva de Guadalupe Bonfil, en la calle de Museo. Durante esos años me intrigó un enigmático letrero, pintado en la entrada de un lote baldío frente al alucinante museo estudio mausoleo de Diego Rivera conocido como Anahuacalli, o Casa de Anáhuac, y que fue un espacio sensacional casi sumido en el abandono, hasta épocas muy recientes. El letrero con pintura blanca decía: Aquí se construirá la Ciudad de las Artes. Finalmente, gracias a Mauricio Rocha Iturbide y su equipo (y, por supuesto, a las autoridades que lo contrataron), se cristalizó el sueño que alguna vez tuvieron Rivera y el gran muralista Juan O’Gorman.

Rocha Iturbide pertenece a una generación muy singular. Nació en la Ciudad de México en 1965 y es hijo del arquitecto Manuel Rocha Díaz y de la fotógrafa Graciela Iturbide, por lo que podemos deducir que quizá su infancia estuvo marcada por grandes figuras de la intelectualidad mexicana de aquellos años. Por otro lado, no olvidemos la irrupción de la educación activa, que aglomeró a cientos de niños cuyos padres, más o menos liberales, nos dieron la oportunidad de tener una formación privilegiada, enfocada en las humanidades y descendiente de modelos pedagógicos poco tradicionales que, en gran medida, y al comienzo, fueron impulsados por grupos de exiliados republicanos españoles. A esto debemos añadir un factor que muchas veces ha pasado inadvertido en nuestra historia reciente: las familias de exiliados sudamericanos cuyos miembros jóvenes, de manera inexplicable muy numerosos, fueron insertados en este tipo de escuelas durante la década de los 70. No es de extrañarnos que muchos artistas mexicanos de esta generación se estén posicionando en los más altos lugares de los circuitos internacionales, y no sólo me refiero a Hollywood, sino a exponer en los mejores museos del mundo.

La arquitectura de Mauricio Rocha no sólo está impactando en distintas localidades donde han tenido la fortuna de albergar obra suya, como el Centro de Atención para Invidentes en Iztapalapa, el Albergue para Niñas de la Calle en la zona del Metro Observatorio, el Mercado de San Pablo Oztotepec o la Escuela de Artes Plásticas de la Universidad Benito Juárez de Oaxaca, sino que está siendo reconocida a nivel internacional a través de diversos premios, algunos del más alto prestigio. Dijimos líneas más arriba que su proyecto del Anahuacalli obtuvo el MCHAP, que no es cualquier cosa, pues, como su nombre lo indica, está dedicado a todo el continente americano. Otro factor que hace tan particular esta distinción es que le da una importancia singular al aprovechamiento de los materiales locales y a la integración con el paisaje y el ecosistema. Dos grandes virtudes de este proyecto, y que lanzan a Rocha Iturbide a latitudes de muy alta alcurnia arquitectónica son, en principio, anclarse al proyecto original de Rivera y O’Gorman con una integración magistral, insertando la vieja mole estilo casa de los sustos en la época actual y aprovechando no sólo los materiales locales, sino respetando en todos sus sentidos la ecología nativa.

Además de este ambicioso proyecto, el cual ha dado una bocanada de aire fresco cultural a esta región de Coyoacán, diversas construcciones le han valido muchos otros premios, algunos tan importantes como la Medalla de Oro de la Academia Francesa de Arquitectura, que lo ubican a la altura de otros de sus recipiendarios como Luis Barragán (1987), Tadao Ando (1989) y Santiago Calatrava (2003), entre otros arquitectos de primerísimo nivel.