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El amor según Dalva

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▲ Fotograma de El amor según Dalva, primer largometraje de la directora francesa Emmanuelle Nicot, que aborda el tema del abuso sexual de un modo novedoso, desde la perspectiva de la propia niña que no acierta a comprender la diferencia entre el amor filial y una pasión física.
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uando las autoridades obligan a la niña Dalva (Zelda Samson), de 12 años, a separarse de su padre para obligarla a vivir en un refugio juvenil, su primer reflejo es de cólera y azoro. Dalva no tiene la apariencia de otras niñas: se viste, maquilla y comporta como si fuera una mujer adulta. Pronto queda claro que esa conducta, sin duda inducida, tiene como único fin el de complacer a ese padre que de pronto se ha transformado a sus ojos en un paria social, en una frecuentación ilícita. Al tiempo que Dalva ingresa a la institución para niños abandonados o socialmente inadaptados, el padre tiene como destino la prisión preventiva y eventualmente una condena por abuso sexual. Él y su hija han vivido siempre recluidos, distanciados de una madre que la niña imagina desertora del hogar, dedicados uno al otro, lejos de la mirada ajena. No es extraño entonces que la niña no disponga de otros referentes educativos o del discernimiento ético entre lo socialmente permisible y lo prohibido, que aquellos que su padre haya podido inculcarle en esa relación tan singular.

El amor según Dalva (Dalva, 2022), primer largometraje de la francesa Emmanuelle Nicot, aborda el tema delicado del abuso sexual de un modo novedoso, desde la perspectiva de la propia niña quien no acierta a comprender la diferencia exacta entre el amor filial y una pasión física. Para ella, el abuso real proviene de las autoridades que obstaculizan la relación sentimental que ella ha sostenido con un padre al que evidentemente adora. El caso real en que se inspira la cinta involucra en realidad a una niña de seis años, pero el asunto moral que desea plantear la directora exigía la participación de una actriz mayor, ya preadolescente, capaz de transmitir cabalmente una actitud de indignación frente a una supuesta injusticia. La revelación infantil Zelda Sampson cumple con creces esa expectativa. Un referente inmediato para esa imagen de niña-mujer seductora remite, entre otras cintas, a Pretty Baby (Louis Malle, 1978), con Brooke Shields, aunque en el caso de Dalva, a pesar de su vestimenta y maquillaje y toda la impostación en su conducta, no hay trazas consistentes de impudor o de malicia. Dalva es una inocencia maleable que al contacto de otros seres de su edad, como Samia (Fanta Guirassy), su amiga más cercana, o de Jayden (Alexis Manenti), su educador paciente y antiguo inadaptado social, atravesará por un intenso proceso de madurez que dará un giro radical a su existencia.

Se exhibe en la sala 2 de la Cineteca Nacional a las 13:45 y 18:15 horas.