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Economía moral

Maccoby se distancia de Fromm, 2ª y última parte

M

ichael Maccoby (MM) continúa, en la Introducción a la 2ª edición de Social Character in a Mexican Village, marcando su distancia con Erich Fromm (EF) (Transaction Books, 1996; Routledge, 2018). Habiendo distinguido dos voces de EF, la analítica y la profética, que no siempre armonizan (véase entrega del 10/2/23), añade que, en su voz más analítica, EF concibió el sicoanálisis como método para ayudar a la gente para que se libere del miedo discapacitante y realice su potencial creativo. De manera similar, la investigación sociosicoanalítica busca descubrir los factores de la salud y la sicopatología. En su voz analítica, Fromm describió el carácter social como el cemento que mantiene la estabilidad social; como la forma en que los seres humanos se adaptan a su medio, de manera que quieran hacer lo que tienen que hacer para mantener la sociedad funcionando. Algunas personas son emocionalmente perturbadas porque no han logrado desarrollar el carácter social: sus emociones no apoyan una conducta adaptativa. O bien, el carácter social de algunas personas perturbadas puede chocar con el medio, porque su carácter se desarrolló en un mundo que está desapareciendo, situación en la que el carácter social puede transformarse de cemento social en dinamita social. Así, en El miedo a la libertad, EF describió cómo la clase media baja alemana sufrió un sentimiento de impotencia y pérdida de sentido en los años 20. Las actitudes emocionales de ser ahorrativo, cumplidor, conservador y laborioso dejaron de garantizar la prosperidad. Esto y otras realidades de Alemania en esos años, como la inflación galopante y la humillación nacional por la derrota, fueron condiciones, dice MM, que Hitler supo manipular para forjar una ideología, una nueva religión, que combinaba el deseo de venganza, la focalización del odio a los judíos como chivos expiatorios, con esperanzas sobre una nueva gran civilización. En su voz más profética, la misión de EF es producir una era mesiánica de paz y solidaridad humana, y vio al sicoanálisis como disciplina espiritual para sí mismo y sus discípulos. Concibió los síntomas neuróticos como resultado de un rechazo incompleto de la autoridad opresiva o alienante, y el papel del sicoanalista como ayuda al nacimiento del revolucionario latente en el neurótico. El papel del análisis social era mostrar la opresión y despejar el camino a la sociedad cuerda.

Las afirmaciones proféticas de EF pueden criticarse, según MM, desde su propio enfoque analítico. La normalidad y la salud mental requieren que los menores de edad desarrollen el carácter social para adquirir las habilidades requeridas para sobrevivir en la sociedad. De otra manera, el rebelde no tendrá raíces, carecerá de apoyos para mejorar el mundo. Sin embargo, EF cuestionó que la adaptación produzca gente sana. Si la sociedad misma no es sana, entonces ser normal es adquirir un defecto culturalmente moldeado, ser en efecto, enfermo. El neurótico que no se adapta puede ser más sano que quien tiene el carácter social dominante adaptado a la sociedad enferma. MM pregunta ¿qué entiende EF por personas sanas? Y responde citando Psicoanálisis de la sociedad contemporánea: salud mental, en el sentido humanista, se caracteriza por la capacidad de amar y de crear, por el abandono de las ligas incestuosas con la familia y la naturaleza, por un sentido de identidad basado en la experiencia del yo como sujeto y agente de los propios poderes, por la aprehensión de la realidad interna y externa a nosotros, es decir, por el desarrollo de la objetividad y la razón. El propósito de la vida es vivirla intensamente, nacer plenamente y estar totalmente despierto. MM se pregunta si con esta definición, alguna sociedad (fuera de la visión mesiánica del profeta Isaías) ha producido alguna vez gente sana. El modelo de individuo sano de EF, que trasciende y transforma la sociedad es el carácter productivo, la persona individuada que ama y crea. A diferencia de sus otros tipos de carácter –receptivo, acumulativo, explotador y mercantil– el carácter productivo (en contraste con las variaciones productivas de los otros tipos) carece de fundamentos clínicos o históricos, es un ideal cuestionable, dice MM. Relata que EF y él buscaron personas con el carácter productivo en el poblado campesino que estudiaron en México, pero no encontraron ninguna. Lo más que se acercaron fue al identificar agricultores independientes más productivos que el promedio, pero que no se ajustan a la descripción de EF del carácter productivo. En mis estudios de administradores, trabajadores e ingenieros encontré algo similar, y muchos de los profesionales más productivos no son amorosos, dice MM, quien concluye que la productividad en el trabajo no necesariamente implica productividad en preocuparse por otras personas. Habría que añadir, que tampoco la excluye. MM sigue expresando su escepticismo sobre el modelo de ser humano productivo. Ya antes había citado a Einstein y ahora añade a Picasso como personas muy creativas, pero no amorosas. Y termina señalando que a EF le atrajo el papel semifeudal de cabeza del Instituto Mexicano de Psicoanálisis, donde desempeñó el papel de árbitro inapelable de los desacuerdos entre sus miembros. Mantiene, entonces, las preguntas ¿qué tan sana puede ser una sociedad?, y ¿cuáles sociedades permiten mayores oportunidades para un desarrollo sano? Dice que EF y él compartían una visión de la naturaleza y el desarrollo humanos. “Una diferencia temperamental y filosófica entre nosotros era que EF se sentía atraído por los revolucionarios y hasta los 70 años creía que con visión y valentía era posible cambiar el mundo de manera fundamental. Yo era más cauteloso y escéptico sobre el progreso en grandes saltos. Sin embargo, cuando EF se volvió más pesimista sobre la posibilidad de crear una sociedad cuerda… se volcó más al misticismo cristiano y budista, que enfatiza la salvación individual y no la social”. MM cuestiona qué tan universales son los caracteres receptivo, acumulativo, explotador, mercantil y productivo de EF. Los tres primeros son refraseos de los caracteres de Freud: oral, anal y oral-sádico o narcisista-empresarial. El carácter productivo incluye aspectos de lo que Freud llamó genitalidad, pero corresponde en mayor medida a la virtud aristotélica y al ideal de actividad dinámica de Spinoza. El carácter mercantil es el único que no tiene un correlato en Freud. MM señala que él prefiere describir el carácter social en términos socioculturales y sicoanalíticos como lo hicieron en el libro sobre el campesino al describir diferencias entre campesinos libres, peones de hacienda y nuevos empresarios. MM pone en duda el carácter mercantil de EF diciendo que él encontró que los trabajadores, técnicos e ingenieros que entrevistó venden sus habilidades, no sus personalidades complacientes, haciendo una crítica muy débil que no puedo rebatir porque se me acabó el espacio.