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Xolita en el Templo Mayor, viaje al México antiguo de la mano de una niña del siglo XXI

La novela de Mira Harp Grañén y María Isabel Grañén Porrúa, editada por Almadía, aborda el pasado mesoamericano sin falsear la realidad // Se presentó en la FIL de Guadalajara

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Lo bonito de esta novela es que ese mundo está descrito a través de los ojos de una niña del siglo XXI que trata de comprender cómo pensaban y concebían la vida en otra época, sin juzgarlos, comentan las autoras (imagen) en entrevista con La Jornada. El libro está ilustrado por Demián Flores y Sabino Guisu, aunque cuentan que algunos editores pedían que los dibujos fueran más para niños; sin embargo, el trabajo de los artistas oaxaqueños ha sido muy festejado por los pequeños lectores que ya han tenido oportunidad de leer el relato, pues perciben las obras de arte de manera más abierta y libre.Foto cortesía de las autoras
Enviada
Periódico La Jornada
Lunes 28 de noviembre de 2022, p. 9

Guadalajara, Jal., Bajo el conjuro de la imaginación y la pasión por la historia, una niña de 10 años y su mamá emprenden un viaje literario al pasado con la intención de divertirse, pero también para contar las emociones que se esconden en los rincones de la gran Tenochtitlan.

Ellas son Mira Harp Grañén y María Isabel Grañén Porrúa, quienes luego de un arduo y profesional trabajo de investigación que duró tres años presentan la novela Xolita en el Templo Mayor, un relato lleno de aventuras, dedicado a niños y jóvenes pero que encantará a los grandes porque le quita solemnidad a los sucesos del México antiguo.

Editado por Almadía, el libro incluye estupendas ilustraciones de los artistas oaxaqueños Demián Flores y Sabino Guisu. Además, el diseñador Bernardo Cristóbal Recamier Angelini hizo realidad la propuesta de las autoras de convertir la portada en un portal para viajar hacia el pasado.

Quisimos hacer una novela sobre el Templo Mayor, pero sin falsear la historia, aunque fuera una obra literaria de ficción donde se permiten muchas libertades, pero narrar todo sin perder de vista la realidad, explica María Isabel en entrevista con La Jornada.

Por ello, al imaginar el mundo de Tláloc (personaje favorito de Mira), las autoras se basaron en los murales dedicados a esa deidad que están en Teotihuacan, que si bien se realizaron muchos años antes del esplendor de Tenochtitlan, “nos servían en el relato. Precisamente, el reto fue cómo explicar todo ello; entonces se nos ocurrió poner un mensaje ‘al lector exigente’ para aclararle esos detalles”.

También se puede leer otra advertencia en las primeras páginas: “Todos los personajes que se nombran en este libro han existido, algunos todavía viven y otros más han sido mencionados en fuentes históricas. La mayoría de los poemas, conjuros y rezos están inspirados en las crónicas y cantares de los antiguos mexicanos.

A lo largo de la lectura encontrarás palabras en lenguas originarias. No te preocupes si no puedes pronunciarlas correctamente, sigue leyendo, vas a entenderlas muy bien. Por cierto, no las acentuamos porque consideramos que la tilde es propia de la lengua española. Para que tu ejemplar sea más vistoso, te invitamos a colorear las viñetas que adornan el texto.

Xolita, la perrita que guía las aventuras, se inspiró en Pelusa, mascota de Mira, pero también porque los “perros guían al mundo de los muertos, por eso se nos hizo perfecto que ella apareciera; en el relato sale toda mi familia, mis papás, mi hermano y yo, ¿cómo no iba a salir Pelusa si es parte de la mía?”, añade la pequeña escritora.

El Templo Mayor en la actualidad, continuaron las autoras, es otra manera de ver el mundo, una ventana al pasado mesoamericano; lo bonito de esta novela es que ese mundo está descrito a través de los ojos de una niña del siglo XXI que trata de comprender cómo pensaban y concebían la vida en otra época, sin juzgarlos.

Es así como la familia de Mira visita el juego de pelota, el tianguis, la casa del Tlatoani, el palo del volador y el impresionante tzompan-tli, “un lugar que describo como un tendedero de ropa, pero lleno de cráneos atravesados por un palo, donde olía horrible; nos imaginamos que había zopilotes, sangre por todos lados.

“Tratamos de plasmar esa sensación de ver por primera vez ese sitio, con las cabezas recién colocadas, todavía con pelo, con ojos, ¡y a lo que olería aquello!, para que cuando lo leyeran se pudiera generar algún sentimiento en el lector, a lo mejor de asco o un susto muy fuerte. Lo que digo frente al tzompantli es: ‘No me gustaría ser enemiga de los mexicas’”, detalla Mira.

Ilustraciones que rompen esquemas

Las escritoras defendieron las imágenes que acompañan su texto porque algunos editores pedían que fueran más para niños, pero ellas se empeñaron en romper esquemas e incluir las ilustraciones de Flores y Guisu, ahora muy festejadas por los pequeños que ya leyeron Xolita en el Templo Mayor, pues perciben esas obras de arte de manera más abierta y libre.

Los libros para niños, reitera Mira, deben de captar nuestra atención desde el principio, porque a veces hay libros buenísimos que hasta terminan siendo mis favoritos, pero el principio no me atrapa, hay mucho rollo y descripción de cosas que no son importantes. Por eso muchos tardan en pasar el primer capítulo o dejan el libro, precisamente porque esas primeras páginas no les gustaron. Los libros deben ser más directos, para que nos hagan entrar en la historia.

Mira y María Isabel cuentan que un lector muy exigente les mandó el siguiente mensaje: ¡Qué belleza de relato! Muy bien escrito y con datos verdaderos. Es increíble la manera en que se van engarzando los datos antiguos y los modernos. La imaginación es un verdadero regalo y me sorprende cómo en pocas palabras nos brindan mucho del pensamiento ancestral. El final, inesperado, me hizo emocionarme de verdad. Eduardo Matos Moctezuma.

Las ganancias obtenidas por las autoras y los artistas de esta obra serán destinadas al proyecto arqueológico del Templo Mayor.

El libro se presentó ayer en la Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara con la participación de los jóvenes lectores Katia Luna Flores, Jonathan Gabiño del Castillo, Paulina Lucio Grajales y Constanza Gómez Cortés.