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Disquero
El Noble Sendero Óctuple
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▲ Patti Smith en conferencia de prensa en la galería Kurimanzutto en la colonia San Miguel Chapultepec, en la Ciudad de México, el primero de septiembre de 2017.Foto José Antonio López
 
Periódico La Jornada
Sábado 24 de septiembre de 2022, p. a12

En apenas tres años, Patti Smith ya grabó cuatro discos. Hoy nos ocuparemos solamente de los primeros que salieron del horno, al tratarse de una serie ensartada en las prácticas espirituales y que, por tanto, constituyen una unidad.

El más reciente es un concierto en vivo en un lugar también sagrado: los estudios Electric Lady, donde han ocurrido gestas históricas: David Bowie, Charly García, Led Zeppelin y la propia Patti Smith, entre otros muchos, han grabado discos decisivos en esa estancia que fundó en 1970 Jimi Hendrix.

Del concierto en vivo nos ocuparemos la próxima semana. Hoy nos concentraremos, literalmente, en las prácticas espirituales que contiene la Perfect Vision Trilogy, término budista, por cierto.

La Visión Perfecta en budismo conduce a través del Noble Sendero Óctuple, desde el Samsara (la vida cotidiana en confusión y sufrimiento), hacia el Nirvana (la iluminación), este tránsito también conocido en budismo como El Camino.

Los tres discos que grabó Patti Smith en este ciclo forman, en efecto, un sendero, un camino: The Peyote Dance, de 2019; Mummer Love, de ese mismo año, y Peradam, de 2020.

Cada uno de esos volúmenes está dedicado a un poeta: The Peyote Dance refiere la experiencia de Antonin Artaud en la sierra tarahumara; el segundo, Mummer Love, es un homenaje al poeta preferido de Patti Smith: Arthur Rimbaud, y el tercero, Peradam, al novelista y poeta René Daumal.

Los tres franceses, los tres plenos de experiencias místicas.

Esta trilogía fue concebida por el Soundwalk Collective, artistas en constante evolución y rotación en sus colaboraciones con músicos, escritores, filósofos. Sus discos combinan la antropología con la etnografía y las narrativas no lineales. También, lo que ellos denominan sicogeografía, la observación de la naturaleza, las exploraciones.

Entre las colaboraciones de este colectivo singular (válgase la aparente aporía) figuran trabajos con Jean-Luc Godard.

Stephan Crasneanscki y Simone Merli son los artífices de Soundwalk Collective. Convencieron a Patti Smith de colaborar con ellos para armar la Trilogía Visión Perfecta.

Soundwalk Collective son recolectores de sonidos; viajan por el mundo armados de potentes micrófonos y grabadoras para registrar la música de las nubes, el viento, las hojas de los árboles, las aves, las paredes (como las de Comala, por ejemplo). Algo así como el personaje que aparece al inicio del hermoso filme Lisboa, de Wim Wenders.

Viajaron a Chihuahua para grabar el sonido del viento, el crepitar del fuego, la brisa fluyendo entre las hojas de los árboles.

Se basaron en el conjunto de escritos de Antonin Artaud (1896-1948) que tituló La danza del peyote luego de su experiencia en la sierra tarahumara en 1936, y esos textos cobran vida en la voz de la poeta Patti Smith.

El resultado es alucinante.

El disco La danza del peyote es una experiencia sagrada. Comienza mal, porque la voz de Gael García Bernal, en el track inicial (Una nota sobre el peyote, así, en español) nada tiene que ver, por sus dejos melodramáticos, con la intensidad del tema: la experiencia de Artaud en las cuevas de la tarahumara, algo que, tratado superficialmente (por Gael), termina como una vulgar anécdota de turismo de consumo de alucinantes.

Lo más valioso de este disco es el track titulado Ivry, sencillamente sublime. El resto es una disquisición de sonidos capturados in situ por Soundwalk Collective, trasvasados mediante recursos de tecnología. La voz de Patti Smith no es la voz cantante, cosa que desconcertaría a quienes quieran escuchar Horses o Gloria o Because the Night.

La voz de Patti Smith en este disco, y prácticamente en la trilogía entera que hoy recomendamos, es la voz de la poeta Patti Smith.

Es momento de decir: ¡salud!, y brindar por el primer medio siglo de Patti Smith como poeta, pues su primer libro de poesía, Seven Heaven, lo publicó en 1972, es decir, hace 50 años.

A Seven Heaven le siguió el poemario Witt y enseguida el más exitoso de todos: Babel; otros memorables: Land 250 y Trois, de 2008; en ellos está imbuido el espíritu poético distintivo de la Smith: un ir y venir de imágenes en tropel de palabras que entrecruzan biografía con literatura, por completo evidentes en su majestuoso Just Kids y el también glorioso El Año del Mono, y qué decir de M Train. Y en breve tendremos en nuestras manos un nuevo libro de Patti Smith.

Por lo pronto, el segundo episodio de la trilogía se titula Mummer Love y está dedicado al amor poético de la vida de Patti Smith: Arthur Rimbaud (1854-1891) y al periodo que vivió en África.

Hay un momento en este disco, Mummer Love, que rebasa lo sublime y nos pone en un estado de felicidad efervescente: Eternity, a partir del poema de Rimbaud:

Elle est retrouvée
Quoi? –L’Eternité
C’est la mer alliée
Avec le soleil

Escuchamos la voz de Patti Smith en semirecitativo: It has been found again / What? Eternity / It is the sea fled away / with the sun.

La hemos vuelto a encontrar / ¿Qué? –La eternidad / Es la mar mezclada / con el sol.

Oleadas de sol, irradiaciones de mar, la eternidad suena en este disco con la voz de Patti Smith y el poderosísimo Prophet Five, el sintetizador favorito de Philip Glass quien, budista también, forma parte de la trouppe fantástica que interpreta esta música, esta poesía. El paisaje sonoro lo completa Mulatu Astake y el Sufi Group of Sheikh Ibrahim. Entramos en éxtasis.

La música sufi es un ritual de iniciación, un viaje cósmico, una ceremonia iniciática. Ponga usted en su mente, hermosa lectora, amable lector, la danza de los sufis enfundados en sus túnicas blancas y sus sombreros cilíndricos que danzan en círculos, como para horadar el cielo y ascender. Así la pieza Eternity, del hermoso álbum Mummer Love, donde Patti Smith, por cierto, aporta fragmentos de poemas escritos por ella.

Un trabuco también da vida al disco que completa la Perfect Vision Trilogy: Anoushka Shankar, Tenzin Choegyal y Charlotte Gainsbourg.

Este tercer disco se titula Peradam y está dedicado al poeta y novelista René Daumal (1908-1944), quien en su novela más célebre, Monte análogo, introdujo la idea del peradam (título del disco): una piedra cristalina rara, que alberga verdades profundas y que sólo es visible para los buscadores que transitan un verdadero camino espiritual.

El título completo de la novela de Daumal es Mount Analogue: a novel of symbolically Authentic No-Euclidean in Mountain Climbing. René Daumal fue alumno de Alfred Jarry y seguidor del místico Gurdjieff, y experimentó con drogas aun a costa de su salud.

Es importante destacar que en la grabación de este gran disco, Peradam, colaboró de manera definitiva el mexicano Leonardo Heiblum.

La voz del músico tibetano Tenzin Choegyal, el sitar de Anoushka Shankar y la voz de Charlotte Gainsbourg ponen en vida las ideas de René Daumal: La montaña es la conexión entre la Tierra y el Cielo. Su más alta cima toca la esfera de la eternidad y sus amplios brazos y sus pies se hunden en los valles y descienden al mundo de los mortales. Es donde la humanidad puede acceder a lo divino y lo divino revela ser la humanidad.

Los tres discos que hoy recomendamos contienen música ritual, cánticos indígenas, tambores ancestrales, atmósferas etéreas, sonidos sin edad. Perdemos la noción del tiempo y del espacio y nos elevamos. En éxtasis.

Hay a lo largo de esta trilogía un camino. El Camino. Un viaje espiritual. Un sendero que nos conduce a la verdad, a la eternidad, a la belleza, a lo verdaderamente esencial de nuestra existencia: el amor.