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Ciudad perdida

Fin de semana decisivo en Morena // Un partido en apuros // El jefe de prensa manda en el STC

E

ste fin de semana Morena tendrá que mirarse en el espejo de su realidad, optar por cerrar los ojos y aceptar que es un adefesio o enmendar el camino y refundarse con bases sólidas.

Hasta hoy, Morena no es más que una organización gelatinosa donde nadie posee la razón y todos juegan a tenerla, donde todo cabe y todo sobra; un partido con deambular vacilante que ganó la meta y perdió el camino, algo cada vez más inexplicable.

Y al final de la semana, cuando tengan que rendir cuentas de su elección interna, absolutamente manoseada, tendrán que decidir si se dice la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad, y someterse al juicio que haga el tribunal federal encargado de esos menesteres que estará gozoso por imponer sanciones que demeriten a ese partido.

La elección fue un verdadero desastre: se filtraron elementos de otros partidos que distorsionaron los resultados, esos que fueron exhibidos en las paredes exteriores de las casillas de votación y que quedaron en la memoria de los dispositivos de muchísima gente que los utilizará como testigos en caso de que los resultados cambien.

Y es que, hasta donde sabemos, los paquetes de la elección no fueron cerrados debidamente, en casi todos los casos, pero tampoco se cumplieron los protocolos que impone la ley. Esto abrirá la puerta para que el odio manifiesto del organismo electoral encauce su fuerza para desprestigiar a ese partido.

Lo más probable es que el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación ordene a Morena reponer la elección. Si eso sucede, los tiempos con los que cuenta para encarar las elecciones en el estado de México y en Coahuila, para empezar, se agotarán sin remedio.

Y lo peor es que los males por los que hoy sufren los morenistas de verdad se repitan, y para evitarlo tendrían que cambiar los reglamentos y otra vez el lapso que deberían utilizar para lograr tal cosa comprometería el tiempo que se debe dedicar a una campaña política.

La otra salida que no sabemos si es legal pero puede ser efectiva, es dejar las cosas como estaban hasta antes de la elección. Si así fuera quedarían al margen de Morena todos los infiltrados que tienen como misión seguir horadando al organismo y ni se comprometería el nombre de dicho partido en alguna nueva campaña de desprestigio a unos meses de las elecciones estatales mencionadas.

Eso es, más o menos, parte de lo que deberá enfrentar Morena al final de la semana. La dirigencia tendrá que tomar en cuenta que no son los números de una elección los que construyen un partido y eso, a querer y no, lo debe tener en la conciencia Mario Delgado. El desafío, entonces, es mayúsculo.

De pasadita

El fin de semana pasado en las vías del Metro de esta ciudad apareció el cadáver de un hombre, un trabajador del Sistema de Transporte Colectivo.

Seguramente bajo el consejo de Julio Iver, el jefe de prensa del mismo Metro, se hizo el silencio, y como sucedió en el caso de la línea 12, donde la ex directora siguió sus ideas, el asunto se cubrió de sigilo.

Hoy no se sabe con claridad si el trabajador cumplió órdenes superiores y revisaba las vías cuando un tren lo arrolló o si fue alguna otra circunstancia la que lo llevó a la muerte.

Lo malo es que el director del sistema, Guillermo Calderón, parece que ya empezó a caminar por el mismo sendero de Florencia Serranía, alumbrado por la sabiduría del jefe de prensa. Así van a llegar muy lejos, aunque sea en Metro.