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En Cuba viven las letras
Haydée Santamaría entendía la cultura como una necesidad vital: Abel Prieto

El ex ministro cubano dice a La Jornada que hay que regresar a las ideas de la fundadora de Casa de las Américas por su vigencia, sobre todo en medio de la guerra simbólica que se emprende contra toda causa progresista

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▲ La política e intelectual Haydée Santamaría –en la imagen, ante un retrato de José Martí– es un símbolo de la integración latinoamericana; tiene un significado más fuerte ante la visita del presidente Andrés Manuel López Obrador a la isla este fin de semana, afirmó Abel Prieto en entrevista.Foto cortesía Archivo Casa de las Américas
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Periódico La Jornada
Sábado 7 de mayo de 2022, p. 2

La Habana. La revolucionaria y heroína de Cuba Haydée Santamaría es un símbolo de la integración latinoamericana, y con un fuerte significado ante la visita del presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador a la isla este fin de semana, afirmó Abel Prieto, presidente de Casa de las Américas.

En entrevista con La Jornada, el intelectual cubano mencionó que hay que volver constantemente a las ideas de la fundadora e histórica directora de Casa de las Américas, de quien este año se celebra el centenario: A su mirada limpia y abierta, ajena a dogmatismos, estereotipos, simplificaciones; a su modo de entender la cultura auténtica como un derecho y como una necesidad vital de la gente.

El escritor y ex ministro de Cultura de Cuba explicó que su pensamiento tiene una enorme vigencia en medio de esta guerra cultural y simbólica que se lleva contra toda causa progresista, contra todos los líderes que no se subordinan a los dictados de Washington, en medio de la crisis ética que vive el mundo y del propio concepto de verdad y de la más escandalosa manipulación informativa y emocional.

Prieto recordó que ante la previsión de que Estados Unidos trataría por todos los medios de aislar a Cuba y de separarla de su familia espiritual, la Casa de las Américas se convirtió en un espacio de diálogo e imantación de mucha trascendencia para que la revolución cubana se mantuviera comunicada con la intelectualidad y con los pueblos de la región. A esa tarea Haydée se entregó en cuerpo y alma.

Se rompió el bloqueo cultural

Haydée Santamaría (Villa Clara, 1922-La Habana, 1980) remarcaba que “era importante no aislarse de la cultura latinoamericana porque sería muy triste. No podía aceptar que por el aislamiento que íbamos a padecer –y que ya Fidel avizoraba– nuestro pueblo no supiera cuáles eran nuestros antepasados indígenas, quiénes eran los escritores y artistas, que pudieran nuestros trabajadores conocer nuestras raíces. De esa forma, la Casa comienza a tener relaciones con universidades, escritores y artistas. Y rompimos el bloqueo, aunque sólo fuera en el orden cultural”.

Abel Prieto refirió que de las lecturas de José Martí, Abel Santamaría, Fidel Castro y Ernesto Che Guevara, Haydée Santamaría concibió una visión de vanguardia de la integración latinoamericana y caribeña. Integración no sólo cultural, sino martiana, bolivariana. A su preocupación por el destino de Cuba sumó, a lo largo de su trayectoria revolucionaria, preocupaciones por los problemas sociales de nuestros pueblos y de otros pueblos del mundo acosados por el imperialismo.

Ante esta convicción, mantuvo “una relación muy estrecha con Vietnam y con su líder Ho Chi Minh. Con respecto a América Latina, Haydée estuvo muy comprometida con Venezuela, con la causa de Puerto Rico, con el Chile de Allende.

Quiso mucho a dos líderes sociales peruanos: Saturnino Huillca, admirable dirigente indígena, y a Héctor Béjar, guerrillero y escritor que sufrió prisión por sus ideas. Haydée llegó a construir un pensamiento no libresco, pero sí muy hondo y muy abarcador, acerca del sueño de Bolívar, y lo colocó en el centro de la institución que ella fundó el 28 de abril de 1959.

Interlocutor fraterno

Abel Prieto agregó que para la descolonización cultural fue muy importante que “en medio de los ataques promovidos por el imperio, existiera una institución que convocara un premio literario –que alcanzó gran prestigio rápidamente–, que publicara y distribuyera, además de valiosos libros, una revista de letras y pensamiento emancipador”.

Una institución que “sostuviera una comunicación permanente con intelectuales, artistas y luchadores sociales; que invitara a teatristas, escritores, músicos y artistas visuales; que distinguiera no sólo a la llamada ‘alta’ cultura, sino también a la creación popular.

Mucha gente valiosa ha seguido encontrando en nuestra institución un interlocutor fraterno, un ámbito genuinamente cultural y una mística. Por poner un ejemplo: en la más reciente convocatoria del Premio Casa participaron más de mil 600 autores, una cifra récord en toda la historia de este concurso.

Sobre el galardón, la fundadora sostuvo en la constitución del jurado en 1968 que “la calidad está antes que nada (…) Tal vez pueda parecer que premiando a un cubano se ayuda a esta institución. Y yo les diría que premiando a una buena obra es como se ayuda al premio. Ustedes premien lo que consideren mejor, y en el caso de los cubanos, no importa si la obra refleja a la revolución cubana”.

Prieto refirió que “Haydée siempre estuvo atenta a las ideas más avanzadas de los intelectuales y artistas del continente.

Fue muy amiga de Julio Cortázar, de García Márquez, de Benedetti, de Martínez Estrada, de Galeano, de Roberto Matta, de Roque Dalton, de Ernesto Cardenal, de Manuel Galich. Algunos de ellos trabajaron directamente en la Casa e las Américas”.

El intelectual concluyó: El estilo de trabajo de Haydée consistía en recoger todo un hervidero de ideas y proyectos, mediante el diálogo permanente con su equipo de trabajo y la intelectualidad, y transformarlo en acciones prácticas. En estos momentos, cuando en nuestra América se enfrentan en el terreno de la cultura y la comunicación las doctrinas más reaccionarias y los ideales de justicia social y verdadera democracia, Haydée sigue siendo una referencia obligada.