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Exposición de Donatello muestra de principio a fin su longeva actividad

Medio centenar de museos prestaron su obra de manera excepcional para su exhibición en Florencia

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v Las imágenes forman parte de la muestra Donatello y el Renacimiento, que se presenta en dos sedes en Florencia, el Palacio Strozzi y el Museo Nacional del Bargello.Foto © Ela Bialkowska, OKNOstudio
Especial para La Jornada
Periódico La Jornada
Miércoles 4 de mayo de 2022, p. 6

Florencia. Donatello y el Renacimiento es una de la citas imperdibles del año. Se presenta en dos sedes (el Palacio Strozzi y el Museo Nacional del Bargello) hasta el 31 de julio, y cuenta con la curaduría de Francesco Caglioti. Está organizada con los Museos Estatales de Berlín, ciudad donde viajará posteriormente (Gemäldegalerie, 2 de septiembre-8 de enero de 2023) y con el Museo de Victoria y Alberto de Londres (primavera 2023).

Es la mayor muestra monográfica jamás dedicada al escultor que reúne, gracias a las instituciones mencionadas, 50 de sus obras que se enriquecen con el análisis de la influencia que ejerció en el arte con un total de 130 obras. Si bien Donatello (ca. 1386-1466) es considerado uno de los máximos eslabones del arte occidental, que encumbró la escultura a cimas desconocidas desde la antigüedad clásica, han sido raras y pobres las exposiciones monográficas que se le han dedicado. La última se realizó hace 40 años.

Esto se debe, en parte, al carácter público y monumental de su obra visitable in situ, entre los cuales destaca el monumento ecuestre en bronce al condotiero Gattamelata (1447-1453) en la plaza de San Antonio en la ciudad de Padua, que fue la primera escultura en su tipo de la era moderna. La renuencia de los museos de prestar sus Donatellos se rompió hasta hoy.

En Florencia se ubican las mayores colecciones de Donatello, sea en el Museo dell’Opera del Duomo (catedral) o en el Bargello. Son colecciones que se formaron para proteger la obra de la intemperie donde se encontraban. La estatua colosal en terracota de Josué (1410), de 5 metros, ubicada al externo de la catedral, se pulverizó dos siglos después. Para la catedral Donatello trabajó 30 años y realizó sus primicias en el baptisterio, la puerta de la Almendra (entrada lateral norte) y en el campanario.

Las obras del Bargello provienen principalmente de las colecciones de los Medici, empezando por las dos obras maestras más famosas del escultor: el David Victorioso (ca. 1435-1440), retratado desnudo como un jovencito, rompiendo con la tradición iconográfica que inspiraría al David de Miguel Ángel. El San Jorge (ca. 1415-1417), en cambio, proviene de la fachada de la iglesia de Orsanmichele.

Donatello provenía de la clase popular florentina y las fuentes renacentistas afirman que era homosexual; nunca se casó ni tuvo hijos. Su formación y amistad con los mayores artistas del tiempo –a partir de su maestro Lorenzo Ghiberti–, así como la abundancia de trabajo, le permitió un crecimiento pleno. Gracias a ello y a su talento, remolcó la escultura del gótico al Renacimiento, considerándose el patriarca del arte occidental, liberando a la escultura de su dependencia con la arquitectura (a partir del mencionado David en bronce) y de su rigidez medieval. Dotó a sus personajes de una humanidad vital, de una fuerza emotiva y de un realismo desconocido hasta entonces. Viajó a Roma, Pisa, Siena y en Padua trabajó por un decenio.

Empaquetar a Donatello en una exposición puede ser limitante, pues la suya es una escultura monumental, cuyas formas están estudiadas para el espacio donde iría colocada, seguido en lo alto como el David mencionado puesto en un alta columna, deformándolo incluso para la perspectiva del observador, lo cual representa uno de los aspectos más importantes y originales de su obra.

Visitar en 14 salas (las últimas tres en el Bargello) su evolución estilística y conocer las atribuciones que han engrosado su catálogo, en particular de su producción juvenil, es una oportunidad de oro. Los populares bustos de madonne con el niño Jesús en terracota, atribuidas por Luciano Bellosi hace 50 años, no cuentan aún con la aceptación unánime de la crítica (lo han negado Artur Rosenauer y John Pope-Hennessy).

La muestra permite recorrer de principio a fin su longeva actividad sexagenaria, evitando el desplazamiento por medio centenar de museos que excepcionalmente han prestado su obra, como la Galería Nacional de Arte de Washington, los museos Metropolitano de Nueva York, del Louvre de París, los Estatales de Berlín y de Historia del Arte de Vienna, por mencionar algunos.

Ante todo, se comprende en la muestra la versatilidad e innovación técnica del artista (utilizó terracota, madera, bronce, cerámica), la calidad del modelado, los temas principales como el uso de los spiritelli (angelitos de la antigüedad) a partir del famoso Amore-Attis del Bargello, la primera escultura pagana del Renacimiento. El provecho está también en la óptima iluminación y en las diversas restauraciones (14 obras), como el Festín de Herodes de la pila bautismal del Baptisterio de Siena, ejemplo excelso de la técnica del stiacciato, sello de fábrica del artista, que ha dejado por primera vez su colocación original desde hace 600 años.

El artista y su tiempo

La muestra también permite comparar sus obras con las de los artistas de su tiempo, como sus amigos Masaccio y Michelozzo; Filippo Lippi, Andrea Mantegna pero, sobre todo, con los grandes artistas del siglo XVI que serían los auténticos herederos de sus obra, como el non finito, adoptado por Miguel Ángel.

Entre las comparaciones de manual aquí visibles están los crucifijos, puestos uno junto al otro, del relato de Giorgio Vasari, quien contó cómo el joven Donatello, resentido por el comentario de su amiguísimo Brunelleschi, frente a su obra conservada en la Basílica de Santa Croce, le dijo que había puesto a un campesino en la cruz. Donatello, airado, lo desafió pidiéndole que hiciera el suyo situado en la basílica de Santa María Novella. El crucifijo de Brunelleschi fue de tal perfección (según los expertos fue quizá la primera obra renacentista de la historia del arte) que Donatello aceptó su derrota, atesorando la enseñanza no tanto del realismo criticado por el amigo, que se volvería su mayor fuerza, sino de aspectos como el paño del Cristo, aún dependiente de los esquemas medioevales.

Sin embargo, la amistad más fértil y duradera, convertida en leyenda, fue con Filippo Brunelleschi, unos diez años mayor que él, quien le transmitió el amor por la cultura clásica, la cual estudiaron juntos en el famoso viaje a Roma. De Brunelleschi se abrevó del uso racional de la perspectiva que aplicó para sus bajorrelieves, del que deriva el nominado stiacciato. Ahí aplicó la perspectiva con la variación de espesores: lo más grueso al frente adelgazándose en los planos del fondo para representar la lejanía.

Donatello fue un innovador de sí mismo, se sirvió de ayudantes para completar los múltiples encargos en las mayores cortes italianas que se lo peleaban, a partir de los Medici. Tales desplazamientos y el trabajo colectivo influyeron en el arte de toda la península como sólo lograron Giotto, Rafael, Miguel Ángel y Bernini, según afirmó Caglioti, máximo experto del escultor. Donatello dio un salto cultural en el sentido de la autoría, en una búsqueda incansable y omnipresente de todo aquello que pudiera subvertir las costumbres institucionales del arte.

La exposición florentina se integra con el proyecto Donatello en Toscana, que propone explorar 50 obras inamovibles adicionales en iglesias, plazas y museos en Florencia (Museo dell’Opera del Duomo, Museo dell’Opera di Santa Croce, Opera Medicea Laurenziana) y en la Toscana (Pisa, Arezzo, Pontorme, Prato y Siena), sumando 16 puntos que visitar, señalados con un mapa y explicados en una publicación que, junto al catálogo (Marsilio Arte), ponen al día los estudios donatellianos.