"La Jornada del Campo"
Número 172 Suplemento Informativo de La Jornada Directora General: Carmen Lira Saade Director Fundador: Carlos Payán Velver
#HastaEncontrarles
Familiares Caminando por Justicia.  Fabiola RayasFamiliares Caminando por Justicia. Fabiola Rayas

La defensa de derechos humanos, una acción frente a la violencia

Laura Orozco Familiares Caminando por Justicia

En México somos cientos las víctimas que ha dejado la violencia estatal y los grupos delincuenciales y de narcotráfico. Convergen delitos y violaciones graves a derechos humanos que por décadas no han sido resueltos, sino que por el contrario, han gozado de la impunidad de todo el aparato estatal. Ante este panorama, hemos sido los propios familiares, hombres y mujeres, a quienes nos ha tocado empujar la lucha por la verdad y la justicia.

En mi historia personal, he vivido la detención ilegal y arbitraria de mi hermano José Iván Orozco Medina, hasta su posterior asesinato; así como la desaparición forzada de mi padre Leonel Orozco Ortíz y mis hermanos Leonel Orozco Medina y Moisés Orozco Medina; el desplazamiento interno forzado de mi familia nuclear y la migración forzada de mi familia paterna hacia los Estados Unidos de América. Han sido casi 14 años de violaciones graves a derechos humanos en una sola familia, una trágica historia familiar que no representa una situación aislada sino una fotografía de la realidad, respecto de temas tan convulsos como la inseguridad y la injusticia de nuestro país.

Las autoridades no solo son omisas, sino que en muchos de los casos son cómplices y actúan en contubernio con los responsables. Por ello tienen una responsabilidad directa que difícilmente llega a comprobarse, puesto que las fiscalías se niegan a abrir dichas líneas de investigación.

Los familiares de desaparecidos/as, al emprender el tortuoso camino que supone la búsqueda para dar con el paradero de nuestros seres queridos, nos hemos convencido de la necesidad de prepararnos con conocimientos teóricos en materia legal, forense y psicológica, entre otras. Asimismo, nos hemos acercado a organizaciones que se dedican también a la defensa de derechos humanos, de expertos que se solidarizan y a otros familiares con más experiencia. En este proceso, hemos logrado construir con ellos redes de solidaridad y confianza que nos han permitido caminar en medio de la desesperanza, y sentirnos acompañados en la aspiración de generar un cambio verdadero.

La búsqueda de verdad y justicia nos ha encaminado a formarnos políticamente, nos ha convertido en defensoras de nuestra propia vida y de las demás. Eso ha implicado por supuesto que abandonemos proyectos personales, con los que soñábamos antes de que ocurrieran las violaciones. Ha implicado que por fuerza, y después por convicción, hagamos comunidad y nos organicemos con otras mujeres en las mismas condiciones, con quienes ahora convivimos más que con nuestra propia familia. También ha supuesto que, en múltiples ocasiones y de diversas formas, nos encontremos en riesgo por el hecho de mantenernos activas frente a las demandas de justicia social y, además, hemos sido criminalizadas y estigmatizadas por estar inmersas en el movimiento social; hemos sido llamadas “locas sin quehacer”, “revoltosas” y con otras palabras denigrantes. Sin embargo, el amor hacia los nuestros nos permite continuar.

Hemos tenido que aprender a quitarnos la pena para hablar, a vivir con el miedo, a exigir con la impotencia y el coraje a cuestas de que pasen los días, los meses y años sin saber qué ocurre con nuestros/as desaparecidos/as. Hemos ido al SEMEFO y abierto fosas con el miedo de encontrar ahí a nuestros familiares. Hemos exigido que las autoridades hagan su trabajo, con el riesgo de que sean ellos mismos quienes luego nos amenacen para acallarnos. En ese trajinar, han sido tantas las malas experiencias que incluso puedo asegurar que ahora ni yo ni mis compañeras somos las mismas de antes. Pero si de algo estoy segura, es que, el acompañamiento entre mujeres nos ha remendado lo rotas que estábamos. Acompañar a otras mujeres nos ha fortalecido porque hemos identificado y podido controlar situaciones que son propias de los impactos psicosociales que antes no asimilábamos. Ahora somos defensoras y en la defensa por los derechos humanos nos hemos vuelto a encontrar, pero más fuertes, con la razón y el corazón de que seguiremos Caminando por Justicia. •