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Secuestros obstaculizan la ayuda humanitaria

Hambre y pobreza se recrudecen en Haití debido a la violencia de pandillas

La situación empeora en todos los sentidos posibles, lamenta ONG

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▲ En un refugio para desplazados por la violencia en Puerto Príncipe trabajadoras voluntarias distribuyen café. Pocos países del mundo dependen tanto de los grupos de ayuda como Haití, nación a la que llaman con frecuencia la república de las ONG.Foto Ap
 
Periódico La Jornada
Lunes 13 de diciembre de 2021, p. 30

Puerto Príncipe., Un aumento en la violencia ha profundizado el hambre y la pobreza en Haití, al tiempo que obstaculiza a las organizaciones de ayuda que dan la batalla a esos problemas en un país cuyo gobierno lucha por brindar servicios básicos.

Pocos trabajadores humanitarios están dispuestos a hablar abiertamente sobre los recortes, luego del secuestro en octubre pasado de 17 misioneros de Christian Aid Ministries, organización religiosa de ayuda con sede en Ohio, 12 de los cuales permanecen cautivos.

Sin dar detalles, varios grupos de ayuda confirmaron que han sacado a personal del país y se habían visto obligados a recortar temporalmente sus operaciones.

Los secuestros y tiroteos relacionados con pandillas han impedido que los grupos de ayuda visiten partes de Puerto Príncipe y los suburbios, donde antes distribuían alimentos, agua y otros bienes básicos.

Una grave escasez de combustible también ha impedido que las agencias operen a plena capacidad.

Simplemente está empeorando en todos los sentidos posibles, expresó Margarett Lubin, directora en Haití de CORE, organización estadunidense sin fines de lucro.

La situación se deteriora día tras día y afecta la vida en todos los niveles, declaró Lubin, quien agregó que las organizaciones de ayuda han entrado en modo de supervivencia.

Pocos lugares en el mundo dependen tanto de los grupos de ayuda como Haití, nación frecuentemente llamada la república de las ONG. Se han invertido miles de millones de dólares en ayuda a través de cientos de grupos, incluso cuando el gobierno se ha vuelto cada vez más débil y menos efectivo.

Poco después del asesinato del presidente Jovenel Moïse el pasado 7 de julio, el primer ministro Ariel Henry asumió el liderazgo de un país que aún intenta recuperar la estabilidad política. Casi todos los escaños en el Parlamento están vacantes y aún no hay una fecha para las elecciones, aunque Henry dijo que las espera a principios de 2022.

En la actualidad, menos de una docena de funcionarios electos representan a un país de más de 11 millones de personas.

Y en las calles, las pandillas tienen el poder.

La Policía Nacional ha informado de más de 460 secuestros en lo que va de año, más del doble de lo que se informó el año pasado, según la Oficina Integrada de Naciones Unidas en Haití.

La agencia denunció que los haitianos están viviendo en el infierno bajo el yugo de bandas armadas. A diario se cometen violaciones, asesinatos, robos, ataques armados y secuestros, en poblaciones a menudo solas valiéndose por sí mismas en barrios desfavorecidos y marginados de Puerto Príncipe y sus áreas circundantes.