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Negocios y empresas

Controles de precios

C

uando algún bien o servicio de consumo popular escasea, se generan presiones para que el gobierno intervenga y controle la situación. El objetivo es tratar de que la economía familiar no se vea afectada con el aumento de precios.

La intervención de las autoridades en este tipo de controles no es nueva. Se ha presentado a lo largo de la historia desde tiempos remotos y el beneficio para la población es limitado.

En el siglo III de nuestra era, por ejemplo, en el imperio romano se presentó una escasez de alimentos que ocasionó el aumento de precios. La medida que tomó el emperador Diocleciano fue el control de la agricultura para tratar de producir más granos. Como no mejoró la producción, el emperador decretó la baratura, un esquema de control de precios para que el pueblo adquiriera los alimentos suficientes para sus necesidades.

Pero al fijar precios por debajo de los costos, sucedió exactamente lo contrario a lo que esperaba el gobierno. Los terratenientes coludidos con funcionarios públicos escondían los alimentos y los vendían en el mercado negro a precios más altos, lo que enriqueció a unos cuantos y ocasionó grandes hambrunas. En parte por esta crisis es que se aceleró la caída del imperio.

Ahora vivimos un problema semejante de distorsión en el caso de los combustibles. Ante el aumento de precio del gas LP el gobierno decidió controlar el mercado y competir a través de Gas Bienestar. Con estas medidas trata de que la población obtenga el energético a precios razonables.

Por desgracia, México no es autosuficiente en la producción de combustibles e importa más de 50 por ciento de lo que se consume. El problema es que el precio del gas importado es mayor al precio que fija el gobierno y los distribuidores no quieren perder dinero al malbaratar el producto.

En estas condiciones se desarrolla un mercado negro en el que el energético escasea y se vende por encima de los precios controlados, tal y como sucedió en el imperio romano.

Los mercados de hidrocarburos son muy volátiles. La manera adecuada para reducir los cambios constantes es a través de contratos de coberturas, con lo que las autoridades conocen de antemano el precio que pagarán por el combustible, lo que genera certidumbre en la población.