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Fabrizio Mejía Madrid lanza en la FIL del Zócalo Los ninguneados

Novela motivada por leyendas inventadas sobre monstruos en América y la solicitud de perdón a Juan Carlos de España

 
Periódico La Jornada
Jueves 14 de octubre de 2021, p. 6

El menosprecio que implica toda traición es el tema del más reciente libro de Fabrizio Mejía Madrid, Los ninguneados, situado en los límites entre la novela y la crónica y en el que se retrata a los no queridos, a los invisibles en su casa, en su país y en su historia.

Publicado por el Fondo de Cultura Económica (FCE), en su colección Popular, tendrá su lanzamiento en la 21 Feria Internacional del Libro (FIL) en el Zócalo, hoy a las 20 horas, en el Foro Francisco G. Haghenbeck, con una charla entre el autor y la creadora escénica Ana Francis Mor.

Si bien su parte inicial –en la que se cuenta la leyenda del pueblo chibcha, de Colombia, sobre El Dorado– se remonta a hace unos seis años, ésta es una obra resultado de la actual pandemia, comenta el escritor y ensayista mexicano (Ciudad de México, 1968). Inclusive, entregó los originales hace un mes.

Es una narración en la que caminan dos historias paralelas que se entrecruzan, se yuxtaponen e incluso llegan a fundirse y confundirse. Por una parte, la de la Conquista de México y la posterior aparición de los hijos de Hernán Cortés, ambos nombrados Martín y, por otra, la de dos hermanos que crecieron a lo largo de las décadas de los 80 y 90 en una familia que aspiraba a ser como las que aparecen en las revistas y se perdió en el intento.

Todos son seres sin lugar. Por un lado, el Martín indígena, hijo de La Malinche, que siempre es excluido; y el Martín español, hijo de Catalina, un hombre frívolo y prepotente. Por otra, los hermanos Xaramillo, Manuel y Fabrizio, de quienes a lo largo de un viaje se conocerán sus fantasmas, sus elucubraciones y un secreto que los separó por siempre.

Que la novela aborde el tema de la Conquista nada tiene que ver con la coyuntura de los 500 años de la caída de Tenochtitlan. Es una situación que, en principio, se debe a la atracción de Fabrizio Mejía Madrid por las leyendas que inventaron los europeos que desembarcaron en América de los monstruos que aquí había. También influyó en el tema la solicitud de perdón que hizo el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, al jefe de Estado español por aquel pasaje histórico, aclara.

Lo que me llama mucho la atención fue que cada vez que hablábamos de la Conquista pareciera que hablábamos de nuestra familia. La gente tomaba posiciones como cuando hay un pleito familiar y lo vemos como algo muy cercano cuando han pasado ya 500 años.

En entrevista, el escritor indica que con esta obra, más que buscar dar su visión sobre ese hecho, lo que le interesa es plantear preguntas como por qué hicimos invisibles a los indios conquistadores o por qué los propios conquistadores españoles se sintieron defraudados, por qué lucharon inútilmente durante el resto de su vida para que les cumplieran, los reconocieran y les dieran tierras, como fueron los casos de Hernán Cortés y Pedro de Alvarado.

Nadie salió realmente triunfador de ese proceso, ni los indígenas aliados ni los soldados españoles, afirma, pues ni a una ni a otra parte les cumplieron lo prometido, y ello motivó el título del libro, Los ninguneados.

El término es una aportación mexicana a la Real Academia de la Lengua; aquí se inventó y creo que también tiene que ver con esa sensación de que no hubo vencedores, sino sólo vencidos, que todo mundo quedó defraudado; finalmente, los que ganaron son aquellos que estaban en la metrópoli, en una posición de poder, y que gastaron todo en cosas suntuarias que venían de la China, apunta.

Si uno rastrea a dónde fueron el dinero y la plata de América Latina, no fueron exactamente a España, sino que los españoles se lo gastaron: acabó en Holanda y después de ahí se fue a China. Los conquistadores españoles ofrecían aquí espejitos, pero se gastaron su fortuna en bisutería: adornos, espejos, abrecartas de marfil. Eran los nuevos ricos. De lo que cuento del Martín español queda claro que es el primer junior de América, mientras el Martín indígena es el pri-mer ninguneado.