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El PAN en su laberinto
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n 1991, poco antes de que se entregara el gobierno de Guanajuato al panista Carlos Medina Plascencia, como resultado no del reconocimiento claro de un triunfo electoral, sino como producto de negociaciones, en una asamblea, si no recuerdo mal en León, quienes nos oponíamos a esa forma negociada de llegar al poder advertimos a quienes abiertamente negociaban con el PRI, que se estaban colocando en lo alto de un tobogán para deslizarse sin poder detenerse y sin saber a dónde irían a parar.

La reunión de senadores panistas con el fundador del partido extremista Vox parece ser uno de los resultados de aquella desviación inicial; el tobogán de la vida del partido dio muchas vueltas y tuvo muchos altibajos; pasó el intento de pactar con el sistema una especie de bipartidismo a la estadunidense, entre PRI y PAN, que oportunamente interrumpió el triunfo del candidato de Morena en 2018.

Los arreglos tuvieron un precedente en el reconocimiento del triunfo indiscutible de Ernesto Ruffo Appel como gobernador de Baja California en 1989; el caso fue parecido, Ruffo gobernó bien, se mantuvo cerca de los veteranos panistas y no se apartó demasiado de los principios. En cuanto a Guanajuato, es preciso recordar un hecho que marcó el futuro de lo que sería después el PRIAN; el secretario de Gobierno fue Salvador Rocha, político priísta de primera línea y gran capacidad.

Ante la imprudente visita de Vox al Senado y el señalamiento de que el PAN es fascista, lo que niegan sus dirigentes que se deslindan de la pifia de sus senadores, conviene recordar que el partido fue durante mucho tiempo la única oposición seria y firme al partido oficial y que su historia no debe buscarse en todo caso en cercanía a la extrema derecha.

En su fundación, en 1939, el partido defendía principios claros; puso en el centro a la eminente dignidad de la persona y optó por la vía democrática para llegar al poder y, sin dudarlo ni pensar en los resultados, participó una y otra vez en forma ejemplar, proponiendo candidatos y programas e invitando a los ciudadanos a votar. En economía defendía la propiedad privada y la libre empresa, pero reconocía la rectoría del Estado en esta materia.

Recordemos que el fundador, Manuel Gómez Morín, fue vasconcelista, formó parte del grupo de intelectuales Los Siete Sabios y funcionario importante del gobierno de Abelardo Rodríguez, con quien se identificó; colaboró en la redacción de leyes clave para el desarrollo del país, entre ellas la del Banco de México, del que fue el primer presidente del consejo de administración.

En 1965 el partido proyectó sus principios de doctrina y siguiendo corrientes de pensamiento inspiradas en las grandes encíclicas sociales de León XIII y Pío XI, así como en pensadores católicos como Mounier y Maritain; incluyó temas de justicia social y críticas al sistema capitalista; influyó mucho en el nuevo matiz del PAN la campaña de Efraín González Morfín, sustentada en el solidarismo y abrió el camino a propuestas de avanzada, como la participación de los trabajadores en la propiedad y dirección de las empresas, el cooperativismo como alternativa a la empresa capitalista y otras que definieron al partido durante cuatro o cinco lustros.

La expropiación de la banca que López Portillo decretó en su último Informe (1982), fue una alarma para los empresarios que durante décadas habían, no sólo tolerado, sino aceptado y colaborado con el sistema del partido oficial, quienes sintiéndose traicionados buscaron apoyar a la oposición y escogieron para hacerlo al PAN. No sin ingenuidad y buena fe, se les abrieron las puertas, pensando que abrazarían la doctrina panista, pero no fue así: se adueñaron de los cargos de dirección, cambiaron las fórmulas de participación y convirtieron a Acción Nacional en una herramienta para defender sus intereses y su estilo, volver a negociar con el sistema.

Cuando un periodista preguntó a José Ángel Conchello qué opinaba del gobierno panista de Ruffo, irónico, como era, le contestó: Es el primer gobernador de la Coparmex.

Las cosas cambiaron y el partido adoptó el neoliberalismo en boga, archivó principios de doctrina social y no tuvo empacho en negociar con Salinas una especie de bipartidismo que se consignó inicialmente en unos documentos que llamaron cartas de intención y después en acuerdos que reconocieron el discutible triunfo del priísta y les permitió sentirse cogobernantes con él.

Los empresarios se acompañaron de grupos cercanos a la extrema derecha, que no manifestaron ser contrarios a los principios de doctrina, me refiero a Desarrollo Humano Integral y la Asociación Nacional Cívica Femenina; pero detrás, había dinero de empresarios e identificación con grupos como Muro y El Yunque. Así que era lógico que si no corregían el rumbo, las cosas llegarían, tarde o temprano, al extremo al que llegaron.