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Nosotros ya no somos los mismos

Una consulta muy popular

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▲ Ciudadanos han instalado módulos de información sobre la consulta del primero de agosto.Foto Cristina Rodríguez
E

s la madrugada de este domingo 18, cuando empiezo el titubeante apachurre de teclas en mi sufrida computadora portátil. Pero, por supuesto, no sin encomendarme anticipadamente a los dos íconos que ejercen al alimón el patronazgo de mi pueblo natal (un nazareno crucificado y Santiago el mayor, apóstol perteneciente al primer círculo, al gabinete legal, ya que era primo del ya sabes quién de ese entonces).

Mis invocaciones y jaculatorias sustentan una muy sencilla petición: que no se me cierren las entendederas y logre hilar de manera más o menos coherente, de manera persuasiva y en tiempo, el alegato que he venido reiterando desde hace varias columnetas en torno a la realización de la consulta sobre la pertinencia de someter a juicio, el comportamiento y las acciones u omisiones de los jerarcos (dicen por mis rumbos, donde ingenuamente piensan que el poder es atributo de género), que gobernaron nuestro país durante los cinco sexenios anteriores.

Estoy plenamente convencido, y mis modestos (en extensión), sondeos de opinión me lo ratifican, que jamás la opinión de los ciudadanos se había manifestado ante un cuestionamiento de manera más absolutamente coincidente, unificada, semejante y, me atrevo a decir también, airada, irritada y hasta colérica. A mucha gente la pregunta que formulé le resultaba tonta, impertinente y, por eso, la respuesta no se concretaba a un simple sí o a un impensable no.

Se extrañaban de mi obviedad y una contestación usual era otra pregunta de regreso: ¿pos usté qué cree? O un amable reclamo: Aquí sí que hasta la duda ofende. Lo que comenzó a preocuparme era que, frente a su rotunda opinión sobre el juicio a los ex presidentes, era evidente que surgía un generalizado escepticismo, desconfianza no en los resultados de la consulta, sino en las consecuencias que realmente se obtendrían de un rotundo sí, a la interrogante contestada.

La sincera creencia de lo inútil de este ejercicio era tan fuerte y generalizado como la certidumbre de que los cinco ex mandatarios habían sido unos pillos consumados. Con tono recio, un viejo ruletero que me había traído a casa me dijo: Le apuesto lo que quiera a que, aunque toda la raza vote porque se les castigue, no les van a tocar un pelo ni menos van a devolver un peso. El chofer se había prendido tanto en la conversa que cuando llegamos a mi puerta, como caía un terrible chubasco le comenté: tome el tiempo que pase desde este momento hasta que amaine el aguacero para que pueda bajarme y auméntelo al viaje. Me reviró: “Olvídese del tiempo, ese va por la leccioncita. Pero no me guaseé, como dice que con el ‘Foproa’ ese, me robaron miles de millones y que hasta mis nietos van a seguir pagando, pues cuando nazcan ya van a tener esa deuda. Fíjese, en diciembre y enero me robaron y cuando les pareció poco lo que traía, hasta de guantones me dieron. Ese robo sí que alcanzó a mis nietos porque ni Navidad tuvieron y yo sigo pagando la deuda que me eché a principio de año. Éste sí que es mi Foproa”. Lo vi fijamente para que se me quedaran sus facciones y poder reconocerlo luego. Pues mira que tienes razón. Tú, tus hijos, los nietos, toda tu familia es el pueblo de México, los asaltantes son los banqueros los gobernantes que los apoyaron para que la deuda que les correspondía pasara al total de los mexicanos de esos tiempos y de muchos por venir. Te propongo algo –agregué antes de bajarme–, Ve a votar el 1° de agosto y, de ser posible, con todos los de tu familia que tengan derecho a sufragar. Háganlo como cada uno piense que es lo correcto: ¿tienen los mexicanos el derecho a analizar cómo fue el gobierno de cada uno de ellos? Los mandatarios de los cinco gobiernos anteriores, en acatamiento al texto del artículo 87 constitucional, pronunciaron el siguiente juramento: Protesto guardar y hacer guardar la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos y las leyes que de ella emanen y desempeñar leal y patrióticamente el cargo de Presidente de la República que el pueblo me ha conferido, mirando en todo por el bien de la Nación. Los cinco, en su momento (aclaración nomás por molestar: ni modo que lo hubieran hecho juntos y al unísono), contestaron: ¡Sí, lo juro!

¿En ellos se habrá inspirado el compositor Carlos Gómez Barrera, oriundo de Quintara Roo y alguna vez diputado, cuando escribió su más exitosa canción, Falsos juramentos”?

El primero de agosto, usted podrá, libre y conscientemente, decidirlo y decirlo. Pero tan sólo Cruz, mi reciente amigo y taxista personal, tendrá, si vota (en el sentido que quiera, pero vota), la oportunidad de hacer efectiva mi invitación para almorzar un huevo con chorizo saltillense y platicar sobre qué es el sistema de pagos, qué son y cómo se forman y funcionan los bancos y, por supuesto, por qué, el Foproa es comparable a la venta de la mitad de nuestro territorio que un abuelo instantáneo (diría César Vallejo) de Ernesto Zedillo, Antonio López de Santa Anna, realizó el 30 de diciembre de 1853.

Para terminar, les comparto un, casi sórdido, juego que se me ocurrió después de conocer la torpe, incoherente y provocadora redacción que la Suprema Corte de Justicia impuso para la realización de la consulta popular de agosto. De manera absolutamente irracional, antijurídica, carente del más elemental sentido común, la Corte invita a los ciudadanos a equiparar a presuntos delincuentes, violadores de la Constitución en diferentes normas, grados y circunstancias y definir sus responsabilidades con una vara que, por semejante, es injusta, inaplicable. Simplemente violadora de los más elementales derechos humanos. En la misma canasta se metieron zapotes con tunas, melones con tejocotes. Dicho más directamente: hay perversidad junto a estupidez, inteligencia perversa frente a debilidad mental o inmadurez emocional evidente. Las responsabilidades por juzgar deben ser individuales, no en paquete. Esto es estúpido o perverso. Ya no tengo renglones disponibles, me trataré de explicar dentro de una semana.

Twitter: @ortiztejeda