Número 166 Suplemento Informativo de La Jornada Directora General: Carmen Lira Saade Director Fundador: Carlos Payán Velver
Lloviendo sobre mojado: Pandemia y trabajo agrícola

España

“Para ser lo que somos nos necesitamos todos”

Martha Judith Sánchez Gómez Instituto de Investigaciones Sociales, UNAM

A más de seis meses de iniciada la pandemia del COVID-19 las vendimias llegaron a las diferentes zonas de España con los efectos acumulados por la paralización de las actividades durante varios meses y sus impactos económicos. En la industria vitivinícola, sector de significativa importancia en la economía española, hay grandes diferencias entre sus diferentes actores. Las grandes bodegas han podido sortear mejor la crisis que están enfrentando, aún y cuando las pérdidas son considerables. Las pequeñas y medianas bodegas tuvieron un nicho de oportunidad frente al alza de las ventas en línea, sin embargo viven situaciones muy críticas para continuar en el negocio. El impacto a todos los niveles y actores ha sido muy fuerte, expresiones tales como “el sector vitivinícola está herido de gravedad” expresa esa gran preocupación de los diferentes actores dentro de esa industria.

El objetivo de estas breves notas es resaltar las buenas prácticas que se han generado en el contexto de la pandemia, que si bien no son ni siquiera representativas ni mayoritarias, son pequeñas acciones en un mar de irregularidades y problemas, que trazan caminos para pensar en una mejor manera de gestionar las crisis y de repensar el modelo que actualmente predomina y que lesiona de manera importante los derechos y condiciones de vida de los más vulnerables de la cadena. Dentro de lo que llamamos buenas prácticas tenemos las siguientes.

Como consecuencia del desplome en las ventas de vino, las bodegas no compraron la totalidad o parte de las uvas que tenían apalabradas. No obstante, algunas bodegas han salido a apoyar a sus viticultores comprando la totalidad de las uvas que año con año han recibido de este sector, tal es el caso de la bodega Protos que compró toda la uva de sus proveedores habituales “para que nadie se quede atrás” y “cuidar a los más vulnerables en nuestro entorno, en los momentos más complicados, nuestro propósito como bodega no es solo hacer grandes vinos… sino seguir apoyando a la sociedad en lo que esté a nuestra mano”.

A pesar del apoyo anterior, los viticultores en general se vieron afectados no sólo por la dificultad para vender las uvas, sino también por la caída del precio de la uva. Según la Unión de Campesinos de Castilla y León el precio medio no llegó a un euro por kilo cuando en la campaña anterior era de 1.90 euros.

La búsqueda de soluciones para el entorno local y de sus moradores se vio incentivada. Se implementaron acciones para atraer a los trabajadores que buscan trabajo en los alrededores del entorno municipal para evitar los desplazamientos interproviniciales y con ello enfrentar mejor la pandemia. La Asociación Agrícola de Jóvenes Agricultores (ASAJA) se sumó a esa iniciativa impulsando, junto con la empresa líder en tecnología de Location Intelligence (ESRI), una bolsa de trabajo para canalizar las demandas de empleo hacia los empresarios.

El consumo local de los vinos también se ha promovido. En el caso de Aranda de Duero que vivió un segundo periodo de confinamiento posterior a la desescalada, los bodegueros y otros productores junto con el ayuntamiento impulsan una campaña para incentivar el consumo local; que los pobladores se acerquen a los comercios tradicionales y que se apueste por los productores locales.

Algunos ayuntamientos han propiciado condiciones favorables para la llegada de los vendimiadores. Además de establecer protocolos para la realización de una vendimia segura, se encargaron de ofrecer condiciones de alojamiento, realización de pruebas PCR, medidas para evitar los contagios y lugares de aislamiento en caso de ser contagiados, y además visibilizaron para el conjunto de sus habitantes la importancia del trabajo de los vendimiadores. Tal es el caso del ayuntamiento de Logroño que impulsó una campaña denominada “Para ser lo que somos nos necesitamos todos”. Es una acción desarrollada a diferentes niveles que no sólo se reconoce, como en el resto de España, la importancia del trabajo que realizan los vendimiadores al nombrarlos como esenciales, sino que emprende acciones concretas para protegerlos y busca concientizar al conjunto de la sociedad sobre su importancia para lograr los vinos que han investido de prestigio y de recursos a su región. Alertados por las expresiones de xenofobia y racismo que sucedieron en otras zonas del país ante la llegada de los trabajadores agrícolas el Ayuntamiento apuntaló “estos trabajadores no vienen de ocio, sino a trabajar”. Ese trabajo hace ya décadas que no recae en los habitantes del lugar ni en los españoles de otras regiones, salvo muy contadas excepciones. Ese trabajo recae en los migrantes, que establecidos o no, llegan año con año desde otras regiones y países. Uno de los bodegueros más importante de la Ribera del Duero comentó en una entrevista de radio hace ya varios años que “si no hubiese sido por el trabajo de los rumanos y búlgaros, la Ribera no sería lo que es”. No obstante, en el contexto de la pandemia estos migrantes e inmigrantes han sumado vulnerabilidades a las precarias e inestables condiciones de trabajo y vida, la discriminación y xenofobia ante el miedo de contagio, además de que se han visto desplazados por los trabajadores locales. En el caso de la Ribera del Duero se señala que en el mes de septiembre había inscritos en la bolsa de empleo de la Asociación Agraria de Jóvenes Agricultores 612 españoles esperando poder ir a vendimiar y únicamente 338 extranjeros. La participación de los extranjeros ha sido abrumadoramente mayoritaria desde hace décadas; aquéllos que llegaron a la zona en busca de empleo encontraron, en la vendimia de 2020, menos posibilidades de obtenerlo.

Estos trabajadores, migrantes e inmigrantes, con o sin documentos, son los que más han sufrido los embates de la pandemia. Si bien el movimiento de “#Regularizaciónya” que abogaba por la urgente regularización de las personas migrantes y refugiadas, no progresó, la pandemia ha vuelto a visibilizar a esos trabajadores sin derechos. Un experto de la ONU afirma que España mantuvo a los trabajadores migrantes “completamente desprotegidos” durante la pandemia (Noticias ONU, 2020). En los medios de comunicación se visibilizaron las condiciones de trabajo y vida de estos sectores, nombradas por dichos medios como infrahumanas “condiciones que se encuentran en los países del tercer mundo”.

Finalmente, hay que señalar el momento de oportunidad para luchar para mejorar las condiciones del mercado de trabajo que han sido denunciadas por diferentes actores de la sociedad civil, sindicatos y otros actores y que no han sido atendidas. En el marco de la pandemia se han establecido en la Ribera del Duero mesas de trabajo entre diferentes actores de la industria del vino y de la sociedad y se han planteado los problemas que prevalecen en ese mercado de trabajo, problemas bien conocidos y en ocasiones atendidos de manera temporal tales como la apertura de lugares de alojamiento temporal en la vendimia durante 2013 a 2015. Estos esfuerzos no tuvieron continuidad y acuerdo entre los diferentes actores y ahora ponen sobre la mesa la necesidad de resolver los problemas estructurales que ocasionan las malas condiciones de trabajo y vida de los jornaleros que llegan a realizar una actividad fundamental para sus regiones. Se ha señalado también la intermediación laboral que prevalece en la zona y que tiene como consecuencia el detrimento de las condiciones de trabajo y la reducción de los salarios; de los 12 euros que se les debería pagar llegan a percibir 7 o incluso 5.40 euros. En el contexto de la pandemia se detectó también vivienda en precario, trabajadores durmiendo en coches o hacinados, irregularidades en los traslados, superando el máximo de ocupantes por cada fila. Se ha expresado por diferentes activistas, sindicatos y actores interesados en el tema que es necesario “regular un sello de calidad en vendimia” y “para tener un vino de calidad es necesario un trabajo de calidad”. “Todo lo que mejoremos en responsabilidad social supondrá ganar en calidad y en la imagen de la Ribera y del vino”.

La pandemia ha develado la normalidad en la que ha imperado la irregularidad laboral, la desigualdad, exclusión y violación de los derechos humanos fundamentales de los trabajadores agrícolas migrantes. Esperemos que esto sea una oportunidad para pensar en nuestras formas de convivencia y de producción. •