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La ciudad del progreso
L

a ciudad del progreso es Monterrey. En las 100 horas que tenían disponibles para realizar un documental, según la convocatoria de Docsmx, Sergio Osvaldo Valdez y su equipo de cuatro cineastas (todos egresados de la universidad pública de Nuevo León) se dieron a la tarea de producir, rodar y editar un cortometraje con el tema de la pandemia. Lo vincularon al de la contaminación y lograron que fuera seleccionado para participar en festivales de cine. El primero donde se exhibirá será en el Festival de Cine Ambiental de Cali, Colombia.

A Monterrey se le conoce como una ciudad donde el progreso industrial ha sentado una de sus sedes en México. Fábricas y chimeneas, camiones y automóviles por todas partes; pero también emisiones tóxicas y, en consecuencia, una de las áreas con mayor contaminación en América Latina.

Voces de la Ciudad, la productora que agrupa a Sergio Osvaldo y su equipo, en el intento de dar la mejor respuesta al tema de la convocatoria, percibió que en los momentos más críticos del Covid-19, justamente cuando el Quédate en casa había producido la desmovilización de una gran parte del parque vehicular, la calidad del aire en Monterrey seguía siendo igual o peor de mala que antes de la pandemia. Y llegó a la conclusión de que la ciudad metropolitana se sustenta sobre condiciones frágiles de salud. Se dio entonces a la búsqueda de la voz que pudiera narrar los motivos de esas condiciones.

En el ambientalista Guillermo Martínez Berlanga hallaron la voz adecuada para su cortometraje. Su explicación es lógica: si una comunidad se ve aquejada por males respiratorios como producto de gases emitidos por muy diversos surtidores es natural que una pandemia cause mayores estragos que en una comunidad donde la cantidad de oxígeno y el control de detritus industriales es efectivo.

La irresponsabilidad de industriales, constructores y transportistas y la complicidad de las autoridades hacen que sobre la sostenibilidad ambiental prevalezca la lógica del lucro. Es inevitable que tal mezcla de intereses resulte en una situación sumamente crítica como la que vivió la población durante los largos meses de 2020 y parte de 2021: el contagio era virulento, como en otras ur­bes, pero su letalidad y su mortandad eran mayores.

El progreso del Monterrey metropolitano empieza a mostrar su reverso: la des­trucción de naturaleza y vidas humanas. No son sólo las emisiones de gases y otros desechos tóxicos, sino un crecimiento urbano acromegálico sujeto a los intereses de constructores, desarrolladores, terratenientes urbanos e industrias ligadas a la construcción, sino la depredación de parques y bosques, así como la falta de un plan básico de arborización intensiva, tendencia mundial.

Desde hace décadas, los gobiernos locales se asumen como operadores de esos intereses. Por ello ponen delicadas responsabilidades públicas en manos de individuos que sirven, ante todo, a este o aquel grupo empresarial. El sistema de agua y drenaje, el manejo de parques y jardines, el procesamiento de la basura, el diseño y ejecución de obras públicas, la gerencia del ambiente tras el título engañoso de Secretaría de Desarrollo Sustentable y otros servicios y medidas públicas se gestionan con objetivos y criterios de lucro –empezando por el propio.

En el gabinete que forma Samuel García para su gobierno se pueden ver con claridad esos vínculos. Durante su campaña, el gobernador electo de Nuevo León ofreció un nuevo estadio de futbol para los Tigres. Indudable gesto de efectos populistas pero de diáfanos y urgentes objetivos empresariales.

Hace poco más de dos décadas, Cementos Mexicanos (Cemex) y Fomento Económico Mexicano (Femsa: cerveza, gaseosas, tiendas de conveniencia) crearon la empresa Sinergia Deportiva. La administración del Club Tigres pasó de manos de la Universidad Autónoma de Nuevo León a sus manos. Tiempo después Cemex se quedó totalmente con esa empresa. Pero con la construcción de estadios deportivos (ya Femsa logró que se construyera el estadio de los Rayados con evidentes perjuicios ambientales) ambas empresas siguen haciendo sinergia: una vende el cemento para su construcción y la otra le vende a la afición, que en ellos hace deporte visual, hectolitros de cerveza y Coca-Cola.

El próximo secretario de Economía y Trabajo, Mauricio Doehner, tiene por antecedente en esas ramas ser el enlace entre Sinergia Deportiva y Cemex. Su entrenamiento ha tenido por ámbito profesional a la Confederación de Cámaras Industriales y la Coparmex. Sustituirá en el puesto a Roberto Russildi, fogueado como empresario en el desarrollo inmobiliario y la construcción.

Los vasos comunicantes entre negocios y gobierno en Nuevo León se ven tan naturales como en una tiranía el conflicto de intereses.

La suma de esas prácticas es la que hace decir al ambientalista Martínez Berlanga que la comunidad neoleonesa está sujeta a una ecomafia en La ciudad del progreso, título rebosante de ironía.