"La Jornada del Campo"
Número 165 Suplemento Informativo de La Jornada Directora General: Carmen Lira Saade Director Fundador: Carlos Payán Velver
VACUNAS DE ESPERANZA

Costa Chica de Guerrero

Poblaciones y ejidos, frente a los estragos del COVID19

Jaime Simón Cortés Corman  

Mi familia presentó casos de Covid19: un hijo, mi yerno… les dio, pero de manera tranquila, leve; quienes estuvieron aislados, cumplieron su cuarentena y pudieron salir adelante.

Yo lo considero como algo sumamente importante, de manera atinada para salvar las vidas que se puedan, pero, sobre todo, tomar en cuenta a la gente adulta, porque somos los más vulnerables. Esto es voluntario, el que quiera, qué bien, pero el que no quiera, también; la oportunidad ahí está. ¿Por qué no vacunarse? ¡Adelante! Si algunas personas pudimos superar esta enfermedad, o nuestros familiares, no pasa nada hacerlo. Quiero salir bien de esta pandemia y que los resultados de esta vacuna sean los más efectivos, porque sé que hay muchas vacunas que vienen de China, Rusia… de distintos lugares y hasta ahorita no sabemos cuál será la de mejor calidad. Queremos… yo quiero que cumpla con un 90 o 80 por ciento en cuanto a la efectividad.

Tengo que esperarme 20 minutos en observaciones, en caso de que algo suceda, entiendo, vendrán con primeros auxilios para atender cualquier emergencia que se presente.

En mi familia sí hay interés, incluso hasta inquietud, de quererse vacunar todos cuando haya la oportunidad.

Esto fue lo que comentó el señor Elfego Torres Saavedra, de 70 años de edad, originario del municipio de Xochistlahuaca, Guerrero, el día 10 de marzo del presente año, al iniciar la campaña de vacunación en los distintos municipios del estado y, específicamente de la región de Costa Chica.

A mí me trajeron mi hija y mi sobrina. Yo no estoy convencida de la vacuna, pero no tengo de otra. La enfermedad nos pegó fuerte; un hermano mío falleció por esto, pero no queríamos reconocer que era esta enfermedad. También se contagiaron vecinos, además de dos de mis sobrinos que viven en Estados Unidos.

No tengo confianza en la vacuna, pero tampoco la tengo con la enfermedad, no me queda de otra, la estamos pasando muy mal en la comunidad. Sí hubo muchos enfermos y muertos, pero ¿quién me asegura que este medicamento funciona? Nadie.

Relata en su lengua materna la señora Guadalupe Benito Cruz, mujer mixteca y comunera, originaria del municipio de Igualapa.

Así hay varios relatos con visiones encontradas o similares, unos con expectativas frente a la vacuna, pero también otras personas que tienen pocas esperanzas ante la situación por la experiencia vivida en este año de pandemia. No podemos omitir casos, no menores, de gente que sigue sin creer en la existencia de la enfermedad causada por el virus SARS-COV2 (COVID19), ni mucho menos han visto con buenos ojos la llegada y aplicación de la vacuna.

Casos diametralmente contrarios en poblaciones, por ejemplo, pertenecientes a los municipios de Tecoanapa, Florencio Villarreal o Ayutla de los Libres, localidades donde la gente se organizó para no recibir la vacuna y expulsó a personal de salud, brigadistas de vacunación, para que no aplicaran la vacuna, porque aseguraban que sólo iban a ser dosis letales para matar a las y los ancianas/os o provocarles más rápido la muerte (sic). Casos similares pasaron en comunidades pertenecientes a los municipios de Copala, San Marcos y Juchitán.

Otras experiencias se vivieron en la organización y la forma en que se ha llevado a cabo la campaña de vacunación, como lo fue en la cabecera municipal de Ometepec, centro político y económico de la región de Costa Chica, donde la gente adulto mayor, fue citada en una pequeña cancha de basquetbol para recibir las dosis de vacuna. Un especio reducido, donde se aglomeraba la gente, entre adultos mayores, familiares y personas que atestiguaban el acto, sumados personal de salud, servidores de la nación y elementos de la SEDENA o, en su caso, de la Guardia Nacional.

En el caso de la población relacionado al tema de la tenencia de la tierra, existen núcleos agrarios con un padrón no menor de ejidatarias y ejidatarios, así como de comuneras y comuneros, donde la mayoría son adultos mayores. Esto es algo importante a considerar, ya que los estragos de la pandemia también pegaron fuerte en los distintos núcleos, siendo estos conformados por posesionarios reconocidos sobre la tenencia de la tierra que rebasan los 65 años.

En las distintas dinámicas, por ejemplo, para llevar a cabo Asambleas de ejidatarios o comuneros, los miembros podían acudir siempre y cuando ya recibieran la vacuna; incluso, coincidía si el mismo día de la Asamblea, también estaba la campaña de vacunación. La gente pasaba por su dosis y después asistía a la Asamblea, ya sea para tratar los puntos sugeridos en sus respectivas convocatorios, o también para elegir a los nuevos Órganos de Representación y Vigilancia, Comisariados Ejidales o de Bienes Comunales, según sea el caso.

El covid también vino a cambiar la relación y la presencia de sujetos entorno a lo agrario. Muchos núcleos resintieron, no sólo los contagios, sino las pérdidas de sujetos agrarios posesionarios de la tierra. Los padrones legalmente registrados sufrieron considerablemente cambios por las ausencias y lo que se tendrá que hacer por parte de los núcleos para depurar lo más pronto posible su padrón, ya sea con el nuevo reconocimiento de sujetos, así también con la sucesión de derechos como lo marca la Ley Agraria.

Los retos en la nueva configuración de los ejidos y comunidades son grandes, también preocupantes; la ausencia de liderazgos y sujetos, mujeres y hombres, que tenían una presencia importante en sus núcleos, en relación a su organización, ya comienzan a resentir sus ausencias. •