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The Economist: pasquín sin ética // Moodys: calificaciones a modo // Nado sincronizado, no casualidad

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▲ Imagen de archivo de la refinería Deer Park en Texas. La planta reporta pérdidas desde 2018 y arrastra una deuda de 980 millones de dólares, pero Moody’s apenas se dio cuenta el jueves, después del anunció de Pemex para concretar la compra de la totalidad de las acciones.Foto Ap
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emasiada coincidencia para ser casualidad: el mismo día, prácticamente a la misma hora, la calificadora Moody’s degradó la calificación de Deer Park (apenas dos días atrás Petróleos Mexicanos hizo pública la compra de 50 por ciento de las acciones; la otra mitad de la refinería ya era mexicana), y el semanario The Economist –una de las rancias biblias de los neoliberales– adelantó a los medios mexicanos el contenido de su próxima publicación (López obrador, un falso mesías y un riesgo para la democracia). Y todo ello, de forma cronometrada, justo una semana antes de los próximos comicios en México, para invitar a la ciudadanía a votar en contra de la 4T. Nado sincronizado, pues.

Se trata, primero, de una calificadora que ha sido demandada en Estados Unidos -junto a otras de la misma calaña- por asignación fraudulenta de calificaciones (la información de Forbes), que nada dijo (al menos desde 2013) sobre la deuda de Deer Park mientras la trasnacional Shell mantuvo el control (ella tomaba las decisiones) de dicha refinería. Sin embargo, como por arte de magia, de la noche a la mañana (es decir, cuando Pemex hace el citado anuncio público) se dio cuenta de que la deuda de la refinería Deer Park está en problemas.

Y, segundo, se trata de un medio de comunicación que lo mismo sirve para alabar que para denostar (siempre desde una óptica ultraderechista) según el plan de negocios que maneje. Cómo olvidar su portada de noviembre de 2012, en la que subrayaba el ascenso de México por la llegada de Enrique Peña Nieto a Los Pinos, un personaje del que tenemos mucho de qué hablar (positivamente, desde luego). Ese tipo de alabanzas –a todas luces maiceadas– fueron comunes en los primeros años de su gobierno (por ejemplo, en la portada de la revista Time con EPN en primer plano y la leyenda salvando a México), que después tuvieron que depositar en el basurero ante el rotundo fracaso del mexiquense. De cualquier suerte, no tuvieron empacho, porque ya habían cobrado.

The Economist utiliza calificativos muy conocidos por los mexicanos, porque, palabras más o menos (del mesías tropical al falso mesías) son los mismos que Felipe Calderón y su pandilla (empresarios e intelectuales orgánicos en primer lugar) utilizaron en la hedionda campaña presidencial de 2006 y repitieron hasta el cansancio en subsecuentes procesos electorales. Ni siquiera en eso resulta novedosa la publicación, porque deja en claro, por si hubiera duda, cuáles son sus fuentes. Y ahora los mismos fétidos personajes (incluido el oscuro publicista Antonio Sola, hoy al servicio del PRI) insisten.

No es gratuito lo dicho ayer por el presidente López Obrador: lo publicado por The Economist es propaganda muy ramplona, de pasquín, entonces eso no les ayuda. De por sí los medios de información están atravesando por una severa crisis de credibilidad; esas revistas famosas están en una situación crítica, pero si no cambian su política editorial y no actúan con ética pues no las van a leer ni en Londres. Se trata de “una portada majadera, muy grosera, desde luego mentirosa llamándome ‘falso mesías’, y todavía con falta de ética llaman a los mexicanos a que no voten por lo que nosotros podemos representar. Es como si yo voy al Reino Unido y le pido a los ingleses que voten por mi amigo Corbyn, del Partido Laborista; pues yo no puedo hacer eso, porque les corresponde a los ingleses. Entonces, ¿por qué no respetan ni siquiera las formas?” Entonces, quien se excede, por ejemplo, esa revista, hace el ridículo, y en el periodismo y en la política se puede hacer todo, pero procurar no hacer el ridículo.

Eso, por lo que hace a The Economist, pero también hubo para las fuentes autóctonas de información que utiliza la revista: están muy molestos quienes apoyaron y aplaudieron durante mucho tiempo el modelo neoliberal, que no es más que una política de pillaje. Están a favor de las privatizaciones y siempre guardaron silencio ante la corrupción que imperó.

Las rebanadas del pastel

Entonces, como plantea la Secretaría de Relaciones Exteriores, lo publicado por The Economist, junto con la casual decisión de Moody’s son una síntesis de la exasperación de las élites; es tiempo de que las élites exasperadas entiendan que no están entendiendo.