Número 164 Suplemento Informativo de La Jornada Directora General: Carmen Lira Saade Director Fundador: Carlos Payán Velver
Vacunas: entre la esperanza y el negocio

Vacuna Patria, un tema de soberanía nacional: Álvarez-Buylla

Enrique Pérez y Gabriel Hernández La Jornada del Campo
María Elena Álvarez-Buylla, directora del CONACYT. Pablo Ramos / La Jornada

LJC: ¿por qué el interés de México en desarrollar su propia vacuna contra el SARS-CoV-2?

EAB: Porque es un tema de soberanía en un área estratégica para el país, para las mexicanas y mexicanos, un área fundamental que es la salud, con una perspectiva pública, de acceso universal, de hacerle honor al derecho que tenemos a una buena salud. A pesar de que ha habido mucha discusión en algunos ámbitos, a partir de información no tan precisa científicamente hablando en torno a las vacunas, sin lugar a duda, las vacunas son una herramienta muy importante. No son suficientes ni las únicas herramientas que garanticen la buena salud, pero la obligación del Estado es cuidar la salud pública, de todos y todas.

En el caso de COVID-19 y de otras zoonosis como el H1N1, lo que sucede es que se destruyen los nichos ecológicos naturales y se acercan organismos y posibilidades de transmisión de patógenos de animales a humanos, se rompen estas barreras que naturalmente están protegidas por los ecosistemas y por los nichos, a causa de la producción industrializada masiva, como ocurrió en la H1N1 en México, asociada a la producción masiva de cerdos, absurda desde el punto de vista de la salud, y ahora el manejo de especies silvestres y su masificación en mercados asiáticos, en particular en China, donde se cree que empezó esta pandemia. Entonces, hay una razón estructural que tiene que ver con un sistema capitalista muy salvaje y globalizado que ha ido anteponiendo el lucro y mercantilizado todo lo que tiene que ver con salud, el cuidado y la prevención de la salud pública.

Un país como México tiene que recuperar esa soberanía y también infundir medidas preventivas más estructurales, dejar de destruir el ambiente, propiciar modelos de producción de alimentos más acordes con la naturaleza, con los equilibrios ecosistémicos, con la salud y el bienestar de todos y todas. Sin duda alguna las vacunas son una de las herramientas que a lo largo de la historia la humanidad ha tenido para enfrentar algunas de estas enfermedades que se vuelven pandémicas. Es absurdo que hayamos perdido esta autosuficiencia y que hayamos generado a lo largo de los años, una dinámica destructiva de nuestras capacidades autosuficientes que teníamos, por ejemplo, a finales de la década de los noventa.

Birmex, que es la empresa productiva del Estado, era autosuficiente en la producción de todas las vacunas que necesitábamos y ahora prácticamente no producimos ninguna de las que se usan en el cuadro básico infantil de nuestro país y mucho menos tenemos la capacidad de estar produciendo ni estar generando las adecuaciones de las plataformas vacunales, frente a las nuevas variantes. Por ejemplo, la vacuna de influenza necesita de una renovación tecnológica año con año y en vez de tener nuestra propia capacidad, que es algo en lo que estamos trabajando, y generar vacunas que sean adecuadas a las variantes de las cepas que están circulando en nuestro país, tenemos que comprarlas afuera y esto hace que tengamos una vacuna subóptima para nuestras necesidades.

Entonces, esta es una necesidad tecnológica, más de fondo, más estructural, y más acorde con las políticas de este gobierno de la 4T que tienen que ver con la recuperación de nuestra soberanía nacional en un tema clave que es la salud pública. Y con ello generar la capacidad autosuficiente no solamente de estar preparados para lo que venga con esta pandemia, sino estar preparados ante futuras pandemias.

Sí quiero insistir en que la vacuna no es la bala dorada, hay que tener una visión mucho más sistémica, estructural del cuidado, de asegurar este derecho a la salud de todas y todos, de la salud pública y tiene que ver con una cuestión más amplia de cuidado ambiental, de cuidado y modificación de los sistemas de producción de alimentos. Justamente la pandemia de Covid-19 nos ha dejado claro cuán importante es para la salud el sistema agroalimentario y cuán destructivo es el dominante, el sistema industrializado que coloca en los mercados productos chatarra, industrializados, altamente tóxicos o diabetógenos, que ha sido causa de mucha de la mortalidad de nuestro país en décadas. Y si es tan alta la de COVID-19, incluso en jóvenes de 20 a 50 años, se debe a una pandemia que está ahí endémica en nuestro país, que es la diabetes, la obesidad, los daños crónico-degenerativos, por el deterioro ambiental y un sistema alimentario inconveniente para salud, tóxico y destructivo del ambiente. La vacuna es un problema de soberanía, es una herramienta, no es la única.

Nuestra perspectiva, desde el CONACYT, es una visión mucho más sistémica, estructural y crítica, pero sin duda es un absurdo para cualquier país del mundo hoy en día, no tener autosuficiencia y soberanía en una cuestión tan estratégica como es la producción de vacunas, que debemos tener para proteger a nuestra población.

Hasta el momento, no se sabe aún si las vacunas que se están aplicando actualmente generarán protección contra el SARS-CoV-2 a largo plazo. Lo anterior, sumado a la aparición de nuevas variantes del virus que pudieran evadir la respuesta inmune generada por estas vacunas, abre la posibilidad de que sea necesario revacunar a la población contra COVID-19 en el futuro. Por lo mismo es indispensable asegurar que se contará con las dosis suficientes para vacunar a toda la población mexicana, lo cual, dada la demanda de estos biológicos a nivel mundial solo puede conseguirse mediante el desarrollo de vacunas de manufactura nacional, como la vacuna Patria.

Por otro lado, aunque es probable que vengan nuevas pandemias en el futuro, aún estamos a tiempo de aprender la lección e incrementar las capacidades tecnológicas y científicas del país, promoviendo la independencia tecnológica. Solo así se podrá responder eficientemente a estos retos, en beneficio de la población mexicana.

LJC: En términos muy sencillos, ¿cuáles son las características o el funcionamiento de la vacuna Patria?

EAB: La vacuna Patria utiliza un virus recombinante de la enfermedad de Newcastle (NDV) como plataforma. De manera muy general, este virus recombinante lleva un gen que codifica para la proteína de espícula (S) del SARS-CoV-2, causante de la COVID-19. Al vacunar a una persona, este virus recombinante entra a las células y produce grandes cantidades de esta proteína de espícula, las cuales son detectadas por el sistema inmunológico para producir anticuerpos y células capaces de proteger a las personas vacunadas en caso de exponerse al SARS-CoV-2.

En términos más sencillos, esta vacuna se basa en un vector, un vector es un vehículo, en este caso es un vector viral, es un virus que no es dañino para el ser humano, que lleva un gen que codifica, que tiene las instrucciones para producir la proteína S, la proteína de la espiga o de la espícula del SARS-CoV-2, que es como una esferita con esas proyecciones salientes que se llaman espigas o espículas. La reacción antigénica, es decir la respuesta inmunológica de defensa del ser humano es muy fuerte a esta proteína, entonces la vacuna es una forma de inducir, sin causar enfermedad, esta respuesta de protección.

También estamos apoyando la implementación de esta vacuna por vía nasal, por aspersiones nasales, lo cual la coloca frente a otras, con un posible potencial. Las células, al recibir estos vectores que no son dañinos, producen esta proteína S del virus SARS-CoV-2, y el sistema inmune produce los anticuerpos contra esta proteína. Entonces, en el momento en que ocurre una exposición de la persona al virus, a una potencial infección, ésta se detiene porque el organismo está preparado con estos anticuerpos para contener esta posible infección, así de sencillo.

LJC: ¿qué es el vector Newcastle que se usa en esta vacuna, porqué se afirma que no tiene daño potencial a los seres humanos y cómo se usa en esta vacuna?

EAB: El virus de la enfermedad de Newcastle que se utiliza como vector para la vacuna Patria es un virus de baja patogenicidad en aves, que no produce infecciones en el ser humano. El uso de este virus como vector vacunal no es nuevo, y se ha utilizado con éxito y seguridad desde hace más de 10 años para desarrollar vacunas de influenza y otros virus respiratorios, y como vehículo para hacer terapia génica dirigida al tratamiento de enfermedades como el cáncer.

Estos antecedentes tan sólidos sustentan la seguridad de esta plataforma vacunal y su bajo potencial de riesgo para el ser humano, aunque es importante recalcar que el estudio clínico fase 1 que está por comenzar estará enfocado en evaluar la seguridad de la vacuna Patria

Este virus se ha estudiado mucho más en animales y de hecho la empresa con la cual estamos en alianza estratégica y solidaria en beneficio del país, Avimex, lleva años utilizándola en vacunas animales. Este virus, se ha usado en otras aplicaciones en humanos, entonces ya se ha probado su inocuidad. En ello tenemos colaboración con un grupo importante de científicos, como el doctor García Sastre, que es un virólogo español muy reconocido y científicos mexicanos, han estado trabajando con este vector durante muchos años. También se ha usado en miles de millones de dosis vacunales en animales, que generalmente se asperjan en las granjas y los técnicos que aplican esta vacuna están expuestos a cantidades masivas y reiteradas y no provoca patogenicidad o un daño en humanos.

Hay dos formas en las cuales se puede usar el virus del Newcastle: inactivado y activado. Y México es el único que tiene el acceso a la licencia para usarlo de las dos formas, lo cual nos colca en una ventaja. Si es inactivado, cualquiera de las vacunas de virus inactivados, son vacunas que se han probado durante años, quizá es una forma de las más holísticas para preparar al sistema de defensa de un humano para estar listo sin tener una enfermedad, para enfrentar cuando hay una infección de un virus activado.

Por todas estas razones, porque no es un patógeno en humanos y además no hay inmunidad preexistente, todo nos hace tener confianza en este vector de Newcastle para la producción de estas proteínas S, que provoquen esta reacción de defensa y por lo tanto funcionen como una vacuna.

LJC: ¿Cuáles son las ventajas que podría tener la vacuna Patria en cuestiones de seguridad, en formas de inoculación o incluso frente a las variantes del propio virus?

EAB: La plataforma en la que se basa la vacuna Patria es sumamente flexible, y permite adaptarla de manera rápida y segura ante la aparición de nuevas variantes del SARS-CoV-2. Asimismo, puede adaptarse fácilmente para generar vacunas contra otros virus emergentes y de importancia médica en México. Una enorme ventaja de esta plataforma vacunal es la posibilidad de aplicarla por la vía intranasal, lo que promueve la inmunidad a nivel de la mucosa del tracto respiratorio superior. Así, esta inmunidad mucosal bloquea la infección por el SARS-CoV-2 desde que entra al organismo a través de la nariz, lo cual junto con la inmunidad sistémica generada por la vacuna cuando se administra por vía intramuscular, tiene el potencial de aumentar la protección contra la COVID-19 de manera sustancial.

Si al menos una de las dos administraciones puede ser por vía nasal, esto implicaría una logística más fácil, más barata; a quién le gusta que le pongan una inyección, es más amable vía nasal, como era la vacuna de la polio, que esperamos volver a ella también, pues se desarrolló en México. Birmex tenía capacidad para envasar los viales. Esta es otra gran ventaja, el virus Newcastle o los adyuvantes, si se va a estar pensando en la vacuna inactivada, pueden ser adecuados para hacer la vacuna lo más eficaz posible.

Por otro lado, el nombre es muy adecuado, Patria, propuesto por el Presidente de la República. Es una herramienta que tendremos para beneficiar a la Patria, al pueblo de México. Es muy flexible y de hecho ya estamos sumando mayor capacidad a los laboratorios, se están desarrollando constructos moleculares con las diferentes posibles variantes. Para eso CONACYT también está ayudando a coordinar y financiar un consorcio de investigadores e investigadoras de alto nivel en el país, en la UNAM, en el Seguro Social, en el INER, entre otros, para mantener una vigilancia con herramientas genómicas sobre las variantes dominantes.

Esto nos permite tener en nuestra patria, en nuestro país, esta herramienta e ir probando y eventualmente se pueden adecuar estas vacunas para expresar la proteína S con aquellas variantes que hagan al sistema inmune, cuando se le aplica y produce esta proteína, que esté preparado específicamente para la combinación de variantes que se puedan estar volviendo dominantes en el país. Porque cada inyección o aspersión se podría constituir de una combinación de estos vehículos, con las diferentes variantes, por eso es muy flexible, nos permite generar vacunas contra diferentes variantes, pero también contra diferentes patógenos.

Estamos trabajando en programa estratégico de prioridades que está ya muy avanzado y que pronto presentaremos públicamente junto con BIRMEX, con quien acabamos de firmar un convenio, avalado por la Secretaría de Salud, en torno a las prioridades en términos de posibles desarrollos adicionales con esta misma plataforma.

Lo más importante es que será desarrollada en nuestro país y es donde hemos puesto atención prioritaria, pues es la más avanzada. Desde principios de la administración, pero en respuesta al SARS-CoV-2, tenemos una agenda muy clara, hicimos una búsqueda proactiva, porque en México no es que no haya capacidades, es que no había voluntad política para concentrar y potenciar esa capacidad en torno del beneficio público con estrategias claras.

En ese contexto tenemos resultados de una convocatoria que obtuvo una lista de otros proyectos, que tienen diferentes grados de avance y en todos ellos hay una participación mexicana. Patria es una vacuna cien por ciento mexicana, aunque no hay ninguna vacuna que no tenga ascendencias científicas de otros lados del mundo. Pfizer, por ejemplo, inicialmente se deriva de investigaciones de una colega húngara.

La formulación de la vacuna Patria es única, con participación de colegas mexicanos. Esto se ha estado moviendo de manera malintencionada en los medios y por eso me es importante aclararles. Obviamente ha habido en diferentes fases del desarrollo, colegas, desarrolladores, aliados que no son mexicanos. Eso no es malo, al revés, es bueno, pues tiene el aval de algunos de los investigadores a nivel mundial más importantes en este campo y de sus instituciones.

Algo muy importante, que es otra ventaja, es que está hecha con una perspectiva de innovación abierta. Eventualmente, tanto los convenios y acuerdos que estamos por suscribir con Avimex, como Gobierno de México, y con otros colegas, es tener una perspectiva de innovación abierta con posibilidad de hacer transferencias tecnológicas y de promover que este tipo de tecnología pueda ser apropiada y utilizada con un beneficio más amplio del que se tiene cuando todo es cooptado por una gran instancia que ha llegado más pronto a estos desarrollos.

Entonces esta es otra gran ventaja, promover desde nuestro país estas alianzas estratégicas entre entidades privadas y públicas, que sean solidarias y que tengan esta perspectiva de innovación abierta y de internacionalizar esto con una perspectiva de bienestar público.

LJC: ¿De qué manera participa CONACYT en el desarrollo de la vacuna y cómo participan las otras instancias involucradas?

EAB: El CONACYT, como cabeza de sector de Humanidades, Ciencias, Tecnologías e Innovación del país y por el mandato del Plan Nacional de Desarrollo 2019-2024 (PND), de liderar la política pública en innovación, es la representante de Gobierno de México que coordina todos los esfuerzos alrededor del desarrollo de la vacuna, articulando a los diferentes participantes y asegurando que se cumplan los más altos estándares de solidez científica, tecnológica y de innovación, poniendo siempre al pueblo de México como prioridad central.

Participan instancias de los cinco sectores de la Pentahélice, academia, gobierno, industria, sociedad y ambiente: la construcción molecular es la base y el fundamento desarrollada por Mount Sinai, la optimización de los constructos finales que hacen la vacuna funcional realizada por los científicos de Avimex, toda la articulación de la implementación a través del desarrollo tecnológico y la innovación, realizado y coordinado por el equipo de CONACYT y los tecnólogos de Avimex en el montaje y certificación de la planta piloto, de la planta de producción industrial, los elementos de cadena de suministro, los elementos regulatorios, e incluso los financieros y legales, todos los cuales se están desarrollando e implementando en México, por científicos, tecnólogos e innovadores mexicanos.

Como CONACYT nos toca ver también cómo se utiliza la ciencia y la tecnología con una preminencia de lo público y del bienestar social, a beneficio de la sociedad y del cuidado del ambiente. Y esto se deriva de un mandato clarísimo del PND. En gobiernos pasados, el CONACYT solamente estaba como observador y no tenía ningún papel ni ejercía lo que le tocaba por ley, como es sumar, articular y eslabonar todas las capacidades, que en México son muchísimas. Birmex, por ejemplo, es una empresa de participación mayoritaria del Estado mexicano, pero ya no es autosuficiente en la producción de todas las vacunas que necesitamos y otros biológicos. Pero es la entidad que produce hoy por hoy los antivenenos de mayor calidad del mundo, y en mucho gracias a una capacidad científica sobresaliente que tenemos en el país.

Durante las últimas tres décadas, toda esta capacidad que originalmente tenía una clara visión de lo público y las prioridades nacionales estratégicas como son la salud, se fue pulverizando, se fue desmembrando, se fue desarticulando y fue cooptada por intereses corporativos, ya sea en la forma de fuga de cerebros o en la forma de pago irrisorio de licencias, de patentes, de inventos hechos en México.

Entonces el CONACYT, en el caso de Patria y de otros desarrollos vacunales, tiene esta visión estratégica: con ciertas metas prioritarias se hace un diagnóstico de las capacidades, se establecen las condiciones de cooperación, se priorizan los financiamientos y se asegura el eslabonamiento de toda la secuencia de maduración tecnológica hasta llegar a la producción, a su escalamiento y al fortalecimiento de todos los medios de producción nacionales, pero con prioridad y en el centro, las empresas que otrora eran activos del Estado y hoy son más bien pasivos, en particular estoy hablando para este caso de Birmex.

CONACYT está ejerciendo este mandato que tiene, esta obligación, esta responsabilidad y esta atribución que le da el PND, coordinar las políticas de innovación, establecer con mucha claridad comités científicos del más alto nivel para ayudarnos a establecer prioridades y planes estratégicos en torno a cada una de las demandas del gobierno del país en salud, energía, seguridad humana, en sentido amplio. Obviamente la salud no se puede pensar en aislamiento de la agricultura y por eso ahora tenemos también el mandato de desarrollos agroecológicos que prescindan del glifosato, para poder no solamente mantener, sino aumentar la producción en el campo de alimentos sanos y con justicia social.

En el caso de Patria no hicimos otra cosa más que hacer lo que nos toca, lo que nos mandata el PND, mediante convocatorias y búsquedas proactivas, diagnósticos de todos los inventarios que tenemos de capacidades, de infraestructura, tanto en el sector privado como en el público, de análisis estratégicos y discusiones con algunos de los vacunólogos más importantes del mundo. Ahora tenemos la suerte de tener en el país al Dr. Arturo Reyes Sandoval como director del Instituto Politécnico Nacional, que es un vacunólogo mexicano que estaba en Oxford, es uno de los científicos que participó en el desarrollo incipiente de los vectores adenovirales para vacunas como la de Astra Zeneca, entonces recurrimos a discusiones estratégicas con colegas, tanto de México como del extranjero.

Establecimos un Comité Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación en Salud Pública, con diferentes capítulos, uno de ellos, para vacunas, en específico vacuna COVID, y ahí se han revisado multitud de proyectos, de posibilidades. Tenemos ya una propuesta muy articulada de una coordinación no solamente para este caso, sino para poder enfrentar nuevas enfermedades infecciosas emergentes, tropicales, que nos interesan porque son endémicas de nuestro país y hemos establecido también una articulación y un convenio.

Propusimos a la Secretaría de Salud, lo avaló y lo acabamos de firmar con Birmex, articular desde una perspectiva ética, epistemológica, con COFEPRIS, para innovar junto con ellos en los mecanismos de regulación que estaban totalmente hechos a la medida, no para innovar desde México, para México y por México, sino para solamente recibir propuestas de fuera y estar respondiendo a diferentes intereses y capacidades de cabildeo, como ha ocurrido por ejemplo con los agroquímicos. Entonces, es recuperar también esta asociación estratégica desde el punto de vista administrativo, ético, legal, epistemológico, con esta agencia reguladora para establecer dobles, triples y múltiples estándares, obviamente de bioseguridad y éticos con respecto a las evaluaciones.

El CONACYT lo que hace es ejercer esta capacidad transversal por el carácter científico y técnico, que es pertinente para todas las áreas en salud y otras, y trabajar toda esta parte de diseño de planes estratégicos, establecimiento de metas claras, en conjunto con el sector pertinente, en este caso salud, de articulación y de optimización. La clave es tener claras las metas y llamar a todos los actores a enfocarse en lo público sin perder su autonomía, eso es muy importante.

Estamos en todos estos niveles haciendo un trabajo desde el muy sustantivo, muy técnico, participando, yo personalmente o algunos otros colegas del CONACYT, de las áreas que son importantes a nuestra especialidad, pero invitando a nuestros cuerpos colegiados y haciendo una decisión muy estratégica y muy bien fundada epistemológicamente. Trabajamos en establecer criterios técnicos, éticos, de bioseguridad y de interés público claros y parejos para todos los desarrolladores. No podemos cumplir con nuestro mandato, de coordinar las políticas de innovación si no buscamos proactivamente con Birmex, con Cofepris, con las diferentes instancias de la Secretaría de Salud, con Hacienda, acuerdos y formas de eslabonar las diferentes capacidades públicas.

LJC: ¿la patente de la vacuna Patria quedará en manos del Gobierno de México, de Avimex o será compartida?

EAB: El proyecto cuenta con solicitudes de patente de varias instituciones involucradas. Una de ellas es de Avimex, quien a su vez tiene licencia del resto. El Gobierno de México tiene exclusividad sobre el destino de la producción de la vacuna hasta cubrir sus necesidades y la posibilidad de comprar al precio mínimo posible por la inversión realizada.

Estamos todavía estructurando y suscribiendo los convenios. Tenemos ya un convenio de asignación de recursos, en donde se llegó a un acuerdo con Avimex, en el que toda la producción que el gobierno mexicano llegase a necesitar va a ser de manera gratuita en términos de patente, o sea una patente con costo cero, con acceso público, sin costo. México podrá tener una producción de vacuna al costo, lo cual implica cero costo de licencias y patentes.

La idea es seguir construyendo esta alianza estratégica, solidaria, no solamente con Avimex, sino con otras instancias que están detrás de algunos de los componentes, para poder construir una red de innovación abierta, con una lógica distinta a las lógicas de innovación cerradas que están en manos de grandes corporaciones. Los detalles están todavía, y esto suele ser así, porque uno pues no tiene patente donde todavía hay cosas en desarrollo y hasta que la vacuna no pase las tres fases, no tenemos que patentar. Comento esto en respuesta a quien está tratando de meter cizaña, sí nos hemos ya asegurado de un convenio de asignación de recursos, donde queda claro esto que ya les dije y Avimex es una empresa 100% mexicana.

Esas también son buenas noticias para el país: que una empresa nacional esté dispuesta en invertir en un desarrollo nacional. Y esta es otra inversión que ha hecho CONACYT, ha invertido 135 millones de pesos para las últimas fases de desarrollo y los ensayos clínicos. Todavía está por evaluarse el ensayo clínico más ambicioso, que esperamos hacer con colaboración con el IMSS, que contribuye a esta participación pública de manera importante en este desarrollo de Patria. Y lo más importante es que estamos persiguiendo un modelo de innovación abierta, en donde haya transferencias de licencias sin costo, bajo condiciones específicas, es decir, no para hacer lucro, sino para hacer bienestar no solo del pueblo mexicano.

Nos interesa también ocupar un lugar de manera más proactiva, como lo hace Cuba, un liderazgo también con la perspectiva de beneficio para nuestros pueblos hermanos de Latinoamérica. Y repetir, no es el único desarrollo que tenemos considerado. Esta vacuna Patria es parte de toda una estrategia y esa pregunta ahorita yo diría frente a la ciudadanía, todavía es prematura, pero no se preocupen, está protegido el interés público y la alianza con esta empresa va a garantizar que todas las vacunas Patria, si llegan a serlo, porque ahorita es un desarrollo vacunal que el país necesita, van a ser accesibles en beneficio del pueblo de México. Y la salud pública al costo, lo cual implica que saldrán mucho más baratas que las vacunas que estamos adquiriendo, sobre todo las más caras que están en el mercado.

LJC:Desde su perspectiva, ¿la vacuna Patria tiene el potencial para contribuir al combate a la pandemia no solo en México sino en América Latina?

EAB: Obviamente tenemos muchísimas posibilidades de éxito. Hay que tener claro que de los desarrollos vacunales que inician, solamente entre el 10 y el 20% llegan a la primera fase clínica. Es un éxito que nuestro país, después de toda la destrucción de todo el aparato científico y de salud, estemos ya iniciando la primera fase clínica. Ya tenemos prácticamente reclutamiento de todos los voluntarios en la unidad donde se va a llevar a cabo. De hecho, el día que se emitió la convocatoria ya había cientos de voluntarios, ya se está haciendo el tamizaje para la fase uno, se requieren 90 voluntarios, todos ellos en la CDMX.

De los ensayos vacunales que entran a fase clínica, otra vez, solo el 10 o 20% llegan a fase tres. Cuando llegan a fase tres, las posibilidades de éxito son grandes y como se ve ahorita, con resultados que impliquen seguridad, que se va a aprobar en la fase uno y eficacia, de más del 50%, la OMS las aprueba y se han ido aprobando para uso de emergencia. Si todo va bien, esto va a contribuir a tener un panorama muy distinto para nuestro país, ir recuperando la soberanía que teníamos en producción de vacunas, será una vacuna más en América Latina, que son muy poquitas y nuestra perspectiva y la convicción de todo el equipo de desarrolladores tanto en el entorno privado como público, es que se desarrolle una perspectiva de ecosistemas de innovación abierta, que puedan ser compartidos con otros países latinoamericanos.

Y también tenemos una perspectiva de colaboración sustantiva, que ya hemos iniciado desde antes de la pandemia con algunos países latinoamericanos. Cuba tiene mucho que enseñarnos en el área de innovación tecnológica en salud, pero también con Argentina, Brasil, Chile, Perú, también hay desarrollos muy interesantes. Entonces la idea es construir una realidad de autosuficiencia latinoamericana con esta perspectiva, de compartir de manera solidaria o preferencial, en términos tanto de precios como de acceso a la tecnología con otros países latinoamericanos.

LJC: Si la ciudadanía quisiera participar voluntariamente en la fase de ensayos clínicos, ¿cuál sería el mecanismo?

EAB: El estudio clínico fase 1 está planeado para 90 participantes, sin embargo, la respuesta de la población mexicana ha sido tan buena que por el momento ya se tienen a todos los participantes para este estudio reclutados. A medida que la vacuna avance en sus diferentes fases clínicas (2 y 3), se abrirán convocatorias para reclutar nuevos voluntarios y una vez que eso ocurra, informaremos oportunamente a la población mexicana sobre el mecanismo de reclutamiento para cada fase.

En la fase 2 se reclutarán cientos de participantes mientras que en la fase 3, se espera reclutar miles de voluntarios. Ha sido muy estimulante la solidaridad de la ciudadanía para ayudar en un desarrollo nacional como este, pero en cuanto se avance en esta primera fase y vayamos teniendo los resultados, que obviamente todo se irá haciendo público, esperamos que todo vaya bien, sean cuales sean los resultados, serán públicos.

LJC: Además de Patria, ¿se tienen avances prometedores en otras vacunas en nuestro país?

EAB: Dentro de las acciones tomadas por el CONACYT para hacer frente a la pandemia de COVID-19, se estableció el Comité Nacional de Ciencia Tecnología e Innovación en Salud Pública (CNCTI-SP), integrado por expertas y expertos mexicanos en las áreas de virología, vacunología, infectología y salud pública. Este comité evalúa los desarrollos vacunales contra COVID-19, tanto nacionales como internacionales, y emite recomendaciones con respecto a sus bases científicas y técnicas. Con ayuda del CNCTI-SP, se evaluaron más de 20 propuestas de vacunas mexicanas recibidas durante la convocatoria para hacer frente a la pandemia de COVID-19 emitida por CONACYT en abril de 2020.

Así, se seleccionaron y financiaron tres desarrollos vacunales mexicanos, de los cuales uno tiene un grado importante de avance y está listo para iniciar estudios preclínicos. Asimismo, se ha identificado al menos otro desarrollo propuesto por la UNAM, que no fue sometido a esa convocatoria pero que reúne las bases técnicas y científicas necesarias para avanzar hacia fases preclínicas.

Otra propuesta está siendo desarrollada por la Universidad Autónoma de San Luis Potosí y una más por la Universidad Autónoma de Nuevo León. Estos desarrollos han sido financiados, hemos seguidos sus avances, tuvimos recientemente una reunión con todos ellos, estamos por darles retroalimentación, algunos van mejor que otros, creo que no es el momento de compartirlo públicamente, pero son tres desarrollos con cuestiones muy interesantes, que al margen de que puedan llegar a ser una vacuna para COVID, que sí les vemos posibilidades, están ayudando a generar otro tipo de investigación fundamental de desarrollo tecnológico muy importante para el desarrollo de vacunas, y son complementarios porque son plataformas distintas.

También hemos sido proactivos en invitar a presentar sus desarrollos al CNCTI-SP, a otros proyectos que no sometieron o que no fueron favorecidos en una primera instancia por la selección, que fue muy estricta. Hemos tenido reuniones recientemente con este desarrollo que ha sido muy promocionado por la Universidad Autónoma de Querétaro, muy pronto se le dará retroalimentación. Recientemente tuvimos una presentación muy interesante de un proyecto de la UNAM, lidereado nada menos que por la doctora Sciutto y el doctor Juan Pedro Laclette, líderes en áreas muy importantes en el desarrollo de las vacunas, en alianza con otra empresa mexicana que tiene también muchas posibilidades.

Estamos analizando con mucho cuidado, retroalimentando y trabajando de una manera muy proactiva, en afán de hacer lo mismo que hicimos con Patria y hemos hecho con otros desarrollos; es decir, localizar los eslabones que faltan o los puntos críticos o cómo fortalecer alguno de los eslabones en este proceso de desarrollo de análisis científicos muy complejos. Es muy complejo el desarrollo de una vacuna, entonces hemos invitado a todos los desarrollos que fueron presentados al CNCTI-SP y que en su momento apoyó con un mecanismo muy distinto la Secretaría de Relaciones Exteriores; algunos de ellos nos han respondido que no están listos para presentarlos al Comité, que son demasiado preliminares, otros que todavía quisieran avanzar un poco más, pero estamos en esta actitud proactiva.

LJC: ¿Qué respuestas podría dar a la desinformación que se ha generado en torno a la vacuna Patria?

EAB: La vacuna Patria se ha desarrollado con fundamentos científicos y tecnológicos muy sólidos. Sus bases moleculares cumplen con los más altos estándares, y derivan de más de 10 años de colaboración estrecha entre investigadores del Mount Sinai y Avimex. Asimismo, la empresa Avimex tiene una trayectoria sólida en el desarrollo de vacunas y cuenta con capacidades técnicas de primer nivel, mismas que han permitido desarrollar, escalar y ahora llevar a fases clínicas una vacuna a la altura y en algunos casos con mayores ventajas que otras vacunas ya en el mercado

Quizá enfatizar en este tema de que lo hecho en México está bien hecho y que esta vacuna es mexicana. Tiene linajes científicos en el extranjero, sí, pero esto no es malo ni bueno. No hay ninguna vacuna de las que se están produciendo en el exterior que no tenga colaboración multilateral de varios países, el desarrollo científico implica un desarrollo universal, multilateral y es el caso de Avimex, que tiene una larga relación con algunos de los científicos que han estado desarrollando esta plataforma.

Los científicos mexicanos y los laboratorios de Avimex, como de instancias públicas, han hecho contribuciones primordiales al desarrollo que hoy se está compartiendo en otros países de una manera distinta a como lo tiene México, entonces este desarrollo en su estructura y formulación eventual, como vacuna, es único. Y no solamente mexicano de factura o por una participación muy importante de investigadores mexicanos, tanto de entidades privadas como públicas, sino que es diferente al Newcastle que está compartiendo con la India, con Brasil, que no es necesariamente mejor o peor, simplemente es único en su desarrollo.

Patria es una vacuna mexicana, única en su producción y en su formulación. Muchos de los experimentos clave, no solamente de los ensayos clínicos, han sido hechos en México, en instituciones mexicanas, por manos de científicos mexicanos, laborando en entidades probadas en México y en entidades públicas e inclusive con mexicanos estudiantes de algunos de los mejores grupos de virología. Hay una cuestión de política que tiene que ver con una reacción de los que no quieren que este país se transforme y de decir no, no somos capaces y esto pues en realidad fue hecho fuera.

Por otro lado, ahora que ya se demuestre que sí tiene una hechura nacional, tenemos que estar con cuidado de la siguiente campaña: dirán que no es confiable porque es mexicana. Porque es una navaja de doble filo perverso que yo quisiera desactivar y desafilar. Este es un desarrollo que está a la altura, en términos de bioseguridad y de eficacia, de cualquiera de las vacunas que están hoy aprobadas en su desarrollo todavía, tiene todas las características para poder llegar y estar a la altura de seguridad y eficacia de cualquiera de las que estamos usando en el país o de las que están aprobadas para uso de emergencia por la OMS y a nivel internacional y orgullosamente mexicana.

Orgullosamente producto de este régimen, pues de lo contrario no tendríamos en las manos esta posibilidad, que es todavía una posibilidad, pero que ya es una muy buena noticia para el país. Yo estoy convencida de esta nueva ética de servicio público, de articulación en beneficio de nuestro país, de patriotismo, por eso muy importante el nombre, Patria. Sí me gustaría acabar con ese mensaje y esa desactivación de ese doble filo perverso, mal intencionado, contrapatriótico, malinchista, que tanto daño nos hace en México y que nada tiene que ver con el orgullo de su pueblo, que se sabe capaz de hacer patria y muchísimas otras cosas más y si no, bueno, pues ahí están toda la evidencia de nuestras raíces y nuestra fuerza cultural. •