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Pintor escritor, escritor poeta
B

uscaba en la enciclopedia la imagen del autorretrato de Saul Steinberg en el que, con el mismo trazo, la mano que lo dibuja tacha la cara del dibujante con una equis, cuando me topé con el poema de Charles Simic, titulado Saul Steinberg.

Entre innumerables imágenes, encontré la que buscaba, que conozco bien y rememoro, tanto así que, al no tenerla a mano ahora que la necesitaba, me urgía encontrarla, quería imprimirla y pegarla en mi diario, que representara por mí lo que con frecuencia me parece que me autorretrata, esa negación de mí que pinta la cara oscura de mi identidad. Una vez atendida mi urgencia, me di a buscar todo sobre Steinberg, quería adentrarme en su propia vida, a ver si algún escrito suyo, o algún escrito alrededor de él, coincidía con la interpretación que yo doy a su autorretrato tachado. Yo sé por qué y cuándo me tacho a mí misma, pero en estos momentos lo que quería saber era por qué y cuándo se tachó Steinberg al autorretratarse, con la cara atravesada por una equis.

En esta búsqueda encontré el poema Saul Steinberg, de Charles Simic, que para mí fue una revelación, pues, si lo conocía como escritor, por su libro de ensayos The Life of Images, hasta ahora no había leído sus poemas. Si su poema Saul Steinberg no contestaba por qué y cuándo se tachó Steinberg al autorretratarse, ciertamente pintaba a Steinberg como un artista que no ignora que su vida, que la vida, así como tiene una cara luminosa, abierta a la luz, igualmente tiene otra, que es tan oscura que es necesario tacharla.

En medio de todo esto, y como suele sucederme cuando un escrito en inglés me apasiona, me tienta traducirlo al español y darlo a conocer, anhelo mío, o tentación, que en la enorme mayoría de los casos tanto el tiempo como la entrega que este quehacer requiere de mí para atenderlo son, sin embargo, un par de realidades que me detienen de llevarlo a cabo. Del mismo modo, también me detiene tener que considerar que, para dar a conocer mi traducción, o publicarla, sería necesario solicitar los derechos, y se trata de una realidad tan ineludible que resulta suficiente para contenerme. De ahí que mi tentación de traducir al español algo que en inglés me hubiera apasionado, suele quedarse en eso, un deseo, imposible de satisfacer.

Sin embargo, al toparme con el poema Saul Steinberg, de Charles Simic, sin tomar en cuenta ninguna de estas consideraciones, por más realistas que pudieran ser, de inmediato me senté a traducirlo al español, en un rapto de absoluta pasión, aun cuando, al hacerlo, hubiera tenido que posponer el trabajo que en estos días me ocupa enteramente, y traducir el poema Saul Steinberg, de Charles Simic, y hacerlo, además, únicamente en mi cuaderno de trabajo, para ni siquiera tener presente que, de querer publicarlo, tendría que solicitar los derechos de traducción. Así fue como lo traduje y como, de paso, me serené.

Charles Simic y Saul Steinberg se conocieron y se hicieron amigos casi al final de la vida de Steinberg, que era más de 20 años mayor que Simic. Su amistad llegó a ser tan estrecha que Steinberg hizo innumerables retratos de Simic, experiencia que Simic recoge en las últimas líneas de su poema Saul Steinberg. En ellas, parece sintetizar su impresión de que Steinberg, todas y cada una de las veces que lo retrató, lo retrató como a un intelectual de la Europa del Este, lo que, por otra parte, no es de extrañar, y no únicamente porque los dos fueran estadunidenses inmigrantes de la Europa del Este, sino porque ser inmigrantes era y fue el núcleo tanto de su respectiva identidad como de la amistad que los unió.

En la introducción a Illuminations, el libro póstumo de Steinberg, Simic sostiene que, al igual que todos los inmigrantes, Steinberg se encontraba entre dos mundos, el oscuro o desaparecido en el que consistía su pasado, pasado que nunca cesó de perseguirlo, y el iluminado que era su presente, aun cuando estuviera hecho de contrastes y de sorpresas.