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Ruta sonora

Lo luminoso de 2020 (electrónica, 2a parte)

C

omo se vio en entrega previa, la electrónica ha dejado de ser tendencia masiva, opacada por la música urbana (trap, dancehall, reggaetón), como ritmo para bailar. Pero la inventiva en este género sigue intacta, como quedó demostrado en la primera parte de este recuento de electrónica de 2020: finuras experimentales que no envejecen, por habitar su propio mundo alterno. Hoy, la continuación de tal selección, así como un escueto (al ser ya más underground, las obras se vuelven incontables) pero rico listado de sobresalientes discos de dance y synth-pop.

11. Sufjan Stevens, Aporia y The Ascension (Estados Unidos). Empate entre estos dos álbumes editados el mismo año. Prolífico y genial, el primero es un laberinto interestelar de ambient analógico instrumental, para levitar feliz, con guiños a Tangerine Dream. El segundo es como el retorno digital a la Tierra tras ese viaje: crisis existencial, desilusión, vía maquinarias cibernéticas, timbres de fantasía y calidez colorida: melodías pop sobre pasajes experimentales (reseña Ruta Sonora: https://bit.ly/31E9OG9).

12. Katie Gately, Loom; Julianna Barwick, Healing is a Miracle (ambas de EU); Lyra Pramuk, Fountain (Alemania); Sarah Davachi, Cantus Descant (Canadá). La primera hace una obra ambient dedicada a su madre con cáncer: voces etéreas y sintes reverberantes, esperanzadores, con beats aislados pero duros, épicos. También sanadora, la segunda usa su voz como instrumento central: la procesa y hace loops entre ecos infinitos, sonidos de la naturaleza, cuerdas, teclados. La tercera, artista trans, igual usa su voz como fuente primaria, sampleada y remezclada: de tenor a soprano, explora múltiples identidades fracturadas; inventivo, mágico. La cuarta hace un ambient contemplativo basado en órganos eclesiales, llevados a un plano distinto, con corales y sintes vaporosos; íntimo, espeso, bello.

13. Beatrice Dillon, Workaround (Inglaterra) y Mary Lattimore, Silver Ladders (EU). Debut de la primera: imaginativa, mezcla elementos acústicos (tabla, darabukka, dholak, sax, cello) y eléctricos (guitarra, steel, bajo) con ritmos dub digitales. La segunda, arpista que suele acompañar a otros, igual funde acústico y sintético: en primer solista, entre notas largas aisladas y silencios que evocan paz, emite un delicado trance de ensueño y añoranza.

14. Sonic Boom, All Things Being Equal y Jockstrap, Wicked City (Inglaterra). Peter Kember (del legendario combo noventero Spacemen 3) edita una arquetípica obra de su galaxia: con arsenales de análogos, espirales color pastel y voces con mucho eco, exuda sutiles pesadillas psicodeli-cósmicas. El segundo, dueto reciente, publica en EP elegantes piezas, en que la excelsa y jazzy voz de Georgia Ellery vuela sobre ritmos que vienen del hip hop pero deliran hacia una electrónica dub y experimental.

Dance, synth + electro-pop

1. Róisín Murphy, Róisín Machine (Irlanda). Reina de las pistas, tras 20 años de ser referente de sofisticación electrónica, al lado del productor Richard Barratt, esta cantante arma un deleite disco-house retro-espacial. Entre sintes y cuerdas, su voz grave y teatral prende fuego a punta de raíces house-funk seductoras, para danzar sin fin (RS: https://bit.ly/3cFm6V9).

2. Kelly Lee Owens, Inner Song (Inglaterra). Buen año para esta joven productora downtempo, que aquí cruza del electro-dream-pop al techno y al prog-house de beats sutiles pero arrojados, pegadizos, bajo chulos teclados melódico-espaciales. Interesante, el track en que John Cale recita fantasmales poemas y los pocos en que ella canta aterciopelada. Rico para el baile interior (RS: https://bit.ly/3cFm6V9).

3. Memnon Sa, World Serpent (Inglaterra) y The Mauskovic Dance Band, Shadance Hall (Holanda). Dos pachequísimos. El primero, obra del productor Misha Hering: un viaje cyborg que combina afro-jazz, saxofones, flautas, sintes extremos, con beats electro-místicos y narraciones androides. El segundo arroja groove total al combinar ritmos afrocaribeños digitales con disco, todo en ánimo psicodélico para agitarlo todo.

4. Onipa, We No Be Machine (Inglaterra/Ghana). Extraordinario dueto afro-futurista que abreva de la música tradicional del África central, para hacer un original electro-pop de cariz alegre, tropi-análogo, de unión social, con cantos bullangueros cubriéndolo todo. Colorido, refrescante.

5. Tame Impala, The Slow Rush (Australia). Lejos de su maravillosa psicodelia guitarrosa, desde Currents (2015) convertido en un grupo disco/synth-pop, aunque aquí brilla menos, su presencia es aún significativa para recientes generaciones, hambrientas de beats acaramelados para bailar mullido sin complicaciones. La calidad de Kevin Parker es indudable, aun haciendo algo ya muy pop.

Otros destacados: Dead Meat, The End of Their World is Coming. Cold Beat, Mother. Working Men’s Club (homónimo). Patricia, Maxyboy. Bufiman, Albumsi. Cinthie, Skylines-Citylights. Wajatta, Don’t Let Get You Down. Jessie Ware, What’s Your Pleasure? Tricky, Fall to Pieces. Yves Tumor, Heaven To a Tortured Mind.

Twitter: patipenaloza