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El estante de lo insólito

Batman: La sofisticación de la identidad.

La sombra supone la aventura. El caminante se detiene y cumple con el rito marcado. Los brazos se extienden, la silueta empieza por una forma difusa… acaso un murciélago

E

l niño Bruce acude al cine con sus padres, Thomas y Martha Wayne. Los acaudalados Wayne son un linaje fundamental en la economía empresarial de Gotham City. Cada decisión suya repercute en inversiones, puestos laborales y la tranquilidad política de líderes cada vez más corruptos de los que Thomas quiere tomar distancia. La familia abandona la sala, muy contenta después de ver The Mark of Zorro (Rouben Mamoulian, 1940), con el actor Tyrone Power bajo el antifaz. El niño está feliz, pero no acaban de cruzar camino al auto cuando un asaltante los detiene. Son segundos. Los fogonazos de la pistola iluminan el horrorizado rostro de Bruce. Las perlas de la madre rebotan en el suelo, las caras, poco antes perfectas, tienen la marca del miedo y el dolor. Bruce nunca podrá reponerse del todo; será el acto que lo construya para ser otro, mucho más que un magnate heredero. Con estrategia, entrenamiento y hambre de venganza, como el último héroe que vio con sus padres en pantalla, Bruce se cubrirá el rostro, será intimidante como las aves que una tarde le golpearon el rostro. Será Batman.

Lo que hay bajo la máscara

Bob Kane fue uno de los creadores que buscaba nutrir la gran industria del cómic y su apogeo a finales de los años 30, con un antes y después en los alcances globales tras el éxito de Superman en 1938. Entre muchos personajes (la cantidad de propuestas argumentales y modelos heroicos no se detenía en un género o figura específica, hasta que un proyecto tomaba color), Kane delineó en trazo y argumento el esqueleto narrativo de Bruce Wayne. Bill Finger, que siempre ha cargado con menor crédito, le ayudó con el retoque definitivo. Era 1939. Pasaría todavía tiempo a fin de que la identidad del personaje se sintiera completa, para finalmente lanzarlo en el número 27 de Detective Cómics, en 1941. Invitado en el serial de Detective, Batman tendría su propio título para siempre.

Los contrastes del personaje lo vuelven objeto de fascinación. Hay estudios críticos muy serios para encontrar en Bruce laberintos mentales que refieren a la orfandad, la búsqueda por consolidar una identidad, la culpa, la barrera para permitirse la felicidad que otros no tienen, la frustración de saber que, pese a todas sus batidas y mejoras, siempre habrá un delincuente como Joe Chill, quien asesinó a sus padres (y que, según necesidades dramáticas, puede ser The Joker o cualquier otro en una versión historietística o fílmica), listo para liquidar la felicidad de otro infante. No hay, entonces, amor para siempre, no serenidad tras ningún éxito, no hay regocijo en la opulencia, los bailes, los negocios, las construcciones, las obras filantrópicas... en Bruce lo que perdura es la insatisfacción, la sospecha, los juicios frente al espejo. Sobrevivió a las balas de aquella noche, pero es más difícil sobrevivir a sí mismo. Como todos los héroes enmascarados, la verdadera incógnita se vive sin capucha; ¿quién es realmente Bruce Wayne? Su máxima es generar un mundo donde Batman no sea necesario.

Alfred, hombre de confianza de la familia, se queda como su mayordomo, en calidad de figura paternal como un prodigio de capacidades que cuidará inversiones, equipos, horarios, fachadas de andanza nocturna, hará suturas o servirá el té. Como todos los personajes y momentos definitivos del serial del Hombre Murciélago, dependiendo el tono y condiciones narrativas de la historia en turno, Alfred podrá tener un exquisito refinamiento inglés o podrá ser un rudo veterano de guerra con tantas cicatrices como Bruce. Estas variaciones se abren a un infinito de posibilidades para el resto de los personajes, que mantienen perfiles básicos, pero son modificados por el guionista y artistas gráficos en turno. Le pasa lo mismo a Robin que a Catwoman, Nightwing y a todos los rufianes. Alfred en pantalla ha tenido las encarnaciones notables de dos actores ingleses: Michael Gough y Michael Caine.

La cantidad de talentos que han pasado por las páginas de Batman incluye a algunos de los nombres más reconocidos del medio, como Paul Dini, Jerry Robinson, Dick Sprang, Carmine Infantino, Jim Starlin (autor de la polémica y exitosa entrega Muerte en la familia, en la que Jason Todd, Robin, se despedía del mundo), Grant Morrison, Jeph Loeb, Alan Moore, Frank Miller, Denny O’ Neil y Scott Snyder. Los títulos memorables son mucho más que dos, como La broma macabra ( The Killing Joke), con guion de Alan Moore y trazos de Bryan Bolland; Batman. Año Uno ( Batman Year One), escrito por Frank Miller y dibujado por David Mazzucchelli, y, por supuesto, The Dark Knight Returns, guion y dibujo de Frank Miller, considerada como una de las mejores novelas gráficas de todos los tiempos, en la que un sexagenario y retirado Wayne se ve obligado a volver a las andadas ante un caos demencial, con un futuro más apocalíptico que de costumbre. Tendría continuación con DK2.

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▲ Ilustración Manjarrez / @Flores Manjarrez

Pero el Caballero Nocturno tiene siempre opciones infinitas en buenas manos. En La tragedia que llegó a Ciudad Gótica, Batman enfrenta a científicos enzarzados en temibles hechicerías. El proceso para que ejerzan sus artes necrománticas incluye las apariciones de El Pingüino y Dos Caras en formas que nunca habían mostrado en la continuidad previa. La serie fue concebida por el extraordinario Mike Mignola (autor de la reconocida y extraordinaria saga de Hellboy) y Richard Pace, con trazos de Troy Nixey. La saga fue publicada originalmente en tres tomos por la división de especiales de DC Cómics conocida como Elseworlds, en la que los héroes viven historias en escenarios y épocas supuestamente ajenos a su tiempo y entornos naturales, incluyendo mundos paralelos y lugares inexistentes. Mignola ha realizado diferentes trabajos en las distintas series de el Hombre Murciélago, entre ellos Luz de gas, donde Bruce Wayne hace investigaciones por los repetidos crímenes de Jack El Destripador en las calles de Londres, en 1889.

Varias sagas siguen reditándose para permanente renovación de lectores, como la extensa trilogía La caída del murciélago ( KnightFall), La búsqueda del murciérlago ( KnightQuest) y La cruzada del murciélago ( KnightSend), que han sido base para nuevas divisiones narrativas y fuente de inspiración de los argumentos cinematográficos. Otras series importantes del tiempo contemporáneo de Batman son La espada de Azrael, con guion de Dennis O’ Neil y dibujos de Joe Quesada; The Court of the Owls, escrita por Scott Snyder y dibujada por Greg Capullo, y Black Mirror, con guion de Scott Snyder y trabajo de dos artistas: Jock (Mark Simpson) y Franceso Francavilla. Otros títulos notables son Batman. The Long Halloween (Jeph Loeb y Tim Sale), Batman. Earth One (Geoff Johns y Gary Frank), Batman: Arkham Asylum (Grant Morrison y Andy Kubert) y Batman: Hush (Jeph Loeb y Jim Lee).

Bruce actor

Desde 1943 Batman llegó a la televisión, interpretado por el actor Lewis Wilson. En 1949 habría nueva serie, ya con el aliado amigo del espectáculo circense en Batman y Robin, con Robert Lowery y Johnny Duncan bajo el antifaz. Ambas producciones cumplieron con sólo una temporada de exhibición sin mayor trascendencia, lo que cambiaría con los 120 exitosos capítulos de la serie Batman, que puso a Adam West como Hombre Murciélago en un mundo de extremo colorido y ejercicio paródico lleno de onomatopeyas (¡Pum! ¡Zas!), que incluso llegó a la pantalla grande en el largometraje que dirigió Leslie H. Martinson en 1966, con un reparto importante: César Romero, Burguess Meredith, Lee Meriwether, Frank Gorshin, Alan Napier y Burt Ward, como Robin.

Tim Burton entregó su versión neogótica del personaje en 1989 ( Batman), con Michael Keaton en el protagónico. Una mirada entre el interior colorido del cómic y la sobriedad enigmática de las catedrales y el tenebrismo, con una Gotham cercana al diseño de Metrópolis (1927), de Fritz Lang. Todavía más oscura y sólida fue la secuela Batman Returns (1992). Joel Schumacher cambió todo por el espectáculo de Batman Forever (1995) y Batman y Robin (1999), más cercano al guiño y guiñol de la serie con Adam West.

Por su parte, Christopher Nolan consolidó una propuesta que cuenta con mucho detalle la historia de permanente transformación del millonario Bruce Wayne en el vengativo y justiciero Hombre Murciélago. Como gran espectáculo catártico, pero con la intención de hacer complejos los resortes que mueven al impetuoso Wayne, Nolan deja la visión gótico-surrealista de Burton, buscando más los tortuosos sentimientos oscuros (para nadar en esa clase introspecciones densas no hay más que ver su filme Inception, 2010) de Bruce, emparejado con las sombras de la ciudad de Gotham, desde la visión más sórdida e implacable de Frank Miller en Batman. Year One.

Con Christian Bale como Bruce Wayne en estado de empresario mega industrial, Nolan explora los orígenes de la leyenda con la piel expuesta a las humedades nocivas de una ciudad infectada de males. La serie se completó con dos piezas impecables: Batman: The Dark Knigth (2008) y Batman: The Dark Nigth Rises (2012). Con maestría técnica, sobresaliente elenco, efectos visuales derivados de un gran diseño de producción, es una trilogía de varios asombros. En cambio, no mucho qué decir sobre la costosa, aparatosa y desastrosa entrega Batman vs Superman (Zack Snyder, 2016). Como el cómic y sus hijos fluyen con otra vida, algún nuevo portento aguarda desde la tráquea cavernosa de una cueva de murciélagos.