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Muestra virtual del Franz Mayer recorre la evolución de la moda del siglo XVI a inicios del XX

Presenta 21 piezas que exhiben el papel de la vestimenta en la formación de un sentido de identidad en las cortes europeas a lo largo de la historia

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▲ Retratos de la infanta Isabel Clara Eugenia de Austria, hija de Felipe II de España, y de Sebastiana Inés Josefa de San Agustín, a los 16 años.Foto Capturas de pantalla de la página web del Museo Franz Mayer
 
Periódico La Jornada
Viernes 8 de enero de 2021, p. 3

La exposición virtual Moda en la colección Franz Mayer exhibe el interés por la vestimenta a lo largo de la historia y refleja el sentido de identidad, la diversidad y el esplendor de las cortes europeas, así como la confluencia de materiales y técnicas que se dio gracias a la creciente comunicación e intercambio comercial con Asia a través de la Nao de China.

Por primera vez, el Museo Franz Mayer (https://franzmayer.org.mx/) presenta a detalle 21 obras de su acervo con una mirada orientada a la evolución de la moda desde el siglo XVI hasta los primeros años del XX.

La muestra examina los diferentes estilos y complementos, y explora la mezcla de la indumentaria indígena con las tendencias españolas y francesas durante el México virreinal, ya que la moda desempeña un papel clave en la lectura y el entendimiento del tejido social y la cultura cotidiana que nos precede.

Moda en la colección Franz Mayer es una primera revisión de distintas facetas y detalles selectos de la vestimenta y su desarrollo. También es el punto de partida para futuras exploraciones en un campo que permite ser analizado desde múltiples ángulos y perspectivas.

En el recorrido virtual se explica que durante el siglo XVI la moda fue dictada por las cortes europeas, principalmente las de Italia, Francia, Alemania, Inglaterra y España.

La primera obra que se presenta es un retrato de Isabel de Médici, hija del 11 duque de Florencia Cosme I de Médici y Leonor Álvarez de Toledo. La mujer viste un traje de terciopelo de seda rojo con un escote amplio, cubierto por un canesú –pieza superior a la que se pegan el cuello, las mangas y el resto de la prenda– de encaje veneciano adornado con perlas.

La presencia de esa piedra preciosa en la vestimenta era de uso exclusivo para las mujeres de la nobleza. Las abultadas hombreras son de estilo acuchillado, en el que las costuras están abiertas o se cortan deliberadamente en una prenda y se deja visible el forro, uno de los motivos más característicos de la moda al final del Renacimiento. El cinturón de oro decorado con piedras preciosas en la cintura es un símbolo adicional de riqueza.

De lechuguillas, camafeos y armaduras

La siguiente obra en la exhibición es el retrato de la infanta Isabel Clara Eugenia de Austria, hija de Felipe II de España, en el que luce una saya de mangas en punta –lujosa y elegante prenda compuesta por dos piezas separadas y confeccionadas con la misma tela: un cuerpo y una falda con cola– con un espléndido brocado tejido con hilo de oro, ataviada con joyas y piedras preciosas que demuestran la estirpe de la dinastía Habsburgo.

En el pecho porta un broche que perteneció a su madre, Isabel de Valois; entre sus dedos muestra un camafeo con el retrato de Felipe II. Las lechuguillas (enormes cuellos de encaje) obligaron a las mujeres a construir sus peinados hacia arriba, incluso solían recurrir a postizos.

En el caso de los hombres, lucían una elegante armadura de acero pavonado con remaches dorados, sombrero de ala ancha ladeado con una pluma roja, cuello de encaje, guantes de cuero y banda militar bordada con hilos metálicos, como se puede apreciar en el cuadro de Matías de Médici, hijo de Cosme II y de María Magdalena de Austria. A medida que el siglo XVII avanzó, el uso de la armadura disminuyó.

Durante la segunda mitad del siglo XVII la vestimenta femenina pasó de ser una estructura rígida a una más laxa, con siluetas básicas más naturales, sobrias y elegantes. En la obra que presenta el museo se observa un cuadro con cinco mujeres, dos de ellas portan vestidos de telas satinadas y, mientras una sostiene en brazos un perrito, la otra se arregla ante el espejo de su tocador.

Las otras dos, vestidas de colores sobrios, son las doncellas que asisten a las jóvenes en su arreglo personal. La tercera se pierde entre las cortinas de la cama.

Como parte de la exposición de moda se presenta un cuadro de Sebastiana Inés Josefa de San Agustín, retratada a los 16 años antes de su ingreso al Convento de Corpus Christi, exclusivo para mujeres de la nobleza indígena.

La importancia de los accesorios

La joven viste huipil bordado con águilas bicéfalas, fastuosos broches en el centro y en el hombro izquierdo, galones de terciopelo verde brocado, encajes y una manga decorada con grandes margaritas elaboradas en perlas y piedras preciosas.

Otro aspecto importante que destaca la muestra es el uso del abanico, que nació en la Edad Antigua con el fin de avivar el fuego, mover el aire, protegerse del sol y ahuyentar insectos. A México llegaron los abanicos plegables –creación japonesa– a través de la Nao de China a finales del siglo XVI.

En la exposición virtual se explica también que el siglo XX puso fin al uso habitual del corsé y otras estructuras que moldearon y deformaron el cuerpo femenino durante poco más de 400 años. A principio de 1910 la moda adoptó una silueta más flexible, y la forma rígida de la curva en ese, popular a inicios de los años 1900, gradualmente se enderezó para seguir la línea natural del cuerpo.