Opinión
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¿Dos y dos igual a cuatro?
N

o estoy seguro de que pueda acreditarse a don Jesús Reyes Heroles la frase aquella de que en política dos y dos no siempre son cuatro. Pero lo que sí es cierto es que yo se la escuché en más de una ocasión, para refrendar la idea, que también se ha manejado mucho, de que los votos no son canicas que se pueden agregar e intercambiar como si nada.

Creo que, a veces, los líderes partidistas actúan como si fueran amos y señores de la voluntad de los militantes. El hecho de que tres partidos moralmente contradictorios, hayan firmado una suerte de tratado de amistad, comercio y navegación como se les llamaba en el siglo XIX a los primeros acuerdos que se firmaban entre países americanos, no garantiza que todos los simpatizantes de cada partido coludido vayan a concurrir a las urnas, a partir un piñón, y a sufragar al unísono por quienes les indiquen sus jefes.

No sabría qué decir del PRD y el PAN, cuya baja estofa les ha permitido ya más de una alianza puntual que, desde un punto de vista ideológico, sonaría imposible. Pero como entrambos lo que importa en verdad es la chamba, por la chamba misma, y no hacia dónde hay que encaminar a la sociedad mexicana en su conjunto.

Uno diría que es un caso único, pero no es así. En Jalisco, por caso, vimos forjarse un movimiento ciudadano con marcada tendencia a la izquierda y con muy buenas cartas, por cierto, que luego se abrazó no sólo con panistas tradicionales sino incluso con los neofascistas que procedían del Demócrata Mexicano, de clara naturaleza sinarquista y cristera.

Ahora estrenaremos la asociación formal del PRI con el PAN, confirmándose la solapada fórmula PRIAN, cuya existencia ya había denunciado el hoy presidente Andrés Manuel López Obrador y muchos nos resistíamos a darlo por bueno. Muchos priístas serán convocados a votar retobados panistas. ¿Lo van a hacer?

Me baso únicamente en lo que sucedió en las pasadas elecciones de 2018. El culmen de la traición de Enrique Peña Nieto y compañía fue imponer a un filopanista como candidato tricolor a la Presidencia de la República. Un hombre de calidad, no cabe duda, pero de ideología totalmente contraria a una clientela que, en muchos sentidos, no se animaba ni quería desprenderse de lo que le quedaba de afiliación a la Revolución Mexicana y la mística que de ella egresó.

El resultado fue que apenas una tercera parte de los otrora partidarios del PRI votó por él. Muchos simplemente se abstuvieron, es cierto, pero el porcentaje que se llevó y parece seguir conservando López Obrador es todavía de una importancia tal que puede resultar decisiva para que el actual gobierno continúe con una fuerza en el Congreso igual o mayor que la actual.

Supongo que, por parte del PAN, que con tanto ahínco ha denostado al PRI en el pasado reciente, habrá muchos que también mandarán a la alianza por un tubo.

En suma, creo que podemos suponer que, este ménage à trois de membretes antagónicos, más bien debilitará a la oposición y, a fin de cuentas, se les volteará el chirrión por el palito.

A Clemente Castañeda