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Ernesto Canto ganó todo y lo hizo por México, dice Daniel Bautista
 
Periódico La Jornada
Domingo 22 de noviembre de 2020, p. a12

Una gran pérdida para el deporte mexicano y como amigo más, consideró Daniel Bautista la muerte de Ernesto Canto, con el que pasó las últimas horas en el hospital y a quien ayer le dijo adiós tras la cremación de la leyenda de la marcha.

El campeón olímpico de Montreal 76 recuerda los momentos felices que pasaron, cuando Canto conquistó la presea dorada en los Juegos Olímpicos de Los Ángeles 84 y cumplió la promesa que le hizo.

“Esa vez lloramos abrazados porque fue un día muy especial para los dos: Él, por ser campeón olímpico a sus 24 años, y yo, porque era mi cumpleaños (36). Recuerdo ese 3 de agosto de 1984.

Ernesto ganó todo y lo hizo por México. Ningún marchista de aquí ni del mundo lo ha superado. En cuatro años fue el mejor en un solo ciclo (80-84) para ver ondear la bandera en lo más alto como campeón centroamericano, panamericano, mundial y olímpico, sin pasar por alto sus récords del mundo, enfatiza Bautista.

“Anécdotas fueron muchas, pero la de Los Ángeles la tengo guardada en mi mente y corazón. Cuando Ernesto ganó la competencia me dijo ‘acompáñame, voy a una relojería, quiero ver algo para el profe (Jerzy) Hausleber’. Le compró un Cartier porque tres días antes había sido su cumpleaños (54) y era la forma tan agradecida para el entrenador que lo llevó de la mano a ganar todos los títulos (en los 20 kilómetros)”, platica.

Además del aprecio y la admiración que le profesaba Canto al Negro, como le decía con respeto y cariño a Bautista, también pasaron momentos angustiosos y dramáticos que sólo ellos saben lo que significa una descalificación cuando estaban en la punta y cercanos a la meta.

Daniel lo vivió en carne propia en los Olímpicos de Moscú 80 con aquel famoso túnel donde los jueces fueron implacables. La misma situación la padeció Canto en Seúl 88.

“Lo abracé y lloramos, era una sensación de impotencia y rabia, porque estaba seguro que Ernesto ganaría otra medalla olímpica. Era un atleta excepcional.

Él cumplió su promesa de ser monarca olímpico. No tenía que demostrar más, ya lo había ganado todo, concluye Bautista.