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Isocronías

La balada de Samuel

¿Q

uieres ser leyenda? Sé tótem y tabú. Samuel Noyola (1965) en la memoria general del medio literario, intelectual, artístico, de lo segundo tiene muchísimo, que no hubiera sido posible, imaginamos, sin al menos algo de lo primero. En ese algo, que de repente cobra dimensiones de Algo, se demora con asombrado y atingente esmero Vaquero del mediodía, documental de Diego Osorno recientemente incluido en la programación de Netflix.

Nadar sabe mi llama es fragmento de un verso quevediano con el cual el poeta regio nombró el libro que formalizaría su vocación (SEP, 1986; luego vendrían Tequila con calavera, Vuelta, 1993, y Palomanegra productions, mantis, 2003 –reunidos por Conarte de Nuevo León en un solo volumen, 2011) y símbolo que aprovecha el susodicho filme, bien que la llamarada que en él literalmente vemos mejor que nadar sobrenada.

De Noyola se han ocupado Minerva Margarita Villarreal (+), Víctor Manuel Mendiola (coeditor de su poesía reunida), Christopher Domínguez, Eligio Coronado, Armando Alanís Pulido, Eduardo Zambrano y Armando González Torres... Rasgo compartido por la visión de todos es acaso observar aquello a lo que aludía Octavio Paz alguna vez que le dijo directamente (por casualidad, yo unos metros atrás de ellos, escuché): No deje que el caballo se le suba al jinete.

La desaparición (¿forzada?, ¿fortuita?, ¿voluntaria?) del poeta hará unos 10 años es previsible que haga crecer el mito y, mucho mejor, que su obra, de cuya calidad –no siempre pareja– da brillantes muestras desde el inicio con poemas como El sueño y el sol o el nocturno que cierra Nadar sabe..., dedicado a Roberto Vallarino y escrito a los 18 años de edad, sea profusamente leída.

Buscar poesía en medio de la barbarie es sinónimo de dicha, ha dicho con ligeramente otras palabras el autor del documental, quien por ahí refirió que hace unos meses, en grave crisis de salud (un accidente) conversó a diario con Samuel y le oyó declamar poesía de otros poetas.

A mí me hubiera gustado oírle, de él mismo: Soñé con un amigo que está muerto. / No sé si por furia o alegría / nos empezamos a golpear. / Yo no sé si le pegaba a la muerte / o al amigo.