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Armenia acepta la derrota, pero el futuro de Nagorno-Karabaj es incierto
Corresponsal
Periódico La Jornada
Miércoles 11 de noviembre de 2020, p. 31

Moscú. Ante la imposibilidad de frenar el avance del ejército de Azerbaiyán, que llegó a ocupar posiciones a tan sólo 10 kilómetros de Stepanakert, capital de la autoproclamada república de Nagorno-Karabaj, Armenia aceptó su derrota en esta nueva guerra por el control del enclave armenio en territorio azerí, que estalló a finales de septiembre.

Con la mediación del presidente ruso, Vladimir Putin, los mandatarios armenio, Nikol Pashinian, y azerí, Ilham Aliyev, acordaron el cese completo de las hostilidades a partir de las cero horas de este martes, sellando así en una declaración conjunta el triunfo militar de Bakú, aunque el futuro de Nagorno-Karabaj se mantiene incierto y será objeto de posteriores negociaciones.

Rusia, según lo pactado, envió de inmediato un contingente de pacificación formado por mil 960 soldados, 90 carros blindados y 380 unidades de otro tipo de vehículo militar, para vigilar la nueva línea de separación entre Armenia y Azerbaiyán en la zona de Nagorno-Karabaj, así como para garantizar que Yereván tenga un corredor de 5 kilómetros de ancho que lo comunique con Stepanakert y, a su vez, Bakú disponga de otro corredor que permita unir con territorio azerí el exclave de la república autónoma de Najichevan.

La misión del contingente de pacificación ruso durará cinco años y será prorrogada de forma automática, salvo que una de las partes desista del acuerdo y lo informe con seis meses de anticipación.

Aliyev, quien habla de una victoria histórica, mientras los azeríes celebran en las calles de Bakú la derrota de Armenia, considera que los armenios tendrán que irse de Nagorno-Karabaj. El mandatario azerí sostiene que Turquía también va a enviar tropas de pacificación, aunque la declaración firmada por los presidentes sólo menciona militares rusos, si bien indica de manera un tanto ambigua que habrá un centro de coordinación de las fuerzas de pacificación.

El gran perdedor de este conflicto armado, Pashinian –repudiado por amplios sectores de sus compatriotas que exigen su dimisión, convertida Yereván en escenario de disturbios, durante los cuales se produjo la irrupción de una multitud en la oficina del primer ministro que quedó destrozada–, afirmó que no ganamos, pero tampoco perdimos (esta guerra), dando a entender que aceptar el cese de hostilidades hizo posible conservar aunque sea parte de la república de Nagorno-Karabaj, declarada independiente al producirse el colapso de la Unión Soviética y no reconocida por nadie.

El desenlace de la actual guerra se decidió entre el 7 y el 9 de noviembre, cuando el ejército azerí pudo romper la línea de defensa y entró en Shusha, la segunda ciudad de Nagorno-Karabaj, con lo cual el enclave perdió la única posibilidad de recibir por vía terrestre alimentos, medicamentos y otros suministros básicos, así como armamento, desde Armenia.

Según dijo esta madrugada, en un mensaje difundido en las redes sociales, Pashinian –a exigencia de los generales de su ejército que estaba a punto de caer en un cerco que habría ocasionado miles de bajas– no tuvo opción al tomar la decisión de capitular, lo que puede significarle el fin de su carrera política.

Al momento de caer Shusha, Azerbaiyán ya había recuperado la llamada franja de seguridad, los siete distritos adyacentes a Nagorno-Karabaj que Armenia ocupó a comienzos de los años 90, después de una guerra que dejó cerca de 30 mil muertos.

Ahora, además, Yereván tendrá que devolver a Bakú la parte de la república separatista que se encuentra bajo dominio de las tropas azeríes, incluida la estratégica ciudad de Shusha.